El pasado mes de octubre, en una nueva votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se registró un contundente apoyo internacional a terminar con el bloqueo que Estados Unidos mantiene sobre Cuba por más de 50 años.
La consulta que se realiza desde 1992, año a año ha tenido más votos a favor de terminar con el castigo económico que impide a las empresas comerciar con Cuba entre otras limitantes. En esta ocasión, 188 países aprobaron la idea de terminar con el embargo, tres se abstuvieron mientras que Estados Unidos e Israel, como de costumbre, votaron a favor de mantener la medida.
Los países votantes calificaron la política estadounidense como “inmoral e injustificada” e insistieron en que viola la Carta de las Naciones Unidas, transgrede la legislación internacional, la justicia y los derechos humanos, ya que retrasa el crecimiento económico y social de la nación caribeña.
(Click sobre la imagen para ampliar)
Pero más allá de esto, lo que se cuestiona es la eficacia de la medida. Con bloqueo y todo, Estados Unidos es el quinto principal exportador a Cuba con 359.428.120 dólares, a lo que se le debe agregar la gran cantidad de remesas enviadas por familiares a la isla, que durante el año 2013 marcó un record sobre los 2.600 millones de dólares, transformándose en una de los mayores fuentes de ingreso para la economía cubana.
Para Jorge Sanz, experto en geopolítica de la Universidad del Desarrollo, el bloqueo tiene un mayor efecto político que económico, puesto que Cuba y Estados Unidos se necesitan mutuamente.
“Es una figura política que le permite a Estados Unidos validarse como una potencia de la región, pues ‘si hay uno que está molestando lo voy a castigar y le voy a mantener el castigo’, pero no es mucho más que eso. De efectividad es tendiente a cero, pero sí es una cosa política que está funcionando y que hace ruido todavía. Y le sirve a Cuba para capturar recursos de otra parte, para estar en el plano político, le sirve a Raúl Castro para ser un actor relevante en el plano político, pero de efectividad tiene muy poca”, explica.
Las razones de mantener el bloqueo abordan varias teorías como la del filósofo estadounidense Noam Chomsky, quien plantea que la idea es mantener sin protagonismo a un régimen que representaría una amenaza para la doctrina Monroe, según la cual América Latina es el patio trasero de la potencia del norte.
O que para mantener el embargo se mezclan intereses subyacentes a una política interna de gobierno, debido al fuerte del lobby cubano-estadounidense de exiliados, cuya esperanza estaría en que aún a través del embargo se pudiera modificar la actual conducción de la Isla en manos de los hermanos Castro. A esto se sumarían, explica el analista económico Roberto Meza, aquellos sectores que aún viven en un estado de Guerra Fría, mucho más allá de las implicancias económicas.
“Hay una cantidad de personas que además han llegado a los parlamentos, al Senado, entonces hay un lobby muy potente. Yo creo que esto no es una cosa que vaya a durar mucho tiempo más, pero creo que el factor fundamental es el lobby cubano-norteamericano con los sectores más duros que aún están viviendo la Guerra Fría y que aún piensan que hay que luchar contra el comunismo que crece en el mundo”.
Así con todo, según los análisis, Cuba se presenta en el plano internacional con una gran desventaja frente al resto del mundo y debe competir sin tener acceso a crédito, ni instituciones financieras de Estados Unidos o terceros; asi como tampoco puede comerciar con filiales extranjeras de compañías estadounidenses (la ley aplicada por Estados Unidos fue la primera trasnacional de la historia). Los costos totales desde el inicio del bloqueo superan hoy los 115 mil millones de dólares.
Junto a los países que se encuentran a favor de romper con el embargo se suman editoriales de prestigiosos medios, como The New York Times, que ha destacado la contribución de Cuba a la lucha contra el ébola y sectores demócratas de Estados Unidos, incluida la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.