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Año XVI, 24 de abril de 2024


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Sobre acuerdos y mayorías


Lunes 14 de julio 2014 10:25 hrs.


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De un tiempo a esta parte pareciera que las columnas dominicales del Profesor Peña pasaron a ocupar el lugar de lo que algún día fue el programa de TV Tolerancia Cero (cuando lo daban el domingo en la mañana): hay que opinar sobre ella, ya sea porque es “cool”, porque te da créditos de opinante o francamente porque dice cosas que pueden considerarse peligrosas.

He visto con pena como varias personas a las que respeto consideraron buena su última opinión respecto al pacto NM-Alianza sobre la reforma tributaria.  En ella el mentado Profesor afirma que el famoso acuerdo carece de legitimidad porque una mayoría negoció con una minoría un asunto que no es relativo a los “derechos fundamentales” y por lo tanto la mayoría debió imponer su criterio.

Por un lado hay que explicitar que por misteriosas razones Peña elude cualquier calificación al fondo del asunto.  Y es que eso es intolerable considerando que incluso varios economistas que están más bien del lado conservador de la NM han afirmado que la reforma fue mutilada, que aumenta los márgenes de elusión y que no garantiza la recaudación de los 8.200 millones de dólares necesarios para la reforma educacional.  Por supuesto, los economistas más alineados a la izquierda afirman que inclusive la propuesta original solidifica una manera de pensar el marco impositivo heredada de la dictadura y pierde la oportunidad de empezar a reestructurar el paradigma país.

Pero hay otra falacia mucho más grave en la columna de Peña y que nos muestra lo arraigada que está en nuestra cultura chilensis la idea de que en el país convivimos en partes casi iguales conservadores y liberales, izquierdistas y derechistas, emprendedores y asalariados, ricos y pobres.  No señor, la mayoría en Chile es pobre, asalariada (o francamente cesante), más izquierdoso que derechista y más liberal que conservador.  Cualquier estudio de perfiles sociológicos medianamente serio probará que la balanza ideológico-cultural chilena no está equilibrada en las dimensiones mencionadas.

De ahí que es falsa la presunta legitimidad de la NM para negociar con la Alianza temas de “derechos fundamentales”, porque la verdad es que la Alianza, como fuerza política o parlamentaria apenas es representativa de lo que piensa el país.  Y no es que la NM lo haga mucho mejor tampoco: hay que recordar que los votos válidos en la última elección de diputados fueron menos del 46% de los potenciales votantes (39% los de NM+Alianza!).  Por lo tanto, lo correcto es decir que la minoría representada en el Parlamento le está imponiendo un negociado tributario a la mayoría del país no representada.

Y aunque se dijera que los que no votan tienen que comerse lo que los que sí votan deciden (con lo que no concuerdo!), el hecho es que no se entiende que en aspecto alguno los representantes de 3 millones de votos tengan que negociar cualquier cosa con los representantes de 2,3 millones de votos (última elección de diputados).

Lo más brutal de ese chanchullo es la incómoda posición en la que queda el Partido Comunista.  Ese partido que, partiendo de la base de que la política se hace negociando y aburrido de sus resultados electorales marginales, decide plegarse y aportar su caudal electoral para que –en las condiciones de representatividad antes mencionadas– este supuesto nuevo referente llamado Nueva Mayoría elija 56% de los diputados del país.  Es decir, el leit motiv con el que el PC justificó majaderamente su ruptura con el resto de la izquierda no concertada (y vergonzosamente fragmentada, por demás) y sacrificó su liderazgo en ese lado del espectro político, se ve absolutamente negado del proceso político observado: no se logra en los hechos “balancear” el quehacer del nuevo gobierno hacia una conducción más rupturista con el legado de la dictadura.

Es poco sostenible en el tiempo la participación del PC en el gobierno en esas condiciones.  O tendrá que romper o tendrá que esperar un milagroso cambio de actitud de esa ala más conservadora de la NM que siente ínfulas de representatividad y un republicanismo avinagrado con presunciones de “visión estadista”.  La contraparte que podría agudizarse es aquella que no vota y que nuevamente podría juntarse en centenas de miles en las calles para gritarle a ese Parlamento no representativo que se guarden sus componendas en la buena parte.  Muchos creemos que el PC para entonces ya estará del lado de esa enorme mayoría no representada en el Congreso, porque ahí es mucho más efectivo y, claro, para entonces Peña seguirá con sus columnas en el Diario de Agustín.

* Académico de la Universidad de Chile, Senador Universitario (@jchnaide).