La crisis de Ucrania sirvió de excusa, para acelerar la visita del presidente estadounidense Barack Obama a Europa, aprovechando para ello la conmemoración de los 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial en el Viejo continente.
Pretexto para poner en la mesa de discusión el aumento en gastos militares, la firma de un tratado de Libre Comercio de alcance global y el cerco de Rusia avizorado por Washington como un peligro para sus planes con Europa. En Bruselas, frente al Consejo Europeo, Obama declaró la nueva estrategia política y comercial de Estados Unidos con relación a Europa y la creciente influencia rusa en la región euroasiática. En la sede del Consejo Europeo, Obama reclamó a los líderes de la Unión Europea (UE) y a los miembros de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) un mayor grado de compromiso, para garantizar la seguridad frente a lo que denominó “las amenazas externas”. Un claro llamado a que la UE y sus miembros aumenten sus gastos de defensa y con ello impulsar las ventas del complejo militar industrial estadounidense “todo el mundo debe contribuir, porque hay que costear el personal, los activos y los entrenamientos necesarios para tener una OTAN creíble” sostuvo el mandatario norteamericano.
UCRANIA: EL PATO DE LA BODA
Al mismo tiempo Obama sentó las bases de la que se considera será la zona libre de comercio más grande del mundo, con un mercado de 700 millones de personas y que significa el 46% del PIB mundial, el denominado Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) idea que ha generado un intenso debate sobre las consecuencias laborales, ambientales y económicas para Europa en desmedro de los estándares comerciales estadounidenses. Se considera que Washington pretende asegurar con el TTIP su liderazgo económico mundial, dar la extremaunción a la subsidiada agricultura europea y permitir el imperio energético de Washington en menoscabo del gas ruso y el petróleo del Medio Oriente. En ese marco, Ucrania es el subterfugio para hacer asomar el fantasma del “oso Ruso” y someter Europa a los dictados de Washington.
Los acontecimientos derivados del Golpe de Estado en Ucrania, que derribó el gobierno de Vicktor Yanukóvich, el referéndum independentista en Crimea, que determinó la secesión de esta República Autónoma y su petición de incorporarse a la Federación Rusa y el actual estado de cosas entre Estados Unidos, la UE y Rusia muestra, que la relaciones internacionales ha vuelto, a ojos del mundo occidental a reeditar la Guerra Fría y en el caso ruso, a manifestar, que en “su espacio” no permitirá que se le vuelva a cercar como se hizo tras el derrumbe de la ex Unión Soviética.
Ese es el marco político e ideológico que mueve a los contendientes en la crisis ucraniana. Desde los Estados Unidos, prima el pensamiento de considerar al gobierno de Vladimir Putin, como una especie de recreación de la ex URSS. Las declaraciones de la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton así lo signan “existe en Rusia un movimiento que trata de resovietizar la región…que lo llamarán Unión Aduanera, Unión Euroasiática o algo similar pero donde tenemos claro cuál es el objetivo y determinaremos la manera más eficaz para frenarlo o impedirlo”. Se suma a ese pensamiento, la opinión del ex Consejero de Seguridad del ex presidente Jimmy Carter y asesor en política exterior de la campaña presidencial del otrora senador Barack Obama, Zbigniew Brzezinsky – nacido en Polonia – quien sostiene que “Sin Ucrania, Rusia deja de ser un Imperio, mientras que con ella, primero comprándola y luego sometiéndola se convierte automáticamente en Imperio”. Anquilosada visión, que ha movido las acciones de occidente con relación a Rusia desde la Guerra en Chechenia, los sucesos en Georgia y maximizado ahora con Ucrania.
Hoy, la gran diferencia que en este tercer lustro del siglo XXI, Rusia no se encuentra aislada en sus proyectos de recuperación de las glorias de antaño y la defensa de sus áreas de influencia y puede, por tanto, evitar la estrategia estadounidense y sus aliados de la UE de reducir sus pretensiones políticas, económicas y militares. Para ello Brasil, India, China y Sudáfrica, miembros junto a Rusia del grupo de países denominado BRICS han condenado las sanciones dadas a conocer por Estados Unidos y vislumbradas por la UE contra Rusia., alentando incluso el reemplazar parte del mercado europeo a través de la apertura de este enorme bloque de gran poderío económico y demográfico.
