Por qué marchamos

Como en los mejores momentos de nuestra historia republicana, son de nuevo los jóvenes los abanderados de las causas populares y nacionales. Convocados por la Confech y las múltiples organizaciones estudiantiles, miles y miles de chilenos nos daremos cita en la principal avenida de Santiago y en el centro de las más populosas ciudades del país.

Como en los mejores momentos de nuestra historia republicana, son de nuevo los jóvenes los abanderados de las causas populares y nacionales. Convocados por la Confech y las múltiples organizaciones estudiantiles, miles y miles de chilenos nos daremos cita en la principal avenida de Santiago y en el centro de las más populosas ciudades del país.

Como en los mejores momentos de nuestra historia republicana, son de nuevo los jóvenes los abanderados de las causas populares y nacionales. Convocados por la Confech y las múltiples organizaciones estudiantiles, miles y miles de chilenos nos daremos cita en la principal avenida de Santiago y en el centro de las más populosas ciudades del país.

No será ésta una movilización para demandar solo educación pública y de calidad, así como para oponernos a los que lucran con un derecho tan fundamental.  Los jóvenes y los estudiantes, en particular, se harán eco de las demandas de los que quieren un salario mínimo ético, una reforma tributaria que tenga como horizonte la equidad,  la recuperación de nuestra riquezas básicas y la soberanía en nuestros yacimientos, ríos,  puertos y  ancho mar.

Marcharemos hoy por el término de un sistema previsional escandaloso que condena a los jubilados a una pensión miserable. Esta será, también, una protesta contra la usura de la isapres, de los bancos, contra el sistema neoliberal que se enseñorea en nuestras vidas; contra el mercado concentrador de la riqueza y de los medios de comunicación, que fomentan la extranjerización de nuestra agricultura e industrias. Para ponerle freno a la droga del consumismo, la competencia cruel y desleal, como para dejar en evidencia aquella  hipocresía de la “igualdad de oportunidades”.

Con los jóvenes y estudiantes marcharemos también para demandar una genuina democracia, un parlamento representativo y la autonomía y dignidad  de los poderes del Estado.  Por el voto de los chilenos del exterior. Por la recuperación moral de la política, el término de los conciliábulos cupulares y  el cohecho electoral. Por Asamblea Constituyente y una Carta Magna democrática. En contra de los políticos que se repiten el plato, medran del servicio público y se mantienen genuflexos ante las entidades patronales que los financian y digitan.

Marcharemos también en solidaridad con los mapuche y pueblos fundacionales hostigados y acribillados por la brutalidad policial y la Ley Terrorista. Por el derecho de todas las minorías, la defensa de los niños abusados y para sindicar a las instituciones en manos de corruptos y degenerados que se sirven de poder temporal y espiritual.

Demandaremos, hoy,  el término de las inversiones ecocidas,  el desarrollo de energía limpia, apoyando el emprendimiento que  cuide nuestra biodiversidad, así como vele por  la salud de nuestras poblaciones.

Marcharemos, otra vez, por la integridad de nuestra Fuerzas Armadas,  el término de sus privilegios irritantes y el gasto militar escandaloso. Por  la prevención policial, el debido proceso y el fin de los tribunales castrenses. El pleno imperio de los derechos humanos, la verdad y el castigo ejemplar de quienes los violaron y los siguen trasgrediendo.

Saldremos a las calles a hacer cultura, para demandar pacífica, pero inclaudicablemente, el término de los resabios autoritarios. Por la libertad del arte, el fomento de la creación, el término del IVA a los libros y  por la recuperación ética e intelectual de nuestros referentes políticos y sociales. Para promover la organización del pueblo, la sindicalización de los trabajadores, las juntas de vecinos. La negociación colectiva, el derecho a huelga. Para que sean destituidos de su cargos los dirigentes apoltronados y abyectos.

Con nuestra presencia,  le diremos hoy a los jóvenes que ellos son la esperanza del presente y no del porvenir. Que tienen asumir la resolución de Bolívar, San Martín, O Higgins y de todos los combatientes de nuestra primera hora republicana. Sindicados también de violentistas y revoltosos.

Abogaremos en las calles, además, por la paridad entre mujeres y hombres. Una y otra vez proclamada en tiempo de elecciones para luego ser desestimada por los gobernantes de turno y sus partidos.

Marcharemos para recuperar el rol y los deberes del Estado. Para volver a empoderarlo en nuestra economía, en la educación, la salud y la previsión social.

Nos pronunciaremos a favor de la paz con nuestros vecinos. Por atender las justas demandas de quienes fueron avasallados por una guerra imperial que les expropió provincias enteras y que hoy solo nos demandan un acceso al mar y a la costa más larga y desértica del planeta. Cuyas entrañas nos ha convertido por lo demás, en un país rico y con reservas más que abundantes.

Reforzaremos hoy nuestra vocación latinoamericanista y tercermundista. Para que la riqueza y los dones maravillosos de nuestra geografía hermana acabe con el dolor y la desesperanza de los pobres de aquí y de allá, el desparpajo de los multimillonarios y la pavorosa desigualdad de nuestra atribulada convivencia.

Demandaremos paz en medio de los policías armados e infiltrados. Frente a las cámaras espías, los servicios secretos y las mentiras ya consabidas de la prensa uniformada. La misma que sacralizó a Pinochet y hoy defiende su herencia en esta larga y tediosa pos dictadura. Haremos democracia codo a codo en las calles. Demostrando que somos muchos más. Muchos más.

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