Preocupación generaron las últimas cifras que dieron a conocer diversas instituciones en relación al aumento de la delincuencia en el país.  A principios de esta semana, la Fiscalía Nacional indicó que las denuncias sobre todo tipo de delitos aumentaron un 12 por ciento, mientras que las por crímenes graves – como robo con violencia, homicidios y ataques de índole sexual – se incrementaron en un 9,7 por ciento en comparación al mismo periodo en 2010.

A estos datos se suman los emitidos por el Ministerio del Interior que señalaban que las constataciones de asaltos violentos subieron en un 17 por ciento en el segundo trimestre del año. Indicadores que tienen que ver también con el aumento de 33 a 38  por ciento del índice de victimización desarrollado por la Fundación Paz Ciudadana, que fue dado a conocer a mediados de julio.

Las autoridades intentaron salir del paso argumentando que la convulsión social que han generado los movimientos ciudadanos como el estudiantil y la presencia exacerbada de la violencia en los medios de comunicación han contribuido a generar una “sensación” de delincuencia mayor.

“Esos dos puntos máximos coinciden con el periodo de los Pingüinos de 2006 y los de 2011. En ambos casos hemos tenido una compleja situación de orden público con estudiantes. La ciudadanía es muy dura para juzgar a los gobiernos y algo tiene que ver la influencia de la televisión y la verdad es que la cantidad de delincuencia que transmiten los noticiarios es realmente impresionante y eso genera una sensación”, dijo el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter.

Sin embargo, la directora del programa Seguridad Ciudadana de la Flacso, Lucía Dammert, desacreditó esta postura y precisó que la impresión de inseguridad no se relaciona con los índices concretos de delincuencia.

“Es posible que algunas coberturas periodísticas aumenten la inseguridad de la gente, pero los datos que se han presentado no se refieren a eso, sino que a las denuncias. Por otro lado, creer que la gente que comente delitos lo hace porque lo ve en televisión es algo inocente. Hay raíces profundas sociales, culturales y económicas que pueden ser formas mejores de interpretar el aumento de la delincuencia”, planteó la experta.

En esa misma línea, el investigador del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana de la Universidad de Chile, Jorge Araya, sostuvo que fue un desacierto político generar tanta expectativa en la población sobre este tema, lo que explicaría la mala evaluación de la gestión del gobierno en torno a la delincuencia, que reveló la última encuesta Adimark.

“Durante la campaña presidencial se le dio mucha importancia a este tema y fue un error crear expectativas en la gente más allá de lo razonable. Las esperanzas se crean cuando se dice que se va a terminar con la delincuencia y se va a acabar con la puerta giratoria. Ahí hay un error. En todo país del mundo existe la delincuencia, nadie ha podido terminar con ella, pero lo que sí se le puede pedir a las autoridades es que ésta sea controlada, se reduzca y que sea abordada desde todos los puntos de vista”, sostuvo Araya.

El ex director de la División de Seguridad Pública del Ministerio del Interior explicó en el origen de los actos delictivos existe un nicho de personas que – debido a una concatenación de factores como la pobreza, la violencia intrafamiliar, la deserción escolar, el consumo de drogas, entre otros – tienen más riesgo de vulnerar la ley.

Por lo mismo, Lucía Dammert, advirtió que existen una serie de falencias estructurales en el sistema que se han traducido en el fracaso de las políticas de prevención y en la ineficiente reestructuración del sistema carcelario, además de otras carencias en las políticas públicas.

“Hay muy poca cobertura en programas para adicciones y se sabe que el 80 por ciento de la gente que está encarcelada tiene este problema. No se recuperan en la cárcel y salen igual o peor. Hay situaciones de salud mental que no están cubiertas y una serie de otros asuntos que no tienen que ver con aumentar la policía en la calle ni los castigos, sino que con una política que asegure la calidad de vida de la gente y la inclusión. Cuando uno habla de los niveles de desempleo en Chile a veces se olvida que la desocupación juvenil es dos o tres veces más que el aspecto en general y es allí donde se tiene que aplicar las políticas”, sentenció la socióloga.

Si bien los expertos reconocieron que en Chile la tasa de robos y, en general, de delitos asociados a la propiedad privada alcanzan los niveles de otros países sudamericanos, aún no existe un crimen organizado peligroso como el narcotráfico.

De todas formas, advirtieron que las tasas de criminalidad bordean el 30 por ciento, mientras que en los países escandinavos ésta fluctúa entre el 10 y el 15 por ciento.

La culpa de la TV

Las explicaciones del Gobierno en torno a este terma no fueron suficientes para los senadores de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, incluso oficialistas, como el RN Alberto Espina.

“No creo que los medios de comunicación por el hecho de difundir actos de delincuencia van a cambiar una realidad que es que la delincuencia existe y es altísima en Chile. Yo no creo que este tema esté vinculado a los actos de los estudiantes, aquí hay un tema mucho más de fondo y es que nuestras políticas de prevención son insuficientes”, dijo el legislador.

Quien también criticó las palabras del ministro Hinzpeter fue el senador DC Patricio Walker.

“El ministro Hinzpeter le está echando derechamente la culpa al empedrado. La televisión ha hecho lo que siempre ha hecho, es decir, informar de los delitos que se cometen y no recuerdo que la derecha haya reclamado en los gobiernos de la Concertación sobre la cobertura que hacen los medios a los hechos delictivos”.

Cabe señalar que el secretario de Estado anunció que el Ejecutivo pondrá “suma urgencia” a al menos seis proyectos antidelincuencia, tales como el brazalete electrónico, el registro de criminales prófugos, la inhabilidad para condenados por delitos sexuales, y el aumento de penas en robos de cajeros automáticos.