La idea que ha primado en las administraciones estadounidenses, tras el colapso del campo socialista, es considerar que Rusia representa en el Nuevo Orden Global un peligro menor. Podía aspirar a ser un “imperio” como antaño, pero uno de carácter regional, sin acercarse demasiado a la Fortaleza Europa. Ello implicaba, que ni Georgia ni Ucrania podían formar parte de las intenciones de buscar mayores espacios de ampliación. Por ello Crimea y su incorporación a la Federación Rusa no es el problema mayor para occidente, sino que la influencia que pueda tener esa decisión en las zonas ruso-parlantes del sur y del este de Ucrania, que son las zonas más industrializadas de este país y en las cuales la influencia de Moscú se dejan sentir con fuerza. Súmese a ello
Los europeístas más estrechamente ligados a estados Unidos sostienen que si Rusia intenta ocupar Ucrania y avanzar al oeste, Europa con o sin la OTAN debería actuar “habrá guerra aunque toda Europa tiemble de frío” anticipan algunos analistas como Fernando Mires. La realidad, sin embargo, indica que Washington tendrá que hacer muchísimos esfuerzos y soltar su billetera si desea que Europa lo acompañe en su cruzada de castigo a Moscú. Esto, porque las inversiones rusas en Inglaterra y España, la dependencia energética de Alemania del gas ruso son elementos a tener en cuenta a la hora de profundizar las sanciones que pretende Estados Unidos.
Desde Alemania se han dado luces respecto a lo difícil que será no depender de la energía proveniente del Este o tratar de suplir el gas que Rusia proporciona a Ucrania en momentos que ambos países enfrentan dificultades en sus relaciones bilaterales. El vicecanciller alemán, Sigmar Gabriel, admitió que la UE no puede suministrar a Ucrania el gas natural que Rusia entrega hoy “No existe ninguna alternativa razonable al suministro de gas natural ruso y es muy poco probable que Rusia deje de suministrar energía a Ucrania debido a la crisis por el que está atravesando Kiev”, Precisó el Vicecanciller alemán quien es además Ministro de Economía y Energía. A juicio de Gabriel Europa no puede dejarse llevar por el pánico ya que incluso, en los tiempos oscuros de la Guerra Fría, Moscú respetó y cumplió con todos los acuerdos rubricados.
Recordemos que Rusia, junto a empresas europeas están operando el mega- gaseoducto Nord Stream que sale del mar Báltico y no pasa por Ucrania y que ya tuvo un volumen de negocios que superó los 500 mil millones de dólares el año 2012. El 51 % de la empresa Nord Stream AG, la operadora del gaseoducto, pertenece a Gazprom. Los alemanes E.ON Ruhrgas y Wintershall poseen el 15,5 % de las acciones, la holandesa Gasunie y la francesa GDF Suez el 9 %. Se une a ese gaseoducto el denominado South Stream, proyecto de transporte que llevará gas de Rusia al sur de Europa, a través del Mar Negro y que estar a un costo de 20 mil millones de euros operativo el año 2015. Rusia es el tercer socio comercial de la UE, detrás de Estados Unidos y China y bien sabe Bruselas que el 75% de la inversión extranjera directa en Rusia es Europea y en época de crisis como al que vive la UE, es un mercado que difícilmente se puede desechar. Rusia es un pilar importantísimo en la economía global.
EL AMIGO AMERICANO
“La situación en Ucrania nos recuerda que la libertad no es gratis” sostuvo el presidente estadounidense Barack Obama en su primera visita a la sede del consejo europeo un Bruselas, Bélgica. Allí y ante medidas de seguridad sin precedentes en Europa, Obama verbalizó lo que los halcones y la derecha norteamericana han impuesto como línea discursiva frente a Rusia: “Estados Unidos es el país más poderoso del mundo y Rusia es una potencia regional. Moscú tiene el derecho de mantener sus tropas en cualquier zona siempre y cuando sea su territorio. Eso sí, la estrategia de Rusia supone una intimidación y los próximos movimientos dependerán de cómo está la unidad internacional”.
