Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 28 de marzo de 2024


Escritorio

Chile: ¿Cambio o continuidad?


Martes 30 de julio 2013 7:31 hrs.


Compartir en

Más de alguna vez aunque confieso que no le tengo respeto a los terremotos, sino que francamente les tengo miedo, me hubiera gustado que el evento sísmico del 27 de febrero del 2010 fuera de grado mayor que 10, por supuesto esto en un sentido figurado. En un hecho así el país habría tenido que hacerse todo de nuevo seguramente impulsado por los habitantes del extremo norte y extremo sur, pero con una esperanza de una construcción de una estructura social diferente. Es decir, se habría tratado de emular lo que el ex Presidente Lagos decía hace poco, en el sentido que cuando partió su mandato era de la idea de reformular la Constitución a partir de una hoja en blanco, esa hoja hoy sigue siendo necesaria en muchas otras materias en las cuales literalmente hay que “deshacer y hacer”.

Ello no fue así y la clase política gobernante, no alcanzó a tener ni siquiera un pequeño remezón en sus conciencias, retomaron rápidamente la traza de larga data que seguramente haciendo historia más de fondo puede tener sus inicios fácilmente en la década de los 50 del siglo pasado, si es que no ha sido parte de la historia permanente del país.

Este panorama hace que en forma frecuente se deba recurrir a los mismos episodios sociales para comprobar que esa inteligencia que algunos creen que le impregnan a los negocios, no es ni más ni menos que un retardo mental acentuado y un acto de insensibilidad desmedido. Los episodios sociales a los que me refiero son el aborto y la recolección de la basura por considerarlos representativos de visiones de sociedad que rondan en las cabezas de algunos, y que en la medida que nos compenetremos en este análisis concluiremos en el nexo con los acontecimientos más recientes.

El aborto es un tema que tiene detractores de magnitud y otros dan un paso adelante aceptando su práctica por razones terapéuticas. En lo particular y en el contexto de una sociedad con desigualdad marcada y sólo por esa condición doy rienda suelta al aborto con dos condiciones: decisión de la futura madre y asistencia profesional especializada para hacerlo efectivo. Por el contrario si la sociedad fuera diferente, me inclinaría por su práctica sólo con justificación derivada de situaciones médicas que lo hagan aconsejables y como se ha dicho, frente a un acto de violación. Pero esto lleva a algo de mayor connotación, quien en las condiciones actuales es opositor al aborto, reafirma su posición en ser partidario de la vida, pero sólo llega hasta allí ya que no da muestras fehacientes de inclinarse por la calidad de vida en todas sus dimensiones y aplicadas de inmediato para la sociedad en su conjunto.

Otra situación que siempre me ha llamado la atención es la labor de quienes tienen a cargo en forma directa la recolección de la basura. Esta es una actividad de tanta importancia relativa que su no realización produciría grandes consecuencias en la salud por emergencias sanitarias, invasión de roedores, alteración en forma acelerada de muchas actividades que se realizan a diario en las diferentes ciudades, no en vano fue el Ministro de Salud el primero en aparecer en los noticiarios en la antesala del paro anunciado a contar de hoy por los recolectores. Aunque dadas estas condiciones de importancia de la actividad, su ejercicio se perfila para personas de una fuerza laboral con bajo nivel de remuneraciones y que justamente son altamente representativos del nicho que percibe el sueldo mínimo (justo hace un rato el gobierno propone un valor equivalente $5.600 líquidos diarios).

Estos episodios van en vínculo directo con fenómenos determinados por una sociedad altamente desigual y que en la actualidad son las causales del nivel de inquietud y movilización social que aumentó de manera significativa durante el 2011 y constituye tema en la antesala de una elección.

Aunque en primera instancia en apariencia los dardos de la protesta social van hacia el gobierno, las autoridades sólo son parte de una cúspide de deterioro social no por el hecho de ser gobierno, sino porque son personas que integran el grupo del segmento más minoritario que concentra la mayor riqueza del país y que no entienden, no sufren y les da lo mismo que Chile sea una de las naciones con la mayor desigualdad del planeta. La realidad es que ellos tienen un discurso público pero en su interior están dominados por una constante indiferencia y beneplácito para las cosas tal como están.

