En conversación con Radio Universidad de Chile, el sociólogo argentino Atilio Borón sostuvo que el diferendo entre Chile y Bolivia no podrá ser resuelto sólo desde una mirada jurídica, sino que hay que establecer un camino político amplio para que se pueda llegar a una solución definitiva para ambos países, y por el bien del resto de América Latina.
Borón descartó que Chile pudiera ser aislado del concierto internacional a partir de este caso, pero sí advirtió sobre la posibilidad de que nuestro país pudiera ser considerado el malo de la película, al no querer entablar conversaciones en pos de resolver un conflicto que se arrastra desde el siglo XIX.
¿Qué opinión tiene sobre el proceso que se está llevando entre Chile y Bolivia en La Haya?
Hay que tratar de resolver este viejo diferendo lo antes posible. Y resolverlo no significa de ninguna manera desconocer el Tratado de 1904, creo que eso es un punto que es muy importante aclarar porque yo estuve hace un par de semanas en Chile, y vi con mucha preocupación que mucha gente del ámbito académico, intelectuales bien formados, que tenían una opinión muy desacertada de lo que era la actual propuesta del gobierno de Evo Morales, que de ninguna manera es volver a los límites previos a la guerra, ni desconocer el tratado. Sino tratar de introducir algún elemento de flexibilidad, que de ninguna manera significa que Bolivia recuperar por ejemplo la provincia de Antofagasta, tengo entendido que era la provincia que ellos reclamaban, que ellos la dan, definitivamente, por perdida. Que esto fue una guerra, se perdió, una desgracia que hayan enturbiado la relación entre estos dos países, y que lo que dicen es que en función de reuniones previas, algunas promesas, inclusive citan ellos una de la época de don Salvador Allende, otro un encuentro entre Pinochet y Banzer, en donde hay elementos para pensar que había predisposición de parte de Chile a reconocer la necesidad de darle un pequeño trozo de litoral, puesto inclusive bajo un fideicomiso, porque no necesariamente significa una soberanía absoluta de Bolivia, pero sí que Bolivia pudiera disponer bajo un patrocinio de Naciones Unidas, o de un fideicomiso conjunto de Naciones Unidas, Chile y Bolivia, de un pequeño pedazo de terreno para que pudieran sacar su producción, o por último tener acceso al mar. Y me parece que en la medida que eso es así, y que Bolivia por último se allane a hacer un intercambio de superficie territorial, que podría ser una fórmula de arreglo, que Bolivia entregue una pequeña parte también, equivalente, que eso se manejó en una época, que haya una compensación territorial, que es algo que se debería poder conversar, y se pondría fin a un conflicto centenario que no ayuda a ninguno de los dos países, y significaría poco menos que un premio nobel de la paz para los dos gobernantes que logren ese éxito.
Así que yo espero que más allá de una discusión leguleya, que sería lo peor que podría pasar, ponerse a interpretar artículos, cláusulas, incisos, me parece que acá hay que tener una visión política más amplia, creo que podría ser realmente muy bueno, desactivar ese foco permanente de tensión y de conflicto que hay con Bolivia, y permitir inclusive resolver la cuestión pendiente con Perú de una manera que Chile ingrese de pleno al siglo XXI, sin tener ninguna asignatura pendiente del siglo XIX, me parece que eso sería muy bueno para Chile, y muy bueno para toda Sudamérica.
¿A través de qué caminos se puede avanzar en la resolución de este conflicto?
Se avanza por el lado de la política, por el lado del entendimiento, por el lado de la buena relación entre Chile con sus vecinos, una voluntad de poner fin a un conflicto centenario. No se va a resolver por el lado de una apelación jurídica, ni por el lado de Bolivia tampoco ese sería el buen camino para hablar sobre la improcedencia de respetar un tratado impuesto a la salida de una guerra, que podría ser un argumento de vuelta legalístico, pero que no tiene mucho sentido en el momento actual, porque yo, por ejemplo, le pregunté al ex Presidente Carlos Mesa, que estuvo en Buenos Aires, sobre ese punto, si Bolivia iba insinuar eso. No, me dijo, de ninguna manera, ese no es un tema que está en discusión, no vamos a impugnar ni impugnaremos los tratados. Lo que queremos ver, es que hay antecedentes en el derecho y la práctica internacional de que si hay promesas de un país, de un gobierno de un país a otro, esas promesas tienen una cierta densidad jurídica que autoriza a que se la pueda tomar como una oferta en serio, y abrir el paso a una discusión para que en un tiempo determinado, se pueda lograr llegar a un acuerdo entre las partes, y que ese acuerdo no signifique un detrimento para Chile, ni tampoco para Bolivia. Que llegue a un acuerdo favorable, en donde Bolivia tiene que estar también dispuesta, si es necesario, establecer un acuerdo de cesión mutua territorial, no debería cerrarle la puerta a eso, más allá de los reclamos. Me parece que sería bueno que se hiciera. Lo que pasa es que a veces lo que empasta mucho esta discusión, son las expresiones como las del diputado (Jorge Sabag DC) que hace un par de días dijo que a Chile le fue mejor recurriendo a las armas que recurriendo al derecho, eso es un exabrupto que realmente no se entiende, parece una provocación como para abortar una negociación de paz que toda Sudamérica mira con mucha esperanza, realmente nos parece muy bueno tratar de resolver todos los temas fronterizos del siglo XIX. Por suerte, Argentina y Chile lograron eso que es un enorme avance para los dos países, y yo creo que tendría que hacer un esfuerzo la Presidenta Bachelet ahora para poder lograr algo, sobre todo cuando es una demanda razonable. Vuelvo a repetir, no sería razonable que dijeran “queremos que Antofagasta vuelva a ser boliviano”, porque eso es absolutamente impensable, y yo le puedo decir, mismo le pregunté a Mesa cundo estuvo en Buenos Aires, y negó tajantemente, además en ningún documento escrito figura eso.