Con sus palabras, Obama no sólo expresó el desprecio a un país, que siente que tiene un peso regional y mundial importante, sino también da muestras de su pensamiento hegemónico y profundamente imperial, al considerar que los movimientos de tropas o acciones políticas que ejecute un país, en este caso Rusia, son transgresión al orden internacional y en cambio los hechos que condujeron a la ocupación de Afganistán, Irak y Libia entre otros por parte de Estados Unidos y sus aliados, son ajustadas a la legalidad. Es este discurso el que demuestra fuera de toda duda, que el interés de Estados unidos no radica en la defensa de la democracia, sino que el cautelar sus intereses geopolíticos en una zona donde considera que sus aliados europeos deberían tener más presencia. El analista Carlos Santa Maria sostuvo ante el medio noticioso Rusia Today que “existe una amnesia permanente del régimen estadounidense, puesto que toda la historia dice que ellos, como potencia, han intervenido en todos los países pequeños”
Estados Unidos, tras su fracasos en Afganistán e Irak, principalmente – ha concretado tres lustros de largas y costosas guerras de intervención, tras los atentados del 11 de septiembre del año 2001 – Ello ha generado no sólo dificultades políticas internas, sino gastos económicos enormes y obligó a cambiar su estrategia de intervención militar en el mundo, a través de lo que se conoce hoy como Leading From Behind (dirigir desde atrás). Nueva estrategia estadounidense que comenzó a operar en Libia, donde Obama dejó que sus aliados europeos tomaran la iniciativa política, diplomática y finalmente militar para derrocar a Gadafi y ahí llegar Washington para el reparto de los jugosos contratos para reconstruir lo que se había destruido y ver las mejores opciones para el petróleo y el gas libio. Con Siria se implementó la misma estrategia dejando que las Monarquías del Golfo, Turquía e Israel sean los artífices de la agresión contra Siria y Estados Unidos articulando las sanciones y presiones contra Damasco.
En el caso ucraniano, Washington, si bien la estrategia del Leading from Behind se muestra palpable, se ha implementado una puesta en escena donde Polonia y Alemania son los caballos de batalla en esta política anti Moscú, que se ha cuidado mucho de anunciar algún tipo de acción militar. Para el analista Enric Llopis “la opinión pública estadounidense, incluso su Congreso están en contra de nuevas guerras y pensar en un enfrentamiento militar contra Rusia son palabras mayores. Sin embargo el actuar de políticos como el senador John Mac Cain y la Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos de Europa del Este, Victoria Nuland han exhibido sin tapujos su apoyo a los rebeldes de la Plaza Maidan y eso hace deducir que estados unidos pasivo no ha sido. Bajo el ropaje de asesores militares – por los acuerdos firmados con el gobierno ucraniano surgido en la denominada revolución naranja de Kiev) y los grupos de ultraderecha, el pentágono intenta canalizar los acontecimientos del país, sobre todo ahora que Crimea se ha separado de Ucrania”
Obama en Bruselas dio un tirón de orejas a la política de cautela de Alemania, Francia e Inglaterra, que son partidarios de sanciones más bien simbólicas que efectivas contra un país con el que tienen ingentes relaciones comerciales y energéticas. Obama ha sido claro con Merkel, Hollande y Cameron, líderes de los países más poderosos de la UE “Rusia puede tomar dos caminos la diplomacia o las sanciones ya que el actuar del gobierno de Putin no es la forma de resolver los problemas en el siglo XXI…la única forma que el conflicto en Ucrania pueda ser resuelto es logrando que Rusia rebaje la tensión, si no cambia, el aislamiento será más profundo” Obama ha lanzado sus “dulces” para convencer a sus socios europeos para entrar de lleno en las sanciones contra Moscú, ofreciendo, incluso, venderle gas licuado para no depender del gas proveniente allende los Urales. Oferta, que bien saben los líderes de la UE no es algo que les llegue de la noche a la mañana.
