Adolfo Pérez Esquivel recibió en 1980 el Premio Nobel de la Paz de la Academia Sueca, como fruto de su compromiso con la defensa de la democracia y los Derechos Humanos (DD.HH.) por medios no-violentos frente a las dictaduras militares en América Latina. Esta semana ha estado de visita en Chile, para entregar su diagnóstico sobre la situación de los derechos fundamentales en nuestro país, y en este contexto planteó la “falta de discusión pública sobre el rol de las Fuerzas Armadas en la democracia”, particularmente en el actual escenario de campaña presidencial. Primero, Pérez Esquivel repasó la historia del país al decir que “el Ejército ha concretado 23 masacres en contra del pueblo, lo que se funda en la hipótesis de conflicto según la cual el enemigo está al interior del país”.
Aquí se fundan conceptos que según el líder social “son extraños a la democracia”, como por ejemplo el de “la familia militar”, cuando en realidad se supone que las Fuerzas Armadas son de todos y están subordinadas al poder civil. Pérez Esquivel dice que el Ejército, la Armada y la FACH “son instituciones desintegradas de la sociedad chilena”, y recomienda que los organismos de DD.HH. puedan ingresar a los cuarteles a informar y hacer memoria, como ya sucede en países como Argentina.
En este sentido, el Premio Nobel de la Paz señaló que “dentro de las democracias tenemos que ver cuál es el rol de las Fuerzas Armadas en la construcción democrática, este es el desafió, porque no veo que los dirigentes políticos asuman en sus campañas electorales el rol de las FF.AA. No es una fuerza que son separada del pueblo, tiene que estar al servicio del pueblo, pero terminan siendo tropas de ocupación de sus propios pueblos, y no veo que los partidos políticos esto tenga prioridad y las FF.AA. no permiten a los políticos meterse en sus problemas”.
En la conferencia de prensa realizada en la sede de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, en Santiago, Adolfo Pérez Esquivel fue acompañado por Martín Almada, Premio Nobel Alternativo de la Paz 2002 (que entrega la Fundación Right Livelihood Award), quien enumeró situaciones e instituciones que ejemplifican la extraña situación de las FFAA en Chile.
Entre éstas, se cuentan un sistema de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) que entrega bajas jubilaciones a la población civil, mientras las ramas castrenses tienen un sistema de reparto que les asegura un buen pasar en la tercera edad; tienen hospitales de lujo; hay una Justicia Militar con potestad para juzgar a personas civiles; cárceles especiales para militares; se envía a uniformados chilenos a adiestrarse en la “Escuela de las Américas” de Estados Unidos (actual Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad); el Ejército dicta anualmente un curso de aspirantes de oficiales de reserva, para lo cual selecciona a personalidades con un criterio clasista; y finalmente Chile duplica el promedio del gasto militar de América Latina a través de la Ley Reservada del Cobre (que destina el 10% de las ventas de Codelco a compra de armamento), entre otras realidades que plasman la situación anormal de estas instituciones y los límites de la democracia chilena.
En esa línea, el Premio Nobel Alternativo de la Paz 2002 indicó que “a nosotros nos preocupa que existan todavía tribunales militares aquí en Chile. Cómo en democracia van a existir tribunales militares. El Estado chileno tiene un sistema de AFP para el pueblo chileno y los militares tienen su propio seguro, eso no puede ser, eso no es democracia, esta es una democracia de baja intensidad”.
Según ambos líderes morales latinoamericanos, es imperativo que la discusión pública incorpore el rol de las Fuerzas Armadas en la democracia, puesto que a la fecha el Ejército, la Armada y la FACH están desintegradas de la sociedad civil, lo que significa un riesgo para la democracia, porque operan con una ideología extraña y sobre todo porque no hay vínculo ni diálogo valórico ni histórico entre la sociedad civil de base y las ramas castrenses.-