Este tipo de estructuras no son casuales, son fabricadas, elaboradas de manera consciente, fríamente premeditada y justificada en doctrinas amparadas en creencias religiosas extremas. Uno de los absurdos de mayor envergadura que tradicionalmente es materia de discusión ha sido el tema y propuestas de salario mínimo. Por un lado éste no puede ser sobre cierto monto ya que nos coloca en el riesgo de aumentar los niveles de cesantía y por otro nunca se hace un cruce con la satisfacción de las necesidades básicas de las personas, ya que ahondar en ello implicaría la situación imperiosa de replantear la organización social como un todo y dar paso a otorgar importancia a todos los seres humanos, ante esto se impone un criterio conservador y explotador. De paso es propuesta del salario ético propuesto por el Presidente de la Conferencia Episcopal el año 2007, quedó estancada en los $250.000 y se distorsiono pasando a la categoría de salario ético familiar, sin mediar a la fecha ningún tipo de reajuste.

No es sorprendente por parte de la derecha su postura sobre la eliminación de la pobreza extrema, ellos se juegan por cantidades mínimas de dinero para controlar el impacto sobre la economía nacional que es el soporte a una relación de injusticia social, si el salario mínimo es bajo no cabe duda que el recurso disponible para la persona que se encuentra en condición de pobreza será mucho menor. Las posiciones empresariales respecto a estos temas y avaladas por el Estado al servicio del privado no se enmarcan en el bienestar de las personas, sólo salvaguarda el beneficio que recae en unos pocos. Es preponderante la existencia de la mano de obra barata para el éxito de los negocios.

En estas condiciones la protesta social debe relegar a los gobiernos, sobre todo al actual, a un segundo plano, ya que las soluciones nunca se van a encontrar por ese lado. Quien se sabe gestor de una “obra” y cree que esta es esplendida nunca va a dar su brazo a torcer. La derecha impuso a partir de una minoría una forma de vida y en la actualidad teniendo los orígenes y causas totalmente claras, estamos en el momento en que se viven de manera más acentuados los efectos.

Chile está en un momento en que necesita de manera urgente escuchar a la ciudadanía que en cantidades importantes sale a la calle, el perder un año de clases puede ser irrelevante si se asegura por un período duradero un mejoramiento cualitativo de la educación, en estas circunstancias la reacción pronta de la autoridad es el lanzamiento de amenazas y la búsqueda de mecanismos para dividir. Se coloca al Instituto Nacional como establecimiento emblemático, pero es altamente probable que ninguna de las autoridades tenga a sus hijos en este establecimiento. Aquí asoma el criterio del gobernante por colocar un techo bajo para el mejoramiento de la Educación, ya que nunca se vislumbra como referente alguno de los establecimientos particulares pagados, es decir, opera de manera perfecta la segregación.

Este escenario tal como se está dando en el país era perfectamente predecible para un análisis después de cuatro gobiernos concertacionistas y sobre el cual me referí en un artículo el año 2009 en que hacía mención a una “teoría del bypass”, que en esencia consistía que el puente para un cambio hacia un Chile socialmente bien constituido inevitablemente iba a ser un gobierno de derecha, no porque los integrantes de este sector sean una panacea, sino porque de esta forma nos situamos en la cima de lo peor que puede ocurrir en la malformación social y por ende viene un clamor social espontáneo y de magnitud inesperada. Nadie se imaginó ver Rectores de las Universidades en primera línea de una marcha, o manifestaciones de alta convocatoria y no sólo por demandas educacionales, la protesta regional y comunal también ha estado presente.

Pero el estado de bypass no se puede vivir en forma extensa y debe tener una expiración el año 2014 para el cual queda poco. Las condiciones básicas para ello están más que dadas en uno de sus aspectos en cuanto a que se percibe que los problemas se expanden y se acrecientan en el tiempo, las soluciones se postergan y siempre se proyectan a largo plazo a semejanza de un conejo que tiene muy bien amarrado un palo en la cabeza del cual cuelga una zanahoria, éste corre por alcanzarla pero nunca la va alcanzar. Es cierto que Chile vivió tiempos difíciles, pero en el retorno a una época diferente hubo carencias de voluntades y se exacerbo una característica de las personas que cuando van cosechando para sí beneficios económicos y cuotas de poder, dejan de ser consecuentes y sus visiones de la vida en sociedad se alteran de manera significativa. Desaparece en propiedad el “colocarse en el lugar del otro”.

