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Venezuela: Presidenciales al rojo

A menos de una semana de la elección presidencial venezolana, las contradicciones de dos proyectos divergentes: el bolivariano encabezado por Hugo Chávez Frías y su Gran Polo Democrático y el candidato opositor de la mesa de Unidad Democrática (MUD) Henrique Capriles se han agudizado, mostrando que se juega en ese país algo más que el nombre de quien ocupará el sillón presidencial en el Palacio de Miraflores.

Pablo Jofré Leal

  Martes 2 de octubre 2012 17:56 hrs. 
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Las diferencias discursivas, políticas, económicas e ideológicas tendrán su corolario el día 7 de octubre, cuando surja el nombre del ganador de las elecciones presidenciales más reñidas que han tenido lugar en Venezuela en la última década. El probable ganador parece ser es el actual mandatario  Hugo Chávez, que a la luz de todas las encuestas nacionales e internacionales es señalado como el candidato con mayor intención de votos con un 49,4 por ciento, contra un 39 por ciento de Capriles y una cifra de indecisos del 11,6 por ciento.

Los más optimistas, desde el bando opositor, sostienen que es posible dar un golpe a la cátedra  y acceder a la presidencia de la mano de Henrique Capriles,  mostrando que la estrategia de la derecha venezolana, de llevar un solo candidato fue una buena opción a la hora de enfrentar al hasta ahora invencible comandante Chávez, que ha triunfado en trece de las catorce elecciones y que va por su tercer mandato.

Latinoamérica toma partido

Hoy, la elección presidencial en Venezuela tiene  características especiales, no sólo por el cáncer que aqueja a Chávez o la candidatura única de la derecha venezolana, sino también porque los alcances regionales de la decisión popular del 7 de octubre muestra que los gobiernos latinoamericanos, como en ningún otro proceso electoral, se han alineado con uno y otro bando de acuerdo a su cercanía ideológica.

Es así que la derecha argentina a través del PRO liderado por Mauricio Macri envía a dos representantes a apoyar a Caprile. Desde Chile la impronta está marcada por las propias opiniones del candidato del MUD,  que ha alabado el “modelo chileno” y el modo que el Presidente Chileno conduce al país.  A ese apoyo se une la cercanía entre Capriles y el gobierno colombiano dirigido por Juna Manuel Santos y con México con el gobierno de Felipe Calderón. Por parte de Chávez, conocidas son sus cercanías con Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Perú, que no han dudado en hablar de la necesidad que en Venezuela triunfe el chavismo, como una forma de afianzar en Latinoamérica un modelo político alternativo al propugnado por Washington.

Para el cientista político argentino  Juan Manuel Karg “el desarrollo de las  elecciones en Venezuela será vital para América Latina y el Caribe en su conjunto, en una confrontación abierta, por dos proyectos irreconciliables: uno, que apela a la participación popular con un rol fundamental del Estado y otro que se rige más por las políticas que vengan de Washington y la satanización del papel del Estado en la economía.  El 7 de octubre no es una elección más: por primera vez, toda la oposición al proceso chavista ha sintetizado una candidatura unificada, Henrique Capriles Radonski representa un intento de derecha “aggiornada” que, más allá del maquillaje discursivo momentáneo, no es otra derecha que aquella que en 2002 llevó adelante un Golpe de Estado contra el Gobierno de Hugo Chávez”.

Las cifras socio-económicas en casi tres lustros de gobierno chavista, muestran avances notables dados a conocer por el Banco Mundial: disminución de la pobreza  desde un 70 por ciento en 1996 a un 23,4 en el 2012. Baja en la pobreza extrema de un 40 por ciento a un 5,1 por ciento. La tasa de desempleo ronda el 6.5 por ciento y el salario mínimo se ha cuadriplicado hasta llegar a los 480 dólares mensuales. Los beneficiarios del sistema de pensiones pasaron de 350 mil a un millón 900 mil con una pensión homologada al salario mínimo. A ello hay que sumar la serie de planes en el campo de la salud, educación, vivienda y cultura que explica el apoyo social a Chávez y su gobierno y que incluso ha sido tomado por Capriles como eje de campaña anunciando, que ninguno de los planes sociales de Chávez será eliminado en caso de triunfar el MUD.

Bien sabe la oposición venezolana y las fuerzas regionales ligadas a ella, que el triunfo de Capriles implica la posibilidad cierta de afianzar líneas de integración y acuerdos muy lejano a las actuales y que cuentan con importante financiamiento desde Caracas: ALBA y UNASUR, Banco Sur, acuerdos energéticos y de inversión que ha traído a América a potencias regionales como Irán, por ejemplo. Esto último ha causado el escozor de la administración estadounidense, que no ha escatimado elogios para Henrique Capriles y lógicas exigencias de acabar con estas líneas de trabajo. A ello se suma la pugna en el plano de los medios de comunicación que ha tenido en Telesur una alternativa distinta a las cadenas tradicionales y cuya sede está, precisamente en la capital venezolana.

En el plano interno la política social del gobierno de Chávez es su gran contrincante y que le ha generado al gobierno bolivariano una base de apoyo que ha permitido su triunfo en 13 de las catorce elecciones en que ha medido fuerzas con la oposición. Misión Barrio Adentro y Misión Milagro, en el plano de la salud, Misión Robinson, Misión Ribas y misión Sucre en el plano educativo además de la denominada Gran misión Vivienda Venezuela han sido claves para entender el apoyo en las urnas al gobierno chavista.

