Es curioso que los medios de comunicación hayan invisibilizado la publicación de un catastro público de faenas mineras abandonadas, que ha evidenciado la existencia de 520 de estos emplazamientos, que permanecen sin remediación ambiental, contaminando suelo, aire y agua superficial y subterránea. Esto es crítico, porque la condición de estas faenas mineras implicahundimiento de tierra, tranques de relaves que filtran metales pesados hacia napas subterráneas o tienen riesgo de colapso; botaderos de estériles; obras derrumbadas; generación de material particulado o polvo en suspensión sobre comunidades humanas, ecosistemas naturales y glaciares (lo que acelera su derretimiento).
Sí se da cobertura a una serie de informaciones numéricas referidas a totales exportados o al precio de minerales, con los cuales se repite una y otra vez que Chile sería “país minero”. Esta caricatura, aparentemente inofensiva, es en realidad muy perjudicial para entender la complejidad de nuestra matriz productiva. De hecho, este reduccionismo de “país minero” tiende a ningunear a los demás sectores de la economía, como es el caso de diversos tipos de turismo, comunidades locales e indígenas, la hidroelectricidad, la agricultura regional, la preservación ambiental, etcétera.
Para intentar una corrección del problema de contaminación de minas abandonadas, está vigente desde noviembre de 2011 la Ley 20.551 de Cierre de Faenas e Instalaciones Mineras, que obliga a depositar una garantía financiera al iniciar la explotación de un yacimiento, para así disponer de fondos al final de la explotación. Pese a ello, esta ley no tiene efecto retroactivo y a la fecha además no existen procesos de cierre iniciados al amparo de esta nueva normativa. O sea, lo más probable es que el Estado deba hacerse cargo de la remediación ambiental de las antiguas faenas abandonadas, pero al mismo tiempo fiscalizar que las minas sean cerradas cuando corresponde, para que no se perpetúe una actividad ficticia con la finalidad de evitar el costo de la remediación ambiental.
El objetivo de sustentabilidad de la minería pasa precisamente por reconocer que Chile no sólo es un país minero, sino que existen múltiples usos del territorio que ameritan un ordenamiento y una cohabitación que precisamente nos salvaguarde del riesgo asociado al monocultivo. Todavía estamos lejos de esa forma de ver nuestro desarrollo económico.
Rodrigo Álvarez Seguel
Experto en derecho ambiental.
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