A consecuencia del bypass que es una realidad, la derecha llega al gobierno no en condiciones de lavarse las manos por los problemas existentes, sino con una cuota máxima de responsabilidad respecto a ellos. La historia actual es parte de un ciclo que no parte el año 90 sino que el año 73. Para hablar en un término siútico que se encuentra in, la mixtura de la dictadura fue entre dos sectores militares y derecha, sin tropiezo en esos tiempos en mayorías parlamentarias ya que parlamento no existía. Una vez finalizado ese período, la derecha no se excluye del poder, ya que conserva para sí el poder económico y tiene formas desde diferentes instituciones de la vida nacional, de estar atenta a que su modelo no sea dañado.

Con el correr del tiempo, el ánimo esperanzador de muchos chilenos con los ojos puestos en la concertación se diluyó al observar el interés nulo por la remoción de estructuras con cimientos en la época de Pinochet. La concertación le debe sus gobiernos a quienes estuvieron en la calle en las protestas de los años 80 contra el autofinanciamiento universitario, contra la municipalización de la educación, y en general contra todo un sistema económico que se imponía. Pero ese movimiento y esas reivindicaciones que hoy siguen vigentes, sólo le sirvieron a ese grupo para llegar al gobierno y ahora se puede concluir que no hubo lealtad hacia quienes lo llevaron a La Moneda, los acuerdos se transaron con la minoría y también se gobernó en unión férrea con quienes propiciaron la llegada de la dictadura el año del 73. Si bien es cierto hay cuestiones que son parte del pasado, no se puede renegar de éste para proyectar el futuro ya que sirven de experiencia. Sobre esto una actitud decente sería un reconocimiento claro y explícito respecto a lo señalado, aceptando que una reconversión es costosa porque no todos van a estar convencidos con una visión de este tipo.

La mirada objetiva de la política en tiempos presentes

La única forma de ver la política de manera objetiva es desde fuera y no por cuestión de indiferencia, sino porque en tiempos como el actual se debe valorar el interés y aporte desde el punto de vista independiente y no por ello desligado de los aconteceres de la nación.

La derecha gobernante tiene claro que son minoría, pero que en sus manos está el poder económico y llegado el momento tienen el apoyo de instituciones de naturaleza violenta, financiadas por el Estado y a las cuales en distintos pasajes de la historia han recurrido sin dificultad. A ellos les da lo mismo la popularidad y si no tienen el gobierno le es suficiente que no se les genere ruido en sus negocios como sería una reforma tributaria, sueldos mínimos más altos o medidas que tiendan a producir un equilibrio social aniquilando la desigualdad.

La concertación es un conglomerado que termina sus gobiernos con baja popularidad, es un sector poco creíble, en forma progresiva ha ido en un franco deterioro, es una oposición que a la derecha le conviene en ese estado ya que pueden juntarse a conversar en La Moneda dando muestras de democracia e incluso consensuar acuerdos bajo cuerdas.

Hay otras fuerzas políticas que han sido gravitantes en la historia y si bien es cierto se les debe reconocer que han sido impulsoras de las demandas sociales, no han logrado insertarse en la mayoría que son las que sufren a diario los problemas sociales y a pesar de su injerencia en los movimientos ciudadanos no logran aumentar de manera significativa la adhesión más comprometida. Por ese lado observo una inserción instrumental de favores mutuos, pero hay una carencia de propósitos comunes.

Alrededor de esta vista a los espectros políticos actuales, surge una interesante expresión de la ciudadanía, que es capaz de congregar a muchos manifestantes alrededor de temas que son trascendentales para la vida nacional y nos permiten asistir a algo que no tenía precedentes desde hace mucho tiempo. Sería absurdo pensar que se trata de un partido político en pleno que salió a la calle a expresar su descontento, lo que está ocurriendo es que se ha puesto término a un ciclo que bordea los 40 años y se da inicio a uno diferente.

