Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 25 de abril de 2024


Escritorio

Descriterio sobre ruedas


Lunes 29 de julio 2013 13:56 hrs.


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Siempre he pensado que la tecnología es una muy buena herramienta no sólo para las personas con discapacidad, para poder trabajar muchas veces desde su casa, sino que para todo el mundo. Pero a la vez estoy absolutamente segura de que es un arma de doble filo.

Hoy día estamos bombardeados de información a través de Internet, televisión, Facebook, correos electrónicos, Twitter, blogs, y lo más peligroso de todo, “teléfonos inteligentes” o también llamados smartphones.

¿Por qué digo peligroso? se preguntarán, el pasado miércoles a las 9:30 de la mañana recibí un llamado, que para ser bien honesta me dejó en shock hasta el día de hoy.

Una muy querida amiga mía, con discapacidad motora, dependiente físicamente para algunas actividades de su vida, se dirigía a su trabajo en su scooter, mujer de 29 años, con una de las tantas enfermedades del trastorno del movimiento llamada Distonía, cruza la calle con luz verde con el resto de los transeúntes y una mujer de aproximadamente 50 años dobla con su auto a mano derecha, y atropelló a mi amiga en pleno Apoquindo con el semáforo peatonal en verde, destrozando su única herramienta de movilización efectiva que es su scooter. Afortunadamente iba sobre él, ya que si no es así de seguro la historia habría sido muy diferente.

Han pasado los días, y no puedo dejar de pensar en lo siguiente: ¿Qué es lo que hay que tener en el cerebro, o que es lo que les falta en él para doblar a mano derecha, que bajo las leyes del tránsito debe ser con precaución, y atropellar a una persona con discapacidad física en una de las avenidas más grandes de la capital?

La mujer en cuestión, no ha dado la cara después del evento, pero sin embargo, mi amiga tuvo que dar la cara y ser discriminada, porque las personas que la atendieron en los centros asistenciales correspondientes no conocían su enfermedad, teniendo una ignorancia médica absoluta al respecto, e incluso la derivaron a realizarse la alcoholemia (desconozco si esto es parte del conducto regular en el caso de la víctima).

Hace unos días atrás, el programa ”21 días a ciegas” nos mostró en una hora de programa la falta de respeto tremenda que tienen que sortear las personas con discapacidad visual al cruzar una calle, recuerdo el capítulo en que Catalina Castro cruza en el centro de Santiago con su entrevistado y un taxista también al doblar, pasa a llevar el bastón de él doblándolo y destruyendo la única herramienta que tiene para poder desplazarse de manera efectiva, lo peor de todo fue que el taxista al bajarse del auto increpó e insultó a Catalina y su entrevistado (ambos en ese minuto con discapacidad visual absoluta) tratándolos de “morbosos”.

Reflexiono respecto de ambos eventos y me pregunto finalmente ¿Quiénes son los discapacitados?, ¿Qué es la discapacidad?, ¿A quién va dirigida esta columna?, ¿A quienes va dirigido el programa radial que conduzco?

Lejos, la falta de criterio, la falta de respeto, la falta de empatía, el pensar que tienen la vida comprada, son las discapacidades más grandes de los santiaguinos.
Estamos sumergidos en un sistema en el cual la falta de educación es la principal protagonista. ¿En que nos hemos convertido los seres humanos? En especies ciegas y no hablo de discapacidad visual, hablo de un devenir constante de desconexión, donde la lucha por el poder es el gasto de energía más absurdo y grande que existe, donde nuestras emociones se ven apabulladas por un manto de tecnología sin fin, donde la palabra escrita ya no existe, el puño y letra ha quedado en el pasado.

El atropellar a una persona con discapacidad física, el destruir el bastón que es la extensión del brazo de una persona con discapacidad visual, no sólo les genera un arroyo físico, sino de una impotencia tan grande, desde lo emocional tan injusto, que tienen que someterse a juicios y buscar testigos, ya que al destruir el scooter en la que mi amiga se desplazaba, significa que no se va a poder desenvolver de manera independiente a su lugar de trabajo, a su compras diarias, a su independencia funcional.

Creo que esta columna nuevamente va dedicada forzosamente a los santiaguinos, no sé si sentirme orgullosa o impotente, no por haber nacido en este país, sino que en esta sociedad.

Señores y señoras santiaguinos, deje el celular de lado mientras camina o conduce, ya que la estupidez humana es tan grande que cuando caminan no se dan cuenta que tienen una silla de ruedas frente y chocan conmigo y se caen sobre mis piernas… Después alegan que soy sin respeto con ellos.

Ya que son tan sensibles respecto de la manera de cómo uno dice las cosas, sean congruentes con su sensibilidad y fíjense quién está frente a ustedes.

Espero que esta columna realmente les haya dejado una estela de incomodidad, porque si ese fue el resultado quiere decir que usted es el que camina mientras chatea, el que recibe el whatsapp mientras maneja, el que pasa a llevar el bastón de una persona ciega y el que probablemente lo último que vayan a ver sus ojos antes de meter los pies en su cajón sea su celular.

Si quiere respeto y atención, respete y ponga atención.

Y también aprenda a cerrar la boca cuando le corresponde.