Mario Aguilar es el actual prosecretario nacional del Colegio de Profesores y encabeza la lista A: Refundación, Paremos los abusos, Nuevo Gremio, Nueva Educación, que busca presidir la organización durante el próximo año. En entrevista con Radio Universidad de Chile enfatiza el llamado a los sesenta y un mil profesores colegiados a votar en las elecciones del 29 de noviembre. “Si van a votar los mismos de siempre el resultado de la elección es más menos predecible, va a ser lo mismo de siempre. Pero si participa ese porcentaje importante que se ha restado, porque no se siente interpretado, esta historia la cambiamos”, asegura.
¿Cuál es su diagnóstico sobre la actual situación de los profesores en Chile?
Hoy día la profesión docente es una profesión agobiada. Por un lado se responsabiliza a los profesores de todos los males de la educación chilena, lo cual es bastante injusto y además muy poco autocrítico por parte de las autoridades, porque evidentemente la educación chilena está en muy mal pie, así lo muestran distintos informes de todo tipo, incluso internacionales, pero es un problema estructural. Yo no digo que los profesores no tengamos cosas que corregir, revisar y evaluar de nuestro quehacer para poder mejorar, pero no cabe duda que las razones de fondo de la crisis de la educación chilena son problemas estructurales de un modelo de mercado que ha fracasado.
Por otro lado, existe una práctica muy malsana que se ha instalado en el sistema en los últimos años donde al profesor se le exige una cantidad enorme de trabajo burocrático totalmente inconducente y absolutamente inútil. El profesor hoy día no tiene tiempo para focalizarse en lo fundamental de su labor educativa, que es hacer clases, ocupa gran parte de su tiempo en llenar papeles y formularios que de ninguna manera sirven para mejorar las clases, sino que solo para controlar al profesor, para agotarlo, para tenerlo absolutamente dedicado a hacer otras tareas, con un abuso tremendo. Es una situación muy compleja y el gremio, muy debilitado, no ha tenido la fuerza suficiente para enfrentarla y conseguir que este tremendo error se corrija.
¿Considera que estos problemas se han ido agudizando en el último tiempo?
Ahí hay una situación un poco contradictoria. Hace unos meses atrás una encuesta preguntaba por el nivel de confianza en distintas instituciones y el profesorado estuvo entre las más altas. El 66% de la población confiaba en los profesores, a pesar de las sistemáticas campañas de desprestigio de ministros y de medios de comunicación oficialistas, que uno hasta podría pensar que ha sido algo pensado y diseñado para controlar a este gremio un poco chúcaro, un poco rebelde, que tradicionalmente ha estado muy movilizado, en el sentido de aplacarlo, domesticarlo. Y por supuesto esto nos ha afectado como gremio. Súmele a eso conducciones erróneas en los últimos tiempos en el Colegio de Profesores que no han permitido instalar debidamente al gremio con un discurso solvente, con una capacidad de discutir esas políticas internacionales. Un gremio que se le ha visto muy en lo reivindicativo nada más, con un esquema antiguo de gestión gremial muy basado en el eslogan, en la cosa más bien panfletaria y sin un discurso suficientemente contundente desde el punto de vista técnico, de hablar como experto en educación de manera tal de que la gente nos vea como lo que somos: profesionales de la educación cuya opinión debe pesar y debe escucharse.
¿Cuáles son las críticas a lo que se ha estado haciendo hasta el momento en el Colegio de Profesores?
Nosotros tenemos dos problemas fundamentales. Por un lado, un discurso muy débil en los temas educacionales y, por lo tanto, hemos perdido el espacio de expertos en educación que naturalmente debemos ocupar ante la sociedad chilena, el que ha ido siendo ocupado por otros actores, economistas, ingenieros, sociólogos, que dan otro punto de vista que puede ser útil, complementario, pero que no son el foco de la educación, que es la mirada pedagógica.
