Más de 1800 personas se hicieron presentes este 11 de septiembre de 2013 en el Patio Domeyko, el Salón de Honor, el Patio Andrés Bello, en los pasillos del segundo piso y también en el frontis de la Casa Central en el marco del acto denominado “40 años de memoria: Con Chile y la Universidad en el corazón”, con que la Universidad se hizo parte de la conmemoración de cuatro décadas tras el Golpe de Estado de septiembre de 1973. En la ceremonia ofrecieron discursos representantes de todos los estamentos universitarios, quienes participaron con sus experiencias y reflexiones sobre los años de dictadura.
“Estamos aquí convocados por el deseo de la restauración”, enfatizó el Rector de la U. de Chile, Víctor Pérez Vera, quien añadió que “el evocar hoy a los profesores y profesoras, estudiantes, funcionarios y funcionarias, egresados de la Universidad y sus familiares que fueron ejecutados, desaparecidos, detenidos, torturados, encarcelados, exiliados, relegados, exonerados, expulsados, obligados a renunciar y sumariados durante la dictadura militar constituye un acto ineludible de cara a los 40 años del Golpe de Estado. A ellos y ellas está dedicada esta placa, “como obligación de memoria”. También realizó un reconocimiento y un homenaje a la generosidad y la valentía de la inmensa mayoría de la comunidad “que hizo posible la mantención y preservación de nuestra Universidad y de sus valores”.
“Miles de familias chilenas, algunas por casi cuarenta años, y muchas relacionadas con la Universidad de Chile, han vivido todo este largo tiempo deambulando, como las refugiadas de Kazantzakis, pero sin tener el consuelo de llevar a sus espaldas los huesos de sus padres, madres, esposos, esposas, hijos, hijas, hermanos y familiares, sin tener el fundamento sobre el cual ellos y ellas puedan construir su nueva aldea, su nuevo hogar, su identidad. ¿Cómo es posible querer olvidar lo pasado en estos cuarenta años, hablar de reconciliación, pedir perdones, decir que hay que mirar hacia adelante, si nos olvidamos de que como país no somos capaces, todavía, de decirles a aquellas miles de familias, dónde pueden ir a colocar una flor al lugar en que están enterrados o en que fueron arrojados los restos de sus seres queridos? ¿Cómo y por qué seguir negando a esas familias ese mínimo gesto de humanidad y de dignidad? ¿Hasta cuándo les hacemos interminables sus noches y agonizantes sus días? ¿Es que de tanto ver a esas madres, con las fotos familiares arrugadas y apretadas en sus pechos, hemos olvidado el brutal drama y la angustiosa pena que arrastran día a día? ¿Es que estamos esperando que ya no quede ninguna de ellas para no tener que sentir vergüenza de nuestra falta de humanidad al mirarles a sus ojos?”, interpeló el Rector.
“Desde esta Casa Central hago un llamado humilde, suplicante, a todas las mujeres y a todos los hombres de buena voluntad de nuestro país para que aunemos nuestras voces y acciones en pos de llevar la paz a las familias de los detenidos desaparecidos. Sólo cuando esas miles de madres encuentren el sosiego del reencuentro con sus hijos e hijas, sólo entonces podremos hablar de que existe la esperanza de una reconciliación en nuestro país. Al final del libro de Kazantzakis los refugiados deben escapar nuevamente ante la llegada de las tropas turcas. ‘Pasaremos primeramente por el Sarakina – les dijo el pope -, pues allí vamos a enterrar a Manolios; después desenterraremos los huesos de nuestros antepasados y nos pondremos en camino nuevamente. ¡Ánimo hijos míos, no temáis nada, arriba los corazones, somos inmortales!’”, expresó a la comunidad.
Durante la ceremonia se recordó otros actos conmemorativos en que la Universidad ha rendido homenaje y reconocimiento a miembros de la comunidad que fueron víctimas de la dictadura, como en 1991 cuando se entregaron más de 50 títulos póstumos a estudiantes desaparecidos y ejecutados.
Reconstrucción de la memoria histórica
El acto contó también con la participación del profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Humberto Giannini, quien analizó la importancia del perdón en el proceso de una reconciliación nacional. “Pedir perdón implica abandonar justificaciones, implica autoconfesión (…) Por el momento sólo tenemos el ‘nunca más’ que toca muy fuertemente a la Universidad de Chile, pero falta el perdón”, argumentó el Premio Nacional de Humanidades y Cs. Sociales.
El Vicepresidente del Senado Universitario Pedro Cattan llamó al a comunidad a ser optimistas y seguir unidos por un Chile más justo y enfatizó que “el futuro de la U. de Chile no es niebla, no es una brisa que pasa susurrando sobre los gritos del ayer. El futuro de la Universidad es esperanza, es grandeza, es pueblo y libertad”.
La Vicepresidenta de la FENAFUCH Myriam Barahona recordó a la comunidad “que entre los pasillos subterráneos de las distintas Facultades, comenzaba a organizarse. Valientes todos, arriesgando la vida en estos, perseguidos y exonerados, otros detenidos desaparecidos y muchas torturados. Siguieron pensando que la U. de Chile no podría ser acallada”.
Mientras el Presidente de la Federación de Estudiantes de la U. de Chile Andrés Fielbaum, planteó que el miedo sembrado en dictadura evolucionó hacia un miedo a la sobrevivencia en esta sociedad de mercado. “Un miedo a la vejez por no saber como mantenerse, un miedo a cómo costear la salud y una educación de calidad”.
Por su parte, la senadora estudiantil Scarlett Mac-Ginty rindió homenaje a los miembros de la universidad “que ya no están con nosotros. Sobran sentimientos y faltan palabras para recordar a esos hombres y mujeres, a esos compañeros con ideales tan poderosos y nobles que fueron capaces de dar la vida por ellos. Eso no puede ser olvidado”. Y destacó que las nuevas generaciones no son ajenas a la historia de Chile y que en conjunto debemos construir la reconciliación.
En representación de las y los académicos, el presidente de la ACAUCH, profesor Héctor Díaz expresó: “Tenemos muy clara nuestra misión: mantenernos atentos, vigilantes para defender los embates que los gobiernos han cometido, incluso después del fin de la dictadura. Sin embargo, ellos no dañarán los principios fundamentales de nuestra institución y que tienen que ver con un compromiso arraigado en nuestro espíritu: Seguir siendo la Universidad Pública de este país, vigilante, luchadora, crítica y viva”.
Placa en Patio Domeyko
En el Patio Domeyko se develó una placa en recuerdo de todos los miembros afectados por la dictadura en que se lee el siguiente poema de Pablo Neruda.
“Saber es un dolor. Y lo supimos: cada dato salido de la sombra
nos dio el padecimiento necesario:
aquel rumor se transformó en verdades,
la puerta oscura se llenó de luz,
y se rectificaron los dolores.
La verdad fue la vida en esa muerte.
Era pesado el saco del silencio”