Con la excepción de los rebeldes sirios y de algunos líderes republicanos en EE.UU, que rechazan frontalmente el acuerdo de Ginebra, los responsables políticos coinciden en que lo pactado ayer por John Kerry y Sergei Lavrov, jefes de la diplomacia estadounidense y rusa, es un avance… Pero el grado de entusiasmo varía sensiblemente de un país a otro.
Aquellos que, como China, se oponían firmemente a una intervención en Siria, expresan una clara satisfacción ante el acuerdo que, afirma Pekín, despeja el camino a una solución política. También algunos europeos, como Alemania, han expresado su alivio ante la salida diplomática para el desmantelamiento del armamento químico sirio.
Francia se ha mostrado más prudente sobre el alcance del logro diplomático del sábado en Ginebra. “Hace tan solo unos días el régimen sirio negaba disponer de armas químicas o de haberlas utilizado…Ahora estamos en una fase más positiva pero el objetivo sigue siendo el mismo, es decir, encontrar una solución política para el conjunto de los problemas y no únicamente el asunto de las armas químicas”, declaró
Laurent Fabius desde Pekín, donde este domingo se reunió con su homólogo chino.
Más obvio es el escepticismo de los dirigentes turcos que, después de haber presionado en favor de una intervención militar, subrayan ahora el temor de que el acuerdo de Ginebra sea explotado por el régimen sirio para ganar tiempo.
Los plazos fijados por el acuerdo Kerry-Lavrov establecen que Damasco dispondrá de una semana para presentar una lista de su armamento químico, un arsenal que tanto rusos como estadounidenses evalúan en unas 1.000 toneladas. El proceso se desarrollará con el apoyo logístico y administrativo de la ONU, cuyos inspectores regresarán a Siria en noviembre. La supervisión de los centros que albergan armas químicas se hará sin restricciones.