Resulta inevitable pensar en que en lo inmediato este movimiento va a lograr grandes cosas porque la derecha en el gobierno no va a modificar la esencia de su pensamiento y doctrina. Luego que se ponga fin a las tomas de colegios o universidades, que se lleve a efecto una reunión en una mesa de diálogo no va a resolver los problemas, el presente en esta etapa finaliza con la elección presidencial de este año. La ciudadanía debe entender esto y los dirigentes también deben comprenderlo. Con una mirada de futuro de esta forma la movilización puede ser estratégicamente oscilante pero de norte claro.

Cómo enfrentar el futuro

Lo primero es una precisión, cuando se habla de futuro puede haber una tendencia de ubicarse en varios años más, sin embargo, tengo la convicción que el futuro en estas materias no admite postergación y se inicia dentro de un minuto por no hablar de segundos. Al momento de señalar que con el gobierno de derecha se llegaba a una cima, es importante tener en cuenta que el descenso hacia algo diferente no debe ser “montados en una tortuga”.

Para beneficio de la derecha en apariencia estamos en un país un tanto acéfalo desde el punto de vista político y para beneficio de la ciudadanía sus demandas son no cuestionables por la mayoría.

Como le gusta a la derecha para darle relevancia a los acontecimientos, se trata de temas de Estado. Pero estos temas de Estado impuestos por la ciudadanía son cuestiones largamente postergadas y sobre las cuales dentro de lo racional las mayorías tienen que decidir.

Las fuentes de energía, la destrucción de la naturaleza, el nulo mejoramiento de la Educación, son una parte del problema ciudadano. Ya que hay cuestiones más prioritarias que son la acentuada desigualdad y el estar supeditados a una Constitución que viene de los designios de la dictadura. Ello lleva a algo que se planteaba en el década de los 80, está pendiente la recuperación de la democracia.

De aquí salen temas que se deben plasmar en un detallado programa de gobierno para el 2014, que tenga como principal característica la inclusión de la demanda ciudadana no a corto plazo sino para un tiempo duradero.

Pero ello no es todo, cuando se hace estos análisis es inminente la necesidad de incitar a la organización y a la unidad, lo cual se torna indiscutible. En esta materia lo que resulta vital para el país es dar fuerza a un nuevo referente político que esté abierto de manera decidida a propiciar transformaciones sociales, aún teniendo una minoría dominante que se sienta perjudicada. En estas condiciones se pueden constituir muchos referentes, pero en pro de la unidad lo adecuado es que no sean demasiados y debe existir la conciencia que por la magnitud de los cambios a realizar hay un período no menor en que se puede avanzar juntos, las diferencias naturales se pueden dar más adelante, eso sí la hegemonía y los dueños de la verdad no sirven.

Hay que comprender que el dinamismo de la sociedad y la solución de los problemas estructurales contribuirán al buen entendimiento junto a la valoración del país en que se vive. Si se da la premisa que la gente vive bien y a la vez se le va dando paso a las generaciones más nuevas, existe la posibilidad de alcanzar una justicia social estable y hasta pudiera ocurrir que no se manifiesten diferencias.

Estos cambios son urgentes. Es real que en las movilizaciones en la calle surgen grupos minoritarios que ejercen la violencia y ello se puede tomar como acción aislada, si la postergación a las soluciones se extiende en el tiempo, una consecuencia posible es que antes de finalizar la década la violencia sea más generalizada, aunque por cierto no resulta en absoluto deseable alcanzar esta fase de acontecimientos, pero ahí ya no se trataría de una violencia de dudosa procedencia sino que el fruto de un alto grado de frustración.

El proceso de realización de cambios debe tener a todos convencidos, los que tengan opiniones contrarias a las decisiones que se puedan adoptar no sirven, ya que es inadecuado que en el ejercicio de un gobierno, cualquiera sea el signo de esté, convivir en un alto grado de divergencia.