La elección presidencial en Venezuela ha calado hondo en el concierto regional y ha merecido declaraciones, consideradas desafortunadas, como las emitidas por el ex embajador de Estados Unidos en Venezuela, Patrick Duddy, que recomendó al gobierno de su país intervenir la nación suramericana, luego de las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre, para apoyar un proceso de “transición”. Señaló este diplomático “Si Chávez o un candidato sustituto terminan derrotados, EEUU debería ofrecer apoyo para promover una transición ordenada y pacífica en Venezuela”. Ergo, si triunfa Chávez, avalado incluso por los observadores internacionales o la visión de la Fundación presidida por el ex presidente Jimmy Carter ¿no hay que reconocerlo o acusarlo de fraude anticipado?

Para el escrito venezolano Francisco Suniaga “la suerte está echada. A estas alturas, las grandes tendencias electorales ya se han definido: la oposición presiente la victoria y el chavismo comienza a expresar abiertamente la sensación que tiene de derrota. Está en el aire: ganará Capriles”. Suniaga va aún más lejos y no sólo pronostica una derrota del chavismo sino también su eventual desaparición “el triunfo de Capriles abrirá un nuevo capítulo en la historia venezolana, como ocurrió con Pérez Jiménez en el 58, donde el poder hegemónico, anacrónico y autoritario, ya débil, será derrotado y en poco tiempo dejará de tener importancia, que no es producto de la casualidad sino de las decisiones equivocadas que el chavismo ha tomado a lo largo de estos catorce años. La principal? haber traicionado casi desde el vamos su condición de fuerza renovadora y devenir en una suerte de arroz con mango ideológico: el castrocomunismo aderezado con el más rancio militarismo criollo”.

Por su parte,  el cientista político del Diario la Jornada de México, Marcos Roitman, señala que “la victoria de Chávez parece no cuestionarse, ni por la oposición ni por la empresas encuestadoras que le asigna una clara ventaja, por más que la oposición pretenda presentar una diferencia porcentual de 10 puntos como un “virtual empate técnico”. Para Roitman, el gran problema político en Venezuela en estas elecciones es el carácter antidemocrático de una oposición, que reconoce la constitución “con la boca chica pero que no la respeta y con un candidato como Capriles, activo participante en el Golpe contra Chávez el año 2002, que representa una amalgama de organizaciones en la cual mayoritariamente se encuentran personas decididas a reconquistar lo que se supone el chavismo les ha quitado en estos 14 años. En estas elecciones se juegan dos opciones: mantener la senda del proyecto democrático y popular del gobierno chavista o retornar al pasado neoliberal”

El poder de los medios

Diego Olivera de Barómetro internacional ha signado lo peculiar, que a menos de una semana de las elecciones las empresas de opinión tanto nacionales como internacionales, otorguen una diferencia de 15 puntos entre los candidatos – favorable a Chávez – y sin embargo medios internacionales como CNN, el Diario El País de España y medios de comunicación radicados en Miami se hayan sumado a los datos de empresas fantasmas, que dan un empate técnico entre los candidatos.

Para Olivera “en muchas campañas electorales en otros países se vería como normal que cada candidato ser erigiera como ganador, pero en la elección presidencial venezolana se juegan muchos factores exógenos, porque no solo participan los partidos políticos y votantes venezolanos, sino que también el gobierno de EEUU asume el rol de fiscalizador del modelo democrático, los medios privados como CNN, BBC, FOX, UPI, AP, REUTERS, medios impresos de España y EEUU, crean la matriz de una imagen antidemocrática del gobierno bolivariano, acusando de dictador al presidente venezolano, de violador de derechos humanos, con el claro objetivo de desvirtuar y deslegitimar las elecciones del 7 de octubre”.

Para el análisis fino del proceso venezolano, es sintomático que se use el argumento del uso del poder del Estado y de los medios de comunicación por parte del chavismo cuando de 11 estaciones de televisión 61 son privadas, 13 públicas y 34 comunitarias con alcance limitado. De las radioemisoras en frecuencia AM el 87% es privada, 35 son comunitarias  y sólo el 10 por ciento es pública. En FM el 57 por ciento son privadas, 31  por ciento comunitarias y el 12  por ciento pública y en la prensa escrita el 80 por ciento de los medios está en manos de la oposición.

A pesar de las cifras de crecimiento, del indudable avance social y del carisma que Chávez, existen  una serie de puntos adversos que explicarían el acortamiento de la diferencia entre el comandante y Capriles, a diferencia de elecciones anteriores. Primero, como lo señala el interesante análisis del Diario Gara: el desgaste  temporal de un dirigente que lleva gobernando ininterrumpidamente catorce años. Segundo, las deficiencias y trabas burocráticas en áreas sociales, que ha significado un cierto retroceso en las misiones en salud y educación, sólo mejoradas en el plano de la vivienda que ha significado este año 202 la entrega de 200 mil nuevas unidades. En tercer lugar el sempiterno problema de la seguridad pública, que ha situado a ciudades como Caracas como una de las más peligrosas del continente. En cuarto lugar, la inflación, que es  otra de las dificultades que el gobierno no ha podido eliminar, con particular intensidad desde hace un lustro y que se sitúa hoy en un 30 por ciento anual.

Cifras más o cifras menos, Misiones exitosas u otras más deslavadas, con inflación en ascenso o un crecimiento económico sostenido en los dos últimos años, el aumento del empleo informal, pero la promulgación de la ley orgánica del trabajo sitúa a Venezuela como uno de los países más garantistas del mundo en materia laboral; son ejemplos de la dicotomía que mueve al país sudamericano y que a pocos días de la elección  ha hecho sonar las alarmas sobre una probable puesta en escena de un plan B por parte de la oposición. Es decir, convencidas ya de su derrota, el MUD y sus aliados  podrían desconocer los resultados y generar así un estado de desestabilización y actos violentos que apoyen la exigencia de la salida de Chávez  y la instalación de un gobierno de transición. Las presidenciales y los augurios están al rojo vivo.

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