Se une a los deseos occidentales la propia conducta anti rusa de políticos ucranianos como la ex Primer Ministro Yulia Timoshenko quien lanzó su candidatura presidencial para las elecciones del 25 de mayo por el partido Batkivschina (patria) y quien declaró que “”Tengo previsto concurrir al puesto pues soy quizás la única persona en mi partido que ha demostrado cómo se debe acabar con la corrupción…provengo de una región de Ucrania que ahora no apoya nuestra revolución, donde la lengua ucraniana es indiferente para algunas personas pero estoy segura que podré defender a Ucrania de la agresión de Rusia y devolver Crimea: considero a Vladimir Putin el enemigo número 1 de Ucrania”. La polémica y multimillonaria política sumó a sus declaraciones, la filtración de una llamada telefónica donde llamaba a tomar una ametralladora y disparar en la frente a Putin, para luego sugerir que era necesario matar con armas nucleares a los ocho millones de ucranianos de origen ruso, que habitan en su gran mayoría en el sudeste del país “
Mientras el escenario geopolítico se mueve con velocidad. Rusia maneja sus piezas al mejor estilo de su famosa escuela de ajedrez: paso a paso, metódicamente, logrando cada uno de los objetivos que se ha propuesto. Hoy Crimea, mañana, posiblemente, las zonas ruso-parlantes del sur y el este ucraniano de tal forma de afianzar lo que considera el “mundo ruso” y garantizar el suministro de trigo, cereales, explotar los campos petrolíferos en la Península de Crimea, el transporte de gas por los gaseoductos Nord Stream y South Stream y una salida libre, permanente y segura hacia el mediterráneo desde sus bases navales y militares en Sebastopol y otras zonas en el Mar Negro.
Con el referéndum de Crimea, Rusia desmontó uno de los planes de Europa y Estados Unidos, según teoriza la analista Nazanin Armanian, “el cual era Otanizar el Mar Negro y cercar definitivamente a Moscú”. A la doctrina del Leading From Behind estadounidense, Moscú ha opuesto la Doctrina Medvedev, que establece que en cualquier parte donde los intereses rusos y su población se vea afectada, Rusia tiene el deber de intervenir. A diferencia de Estados Unidos, Rusia ha decidido dirigir sus acciones en el frente mismo y ello puede obligar a Washington a redireccionar su papel como actor tras bambalinas.
En el plano diplomático la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el voto a favor de 100 de sus miembros, 58 abstenciones y 11 votos en contra, emitió una resolución donde declara “sin validez el referéndum del 16 de marzo en Crimea, que no pueden formar la base de ninguna alteración del status de la República Autónoma de Crimea o la Ciudad de Sebastopol”. Mediante el texto, que no hace referencia alguna a Rusia, la AGNU pide a “todos los Estados, organizaciones internacionales y agencias especializadas a no reconocer ninguna alteración del status” de Crimea y Sebastopol.
Ante ello Rusia hizo uso de su derecho a veto y continuará con el proceso de incorporación de estas regiones a la Federación Rusa. Al mismo tiempo, mediante un comunicado emitido por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Rusia denunció la resolución calificándola de una “iniciativa contraproducente que complica la solución de la crisis política en Ucrania. Los Estados occidentales han utilizado toda la fuerza del potencial que le sobra de la maquinaria propagandística de la época de la Guerra Fría para lograr apoyo a la resolución”.
Denuncia que el Embajador ruso ante la ONU Vitali Churkin amplió, al señalar que en esta votación de la Asamblea General de la ONU, hubo presiones y amenazas de Occidente -en especial Estados Unidos- que sirvieron para manipular el resultado de una votación, sobre la separación de la República de Crimea de Ucrania y su adhesión a Rusia El diplomático indicó, que antes de la votación, hubo naciones que fueron sometidas a una enorme presión por parte de Occidente. Muchos países se han quejado de que recibieron una fuerte coacción de las potencias occidentales para que votaran a favor de la resolución” rememorando con ello las viejas prácticas para someter la voluntad de las naciones frente a decisiones que suelen incomodar a los países más poderosos.
La situación política en Ucrania, el referéndum en Crimea, las reacciones de la Unión Europea alentadas por Washington y los países miembros de las Naciones Unidas, a través de su Asamblea General, m ha hecho recordar episodios de la Guerra Fría, con la activa participación de Estados Unidos y Rusia, en una reedición Siglo XXI, donde las declaraciones de uno y otro gobierno alientan la solución pacífica del conflicto interno, llamando a la unidad, a respetar la decisión del pueblo de Crimea, pero donde gravitan en esencia los intereses geopolíticos y económicos de la superpotencia estadounidense y de Rusia, que ve en esta situación, el escenario ideal para demostrar, que ha llegado para quedarse en materia de gravitación internacional.