Entrevistada en el programa Semáforo por Patricio López, la socióloga y académica de nuestra casa de estudios, María Emilia Tijoux, se refirió a los actos de racismo conocidos en los últimos días, entre los que se incluyen los insultos que recibió su hija, Anita Tijoux, en la versión chilena de Lollapalooza.
La investigadora enfatiza esta discriminación a propósito de la globalización, proceso en que la economía promueve una inmigración donde no todas las personas son bienvenidas.
¿Cuál es tu impresión de lo ocurrido el sábado en el partido de fútbol entre Barcelona y Villarreal, donde el jugador Dani Alves recibe un plátano desde el público?
– Es una acción, una práctica racista repetida al infinito contra mucha gente, que hace visible cuando la persona atacada es alguien que está en un lugar de impacto público, y por eso surgen reacciones por todos lados. Reacciones superficiales en algunos casos, muy victimizadoras de lo que ocurre, pero se olvida que es una práctica cotidiana contra aquel o aquella que se hace insoportable para esta identidad nacional. En Chile hay racismo, en el mundo también, pero a veces no se quiere pronunciar la palabra, se usan otras.
Este futbolista, Dani Alves, señaló algo parecido: que su reacción de mofarse de la acción la hacía en nombre de los latinoamericanos discriminados en España. Esto nos lleva a la situación contemporánea de la inmigración masiva y su relación con el racismo ¿Cómo ves ese vínculo?
– Felicito que un futbolista reaccione de esa manera en España, pero esta cuestión se relaciona con hechos políticos y un mercado económico. Que la gente se desplace tiene que ver con condiciones de un capitalismo brutal, que quizá en Chile tiene una expresión particular con un neoliberalismo a ultranza. A nosotros no nos sorprende el modelo económico y su impacto en la vida diaria. En este caso, hay un discurso contradictorio. Se habla de globalización, de aldea global, pero es una gran mentira. Las fronteras se caen cuando se trata de dinero, riqueza o trabajadores más baratos, una mano de obra inmigrante que es de las más atractivas para los capitalistas, porque se pagan tres pesos y se les hace dormir en condiciones terribles, pero son importantes para la construcción del capital, que el mismo que habla de integración. Hoy en Chile tenemos a inmigrantes haitianos en condiciones infrahumanas, casas que se construyen adentro de otras casas, en bodegas sin decencia que a nadie le importan porque “son negros” y son pobres. El dinero en cambio logra borrar el color cuando la gente viene cargada de él.
Nuestra sociedad se traga esta idea de que “verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero”.
– Es verdad para algunos, refiere al forastero con el que nos queremos parecer. Para que esa canción exista, deja claro que hay algunos a los que no se quieren. Hay que pensar en el mestizaje, en el Chile de raza blanca, cuando se habla de la blancura pese a surgir de un mestizaje. En la constitución de esta idea la vemos en oposición a la figura del indígena, mientras la figura del esclavo se ha olvidado, que en un momento les sirvió mucho a los señores para sentirse mejor que el resto.
Viendo el tema del mestizaje en un modo positivo, podría leerse como una síntesis de las distintas vertientes raciales de la identidad chilena. Pero otros dicen que el concepto es utilizado para que las personas no reconozcan lo que realmente son, prefiriendo la ambigua identidad mestiza a la indígena ¿Qué podemos decir de esta doble dimensión del concepto del mestizaje?
– Que es, como tú dices, un concepto contradictorio, una especie de muletilla que sirve para muchas cosas. Cuando se trata de hablar del cuerpo, el concepto viene relacionado con lo blanco, que a su vez está vinculado con la idea de un cierto desarrollo a la europea. Su constitución está muy pegada a la negación y destrucción de un montón de gente, tanto en el período de esclavitud como en el período de pacificación. Son recursos complicados de lo que no queremos ser, en especial cuando el último censo del INE indica que todos tenemos algo de raza negra. Cuando tengas el pelo crespo o la piel morena hay que preguntarse de dónde vienes. En esa mezcla, la necesidad de identidad blanca supone perfilarse como el forastero que sí queremos invitar.
Hay países como Bolivia que a través del viceministerio de Descolonización han dado la batalla cultural para verse a ellos mismos como un país indígena, sin negar lo que son y sentirse orgullosos de ello…
– Lo que ha hecho Bolivia es una maravilla. Yo invito a la gente a conocer ese país y a ver el orgullo de provenir de donde provienen, sin esa suerte de timidez o pavor de estar vinculado con los pueblos originarios. Son nuestra riqueza vinculada a la tierra. Si hubiera más lazo de nosotros con ellos, se degradaría menos la tierra y no se echaría a perder lo que somos.
Hay un racismo que en Chile proviene de antes de la globalización, que vincula características raciales con clases sociales. Hace algunas semanas, tu hija, Anita Tijoux, recibió epítetos de “cara de nana” en el festival Lollapalooza. Tú contabas de reacciones de otros lugares del mundo donde les resultaba inconcebible la situación…
– Ella sabe responder por ella y lo hizo muy bien. Pero yo diría que es una cuestión complicada que nos corroe, que aparece cuando el sentido común legitima una mirada que niega al otro. Pienso que es interesante pensar que hay figuras que están provocando muchas dificultades. La hermosura de las mulatas y mulatos provoca, y coloca a chilenas y chilenos en una situación compleja frente a esa belleza. Es un objeto de posesión y destrucción. En un plano más general, pienso que las instituciones y el Estado tienen una tremenda responsabilidad. El racismo se acuña en la rutina cotidiana; pensemos en que esas “verdades” han sido de toda la vida, pero las instituciones no han hecho nada, ni antes ni ahora. No hay clases en ciencias sociales para aquellos que en su vida deberán encontrarse en distintos lugares y con distintas lenguas, entonces ¿de qué manera entenderán esas otras características? Por eso Chile tiene las fronteras abiertas solo para algunos.