En el actual escenario político se ve que a pesar de todas las características con que han sido percibidos los gobiernos de la concertación, ese sector no sólo tiene una candidatura de alguien proveniente de sus filas, sino que además Michelle Bachelet tiene la condición de haber sido Presidente de la República, esto implica que además de responder por cuestiones que hoy son partes de promesas electorales, en su gobierno no existió la conciencia de haberlas puesto en práctica. Se agrega a esto que la conformación del equipo ministerial fue bastante deficiente, principalmente personificado en la ex Ministra de Educación que era de un corte bastante conservador y de un pasado confrontacional con el movimiento estudiantil. Deben tener cuidado que no siempre la reincidencia es apropiada y puede ser un signo de seguir postergando soluciones, además hay un atenuante de 20 años con muchos atisbos de carencia de voluntades y brotes de intereses personales.

La mirada de las primarias del 30 de junio, para la concertación puede tener dos lecturas: una es la del éxito total en materia de participación, pero por otra parte es real que muchos ciudadanos se quedaron en sus casas, sin interés en hacerse participes de esos comicios. En términos globales juntando a todos los participantes de primarias, casi un 80% no se hizo presente en esa oportunidad cifra que es bastante significante. Un dirigente concertacionista, se refería a que la elección no estaba ganada pero que sí hay una posibilidad alta que sea su abanderada la que sea elegida. Sin embargo, haciendo una equivalencia entre posibilidad y probabilidad, en este caso por las características nuevas del electorado, donde todos tienen derecho a voto, no existe un dato duro a partir del cual se pueda inferir cuántos de ese 80% va a concurrir a las urnas el 17 de noviembre y cómo van a decidir. Si es totalmente aceptable y con un 100% de probabilidad, que no todos van a ir, pero estadísticamente el país en esta oportunidad se encuentra en una instancia de incertidumbre donde cualquier cosa puede pasar por mucho que siempre todos quieran hacer notar que es “su candidato” el triunfador. Posiciones de esta naturaleza relegan a segundo plano la forma en que se han dado los acontecimientos a lo largo de 23 años en que de manera paulatina habían dos sectores que se negaban a cambios estructurales.

El futuro también debe entenderse con una característica de la ciudadanía que difiere de otros tiempos, hay temas en que la convocatoria fluye a través de la comunicación tipo “telegrama” de las redes sociales con una agilidad sin precedentes y en el caso de la Educación es gravitante una ciudadanía que por largo tiempo ha estado expectante sin que ocurra nada de resultados que impliquen transformaciones sociales, el statu quo ha sido lo más visible.

Esbozo para el Programa presidencial 2014

Hay una exigencia de dar forma desde ya al perfil de un programa para el próximo gobierno, en relación a eso van cuatro propuestas concretas:

1.- Se debe asegurar un gobierno de participación ciudadana, por lo cual aparte de promover la formación de organizaciones, deben generarse mecanismos resolutivos a través de consultas ciudadanas que vayan mucho más allá que actos acotados a los municipios. En forma específica el plebiscito tiene que ser una forma de construir democracia y la forma de establecer acuerdos liderados por las mayorías. Es mejor visto muchos ciudadanos tomados de la mano en las calles celebrando un acierto gubernamental, que derechistas con concertacionista haciendo un espectáculo de este estilo en uno de los salones de La Moneda.

2.- Se debe crear un Consejo Consultor permanente para asesorar en políticas educativas formado por representantes del mundo académico, estudiantil, de padres y apoderados, representantes del Consejo de Rectores y del Colegio de Profesores. Este Consejo debe ser de consenso y con representación de todas las regiones del país.

Son las fuerzas vivas de la sociedad las que deben ser sometidas a consultas y terminar con ese ciclo en que aparece un problema, luego viene el experto, pero la experticia no le alcanzó para impedir que se produjera el problema.

3.- Hay que presentar los cambios en la Educación como ejes de un proceso de transformación social no en forma aislada ni segmentada. Si se persigue una buena educación debe ser aplicada de manera transversal.

4.- Las medidas contra la desigualdad deben ser muy claras y exteriorizadas en toda su magnitud. Esto no pasa de manera exclusiva por la carga impositiva, debe ser el fruto de cuánto está dispuesta cada persona a poner de su parte para contribuir a que esa condición de injusticia desaparezca.