Dos boletas, emitidas en octubre y noviembre de 2012. Una prueba de su lealtad al partido. Sin embargo, las consecuencias serían catastróficas. En abril de este año fue citada a declarar por los fiscales que investigan los casos Penta y SQM. A partir de entonces, calificada como traidora por los sectores más cercanos a Jovino Novoa, el ex senador de la UDI al que este miércoles la Corte de Apelaciones de Santiago rebajó el arresto domiciliario total por la cautelar de firma quincenal, además de arraigo nacional, imputado como autor de delitos tributarios.
Es la compleja historia de Lily Zúñiga, la periodista que por casi diez años se desempeñó a la cabeza de las comunicaciones del gremialismo. De codearse con los máximos referentes de la sede de calle Suecia, pasó a ser considerada una enemiga, una extraña, una paria.
“Hoy ya no tengo comunicación con la UDI. Recibo llamados y mensajes de parte de algunos dirigentes de base y militantes, pero con diputados y senadores perdí todo contacto, con todos y cada uno de ellos”, reconoce con resignación.
En cuanto a su situación judicial, explica que mantiene su condición de imputada como parte del proceso que desarrolla el Ministerio Público. “Ya declaré hace cuatro meses y estoy esperando la resolución. Cuánto irá a durar esto y en qué irá a terminar, la verdad es que no lo sé. No he recibido ninguna llamada de los fiscales, así es que estoy a la espera de saber qué pasará con mi situación”.
Claramente aquella citación judicial se transformaría en una bomba de tiempo. “Simplemente fue la reacción posterior a mi declaración, que evidentemente no coincidió con la línea que ellos querían llevar en esta investigación. En palabras simples, me salí del camino y eso me acarreó costos”, asume la periodista.
Y agrega: “En ese momento yo tenía una pequeña agencia de comunicaciones y me quedé, literalmente, sin ningún cliente por las amenazas que recibieron, de que no podían seguir vinculados conmigo”. Las presiones con carácter de venganza comenzaban a cerrarle las puertas, incluso las de aquellos con los que hasta hace poco compartía laboral y familiarmente.
En un principio Lily intentó contactar a los máximos dirigentes del partido, los mismos con los que trabajaba resguardando sus espaldas ante los medios de comunicación. Con aquellos que viajaba dentro y fuera de Chile. Los mismos que acordaron marginarla por no cuadrarse con Jovino Novoa.
“Yo desconocía lo que significaba enfrentarse a una situación como esta. Se ha malentendido de que estoy reaccionando de esta manera porque finalmente ellos me dejaron botada. Y esto no es así. Claramente me sentí a la deriva, pero yo no iba a mantener una línea ni un discurso como el que ha mantenido la UDI”, aclara sumamente convencida.
Es así como insiste en que “siempre tuve claro que yo iba a declarar la verdad, que fue lo que hice. Pero malentendí que esa prestación de asesoría legal me la tenía que cubrir la UDI. Yo le hice un favor al partido y entendía que tenían que apoyarme al menos en eso, pero yo manteniendo mi discurso. Es decir, yo entregué las boletas, que fueron pedidas por la señora Marisol Caviedes y, según lo que ella me relató, solicitadas por el senador Jovino Novoa. Ese discurso, desde el inicio hasta el final, siempre fue el mismo que yo tenía contemplado decir”.
El gran jefe
Si hay algo en lo que Lily Zúñiga demuestra conocimiento y seguridad es cuando se refiere al ex senador gremialista. “Jovino Novoa es el ‘bigboss’ de la UDI. Siempre ha sido igual. Lo que pasa es que en una situación como esta su poder se siente con mayor intensidad. Suena fuerte decirlo, pero tuvo una capacidad importante de reproducirse”.
“Entonces ya no tenemos sólo a Jovino –asevera con fuerza– También tenemos a los ‘jovinistas’. Y los ‘jovinistas’ son al menos igual de cerrados y complejos que el mismo Jovino. Toda esta gama de ‘jóvenes’ o renovación de rostros que hemos visto en la UDI son lo peor que puede estar en el partido. Es muy gracioso, porque vemos renovación de rostros, pero con ideas más recalcitrantes que las que se criticaban al partido”. Su conclusión es categórica: “A mi parecer, esa es la peor herencia de Jovino Novoa”.
Comprensible resulta entonces su nostalgia por otro referente de la colectividad. “Pablo Longueira era un camino y Jovino era otro, como representantes de las ideas internas de la UDI. Pero Pablo sale del escenario en el momento en que se enferma. Entonces claramente existe una especie de debilitamiento del sector de Longueira, lo que hace que las ideas de Jovino sean las que se concreten con mayor facilidad”.
Según ella, Novoa siempre estaba en la sede del partido, irradiando su poder presencial. “Evidentemente sus proyectos, ideas, pensamientos y propuestas se concretaban mayoritariamente, en comparación a la línea de Pablo. Y cuando éste se enferma, los que lo seguíamos también nos deprimimos”.
No es de extrañar, como plantea la ex jefa de prensa, que “si la UDI ya venía con dificultades de base, muy disimulada en ese momento, las elecciones primarias de 2013 dieron ese aliento que ayudaron a que el partido renaciera. Los que ocupábamos la casa de calle Suecia sentíamos que había un aire distinto, esa magia que tenía Pablo y su lógica de ver no la política, sino el servicio público”. Sin embargo, todo se interrumpió cuando el hasta entonces candidato presidencial decide retirarse del área activa del partido.
Pero los obstáculos no sólo han aparecido en el camino de Lily Zúñiga. También el más viejo de los llamados “coroneles” del gremialismo se enfrenta a un escenario no muy auspicioso. “En el caso de Jovino, creo que a diferencia de otros tiempos estamos viviendo un Chile distinto, donde ya no sólo te enfrentas a un proceso judicial. Hoy tienes un juicio social. La gente te juzga con anticipación, de manera masiva a través de las redes sociales”.
En ese sentido está convencida de que “Jovino tuvo en esta pasada un desgaste sumamente importante por parte de la ciudadanía. Entonces su liderazgo sólo radica entre cuatro paredes, se quedaría dentro de la sede de Suecia 386 y quienes lo siguen. Pero más allá, dudo absolutamente que él pueda mantener algún liderazgo. Para mí él pasó a retiro”.
Por ello, la periodista no oculta su frustración al ver que el sector de Novoa sigue creciendo. “Son ellos los que están manejando el partido”.
Militante hasta que la expulsen… “si es