Durante esta semana, el Gobierno anunció que la reforma laboral se presentará en este último trimestre del año. De ello, conversó en Radio Universidad de Chile el Presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade.
¿Cuál es el objetivo político de agregar un nuevo tema a la discusión de este último trimestre del año?
Cumplir los compromisos. Si hay algo que desprestigia a la política es cuando no se cumplen los compromisos. Recordemos que el tema laboral está patente en el Programa de Gobierno, el que fue respaldado por una inmensa mayoría de chilenos y chilenas. En la discusión se puede generar un conjunto de conjeturas, explicaciones, pero el dato clave es muy simple: los compromisos hay que cumplirlos.
A partir de las dificultades que ha tenido la gestión de las reformas que ya ha presentado el Gobierno, ¿qué lecciones se pueden sacar de cómo gestionar política y legislativamente esta reforma?
El dato clave, en mi opinión, tiene que ver con dos factores: una masa crítica política y social que respalda la reforma. Eso significa generar condiciones para una idónea tramitación con un apoyo sustantivo y, al respecto, la reforma laboral tiene un acuerdo de voluntades explicito entre los trabajadores y los empresarios. En segundo lugar, el respaldo de las centrales de trabajadores más importantes del país. En tercer lugar, hay una necesidad objetiva de que para enfrentar un problema de desaceleración es también el mercado del trabajo un factor de preocupación.
Por todo ello, los temas que se deban tratar en esta reforma laboral deben ser materias que apunten a mejorar la calidad del empleo, la situación de los trabajadores, pero también la condición de las empresas.
¿Cuál es su mirada sobre las aprensiones que podría haber dentro del Gobierno, pero también en ex ministros de Hacienda como Andrés Velasco, sobre los efectos que podría tener esta reforma en la economía ya desacelerada?
Primero señalar que las veces que hemos solicitado algún pronunciamiento al gobierno en esta materia, desde los presidentes de los partidos hemos tenido una sola respuesta: aquí va a haber una agenda laboral que se va a presentar en el último trimestre de este año y, en consecuencia, hasta ahora no hemos tenido ninguna opinión distinta de ningún personero de gobierno, por lo menos en la formalidad de la reunión del Comité Político que tenemos todos los días lunes. Agregaría que en mi condición de presidente del Partido Socialista yo también he requerido información de muchos personeros de gobierno y he encontrado siempre la misma respuesta.
Segundo, yo creo que el mejor momento para hacer reformas laborales es cuando hay desaceleración. Si estuviéramos en momento de auge, con alto crecimiento económico, las demandas laborales serían inmensamente mayores que las que podemos tener en desaceleración. Esta lógica se ha ido instalando en los personeros políticos, es decir, que no hay ninguna duda que la vieja monserga de que “nunca hay que hacer reformas laborales, porque cuando las cosas están mal no hay que echarlas a perder y, cuando están bien, no hay que echarlas a perder”, mi tema es muy simple: cuando hay desaceleración todos los actores implicados en el tema tienen una actitud de prudencia y de entendimiento mayor que en momentos de auge.
Además, todo indica que el proceso de desaceleración va a tender a mejorar el próximo año y este tema se va a discutir durante todo 2015. Por último, la mejor manera de evitar la incertidumbre no es decir que no se tratarán reformas, sino discutirlas.
En temas particulares que hemos escuchado al ex ministro Velasco, por ejemplo, respecto a los reemplazos, hay que decir que Chile es uno de los pocos países en que existe esto, es una forma de eludir el derecho a huelga que tiene cualquier sindicato en el mundo. Yo estoy dispuesto a buscar un mecanismo para que en las empresas, donde no se puede detener la faena, haya turnos (…) todo eso se puede conversar con los trabajadores, porque son bastante más sensatos de lo que los técnicos creen. Ellos dicen que están dispuestos a que a la empresa le vaya bien, pero que a ellos los lleven “en la pará”, de lo contrario, para qué producir más si la torta se la lleva una solo. En estos temas no hay que partir del prejuicio, y creo que el ex ministro sí parte desde ahí, en el sentido de que aquí habría quienes quieren lo mejor para la empresa y otros lo peor.
Uno de los temores de los trabajadores hacia la Reforma Laboral es que se pueda incluir algún tipo de flexibilización del mercado del trabajo, ¿está contemplado?
Partamos del punto de vista de que éste debe ser uno de los mercados que presenta mayores espacios de flexibilidad en el mundo. Desde el punto empresarial tiene que ver, principalmente, con el tema de las jornadas. Pero, si tenemos una autentica negociación colectiva, con una relación de equilibrio, donde empresario y trabajador están en condiciones de tener un diálogo recíproco de similar validez, en consecuencia, ambos se reconocen como actores y la legislación garantiza que hay una relación equilibrada, no veo razón para no discutir sobre todos los temas.
El problema es que en el desequilibrio actual es el empleador el que impone sus condiciones. Si logramos establecer una nivelación en la cancha de la conversación, esta prevención desaparece. Así como es posible resolver los problemas de adaptabilidad de la jornada en la negociación colectiva, también es posible resolver los temas de gratificación en esa misma discusión, porque si vamos a nivelar la cancha podemos hablar de todo.
El tema es que la cancha está tan desnivelada que esta reforma debería hacer muchísimo para pensar siquiera en un empate…
Absolutamente. Por eso el meollo está en la titularidad sindical, de modo que sean ellos los que negocien. Segundo, que en esa negociación del sindicato los beneficios sean del sindicato y no opere el efecto polizonte, porque si el empleador sigue manteniendo el control de los beneficios y puede adjudicárselos a los que no están en la negociación, el poder del sindicato disminuye. Hoy en día, si yo no soy parte de una negociación el empresario me puede hacer adjudicatario de los mismos beneficios pagando un porcentaje de la cuota sindical. Ése es el incentivo de hoy y es nefasto para la estabilidad laboral.
Chile necesita estabilidad laboral, necesitamos terminar con esta situación que significa que no tenemos institucionalmente un mecanismo adecuado. El incentivo cuál es: me voy a quemar una micro o hago un paro de advertencia ilegal y después nos sentamos a conversar. Eso no es bueno para la estabilidad laboral de unos ni otros. En consecuencia, lo que hay que hacer es que la institucionalidad laboral garantice un auténtico diálogo social entre trabajadores y empleadores. Si lográsemos esto, hasta sobraría un poco de Estado.