Sobre la estrategia de Bolivia, y su campaña comunicacional a nivel internacional, es posible que se produzca, si es que ya no ha sucedido, que Chile quede aislado del resto de América Latina
Yo creo que no. Creo que Chile no corre ese peligro de estar aislado, Chile ha sido un país muy abierto a los influjos internacionales. Chile es sede de varios organismos del sistema de Naciones Unidas. Pensar en un aislamiento de Chile a mí me parece que es una interpretación equivocada. Lo que creo que puede quedar muy instalado es que sea visto como el malo de la película que se resiste a sentarse a conversar con un vecino con el que por imperativo de la geografía Bolivia siempre va a estar ahí, y Chile va a estar siempre al otro lado, y tenemos que aprender a convivir y a tratar de buscar caminos razonables para tratar de resolver los conflictos, o las demandas contradictorias que pueda haber, yo creo personalmente que el hecho de que no hubiera sido recibido Mesa cuando fue a Chile, creo que fue un error diplomático del gobierno chileno, no hay ninguna razón para no escuchar. Porque una cosa es no querer aceptar los planteamientos, lo que me parece razonable, pero lo que no me parece razonable es decir que no los queremos ni escuchar. Eso sí coloca a Chile como en una posición del malo de la película, que no quiere ni siquiera escuchar. No le conviene y no le hace bien a Chile eso, además Chile tiene un grado de desarrollo, una estructura económica y social diversificada con una pujanza muy grande. Y francamente me parece que eso no le ayuda.
Eso está ligado al discurso que se internalizó en Chile de ser el alumno destacado del curso, o la casa más linda en un barrio muy pobre
O como decía un amigo mío chileno, un político: “El mejor alumno, pero el peor compañero”, lo dijo en una conferencia pública. Chile, en un determinado momento, fue el mejor alumno del Consenso de Washington, pero tiene que demostrar ahora que es un buen compañero, y la verdad fue un mal compañero. Es una fórmula que yo no la diría si no se la hubiese escuchado a él, pero lo dijo y me parece interesante. En un país en donde se ha prácticamente cedido la soberanía del litoral marítimo a siete grandes empresas pesqueras, hacer una cuestión por llegar a establecer un fideicomiso para una pequeña, mínima, infinitesimal porción del litoral chileno, me parece una falta de visión, una miopía política fenomenal.
¿Qué opinión le merece el liderazgo con que han conducido este proceso, tanto Evo Morales como Michelle Bachelet?
No estoy tan al tanto de eso, porque no lo he podido seguir con toda la rigurosidad que se merece, pero me parece que ha habido algunos problemas de ambas partes. Personalmente no me gustó ese rechazo que hubo cuando fue Mesa a Chile, no me gustó también algunas expresiones en relación a los reporteros chilenos que estaban en La Paz. Me parece que se exasperan demasiado los ánimos y eso no es bueno. Creo que es muy bueno tener una conducta muy fría para resolver un tema muy caliente. Ese es el punto que hay que resaltar en todos estos casos. A veces hay que ponerse en el lugar de la Presidenta Bachelet y del Presidente Evo Morales, pues no es un tema fácil, es un tema complejo, que se viene arrastrando desde hace muchos años, demasiados. No tiene sentido que estos países se queden atrapados en ese conflicto. Creo que hay que tratar de resolverlo, y eso a veces explica algunas cosas que a uno no le gustan, preferiría que el proceso fuera más terso, no hubiera algunas rigideces, algunos gestos arrogantes, de extremos de ambas partes. Cosas que habría que cuidar mucho de no romper la posibilidad de un diálogo, y evitar caer en una trampa juridicista, porque por ese lado no vamos a progresar ni vamos a resolver el conflicto.
Finalmente, ¿qué rol juegan los medios de comunicación en el tratamiento de este conflicto?
Creo que es un problema que existe mucho en nuestros países, y es que tenemos prensa de muy mala calidad, muy patriotera, muy chauvinistas que en lugar de desempeñar un papel educativo como deberían desempeñar, lo que hacen es exacerbar las peores inclinaciones de nuestros pueblos, y eso no es casual, sería para una larga charla sobre el papel que la prensa tiene para preservar la desunión de los países de América Latina y el Caribe, fomentar las divisiones, las rivalidades, todo lo cual ya sabemos a quién favorece, favorece a Estados Unidos que ha hecho de la división de América Latina un principio fundamental de su política exterior. Y desgraciadamente, vemos muchas veces que la gran prensa, los grandes medios hegemónicos responden de manera casi, diría, lineal y mecánica a esas orientaciones que proceden de Washington. Creo que la prensa tendría que, por el contrario, en vez de mitificar o mitologizar estas cosas, tratar de arrojar un torrente de realismo, de decir que hay que llegar a un entendimiento, acá no se juega la dignidad ni el amor a la patria de ningún gobernante, este un viejo pleito que tenemos que resolver, lo hemos heredado. Alemanes y franceses se estuvieron declarando la guerra y haciendo la guerra de manera salvaje por más de mil años. Finalmente llegaron a un acuerdo con Alsacia-Lorena. Hay muchos buenos ejemplos en el sistema internacional como para que la prensa desempeñara un papel educativo, señalando tanto en Bolivia como en Chile, que estas cuestiones territoriales se han ido arreglando en muchos países. Y los que no la arreglaron luego sufrieron las consecuencias. Pero desgraciadamente no toda la prensa comparte esos valores.