Por otro lado, hemos tenido un manejo de los partidos políticos que ha sido absolutamente inapropiado. La gente a veces dice que hay que despolitizar al gremio, nosotros creemos que tenemos que más bien politizarlo en el sentido correcto del término politizar. Tenemos que ser capaces de estar en la discusión política en materias educacionales, interlocutar y tener capacidad de influir sobre las decisiones políticas. Pero lo que tenemos que hacer es despartidizar al gremio. Lo que hemos tenido en los últimos años es que partidos políticos digitan la acción gremial y eso nos parece que no debe ocurrir, nosotros debemos tener plena autonomía de las cúpulas partidistas sin significar eso que la dirigencia y el profesorado no tenga una visión política de las cosas.
¿Cómo solucionar esta crisis en el profesorado?
Nosotros hablamos de refundar al gremio, ponerlo acorde a los tiempos. En ese sentido, tiene que ser un gremio que sin dejar de lado la lucha reivindicativa, porque en materia salarial no ganamos aun lo que corresponde, tenemos que incorporar mucho más una competencia en el área de las políticas educacionales, en el área de currículum, construir nuestras propias propuestas con suficiente calidad y solvencia de manera tal que logren influir. Tenemos que recuperar ese espacio y, para ello, necesitamos una reestructuración muy de fondo. Queremos un gremio mucho más instalado en el tema pedagógico sin dejar de lado otras luchas. En esta, nuestra área específica, que es el tema educacional, hay una evidente debilidad que nosotros queremos subsanar, enfatizando mucho el trabajo en ese campo. También creemos que es necesario que el perfil de liderazgo de la dirigencia cambie, de un dirigente que solo tiene este perfil de lucha callejera, muy acorde a los finales de la dictadura donde efectivamente eso debía ser el foco central, al que se agregue un discurso mucho más competente y más solvente en estas otras áreas. Ya no basta el puño en alto, ahora se requiere también un buen discurso y una buena competencia en el dominio de las ciencias de la educación, es una exigencia ineludible de la dirigencia que esté representando al profesorado.
Se trata, entonces, de diversificar los espacios.
Cuando hay un conflicto educacional y va el presidente del gremio a un programa de televisión masivo, eso lo ven millones de personas. Y ese espacio que se tiene debe servir para instalar una imagen del profesorado que haga que la gente nos considere, porque se está hablando con fundamentación, porque hay un dominio de las áreas de la educación. Eso es bueno para Chile, no solo para los profesores. En la medida en que los profesores influyamos más dentro de la sociedad y en las decisiones sobre la educación, la educación va a volver a su foco. Chile necesita que el profesorado tenga mucha más influencia en las decisiones, porque nuestra mirada es pedagógica y social, no simplemente economicista. La sociedad tiene que volver a creernos, tiene que volver a escucharnos con mucha más atención y para eso tenemos que tener un discurso mucho más creíble.
Los programas de los candidatos a la presidencia, en materia de educación, se asesoran con economistas e ingenieros, pero no con profesores.
Particularmente nosotros intentamos tener influencia en algunas candidaturas y creo que se nos escuchó, pero no fueron las candidaturas ganadoras. Y por lo tanto, tenemos que tener más que la influencia intermediada, una capacidad directa de influir en la sociedad con nuestra postura. En la medida que la ciudadanía nos escuche y nos vuelva a creer, eso en sí mismo va a ser una influencia política importante. A Chile le conviene que el profesorado vuelva a tener el peso que ha perdido, porque entonces la influencia en la educación va a ser desde una mirada social y pedagógica, eso es lo que ha perdido la educación y lo que necesita urgentemente corregir.
Desde otros movimientos sociales se ha apuntado a la multisectorialidad, al trabajo entre estudiantes, profesores y trabajadores. ¿Cómo proyectan esta relación para el próximo año?
Es evidente que hay muchas luchas que la sociedad chilena tiene que dar, donde no basta con un actor solo. Lo que demostró el conflicto de la educación es que ningún sector por sí solo, por fuerte que sea su movimiento, puede lograr los cambios, lo que hace fundamental la unidad de los actores. La gente, y el mismo profesorado lo dice, vio como en las movilizaciones estudiantiles el Colegio de Profesores iba a la cola, a veces parecía que el presidente se instalaba para la foto, pero no había una participación más consistente. Nosotros tenemos que corregir eso, tenemos que desarrollar nuestra capacidad de interlocutar con los otros sectores, pero también desarrollar nuestra propia capacidad de movilización para poder contribuir a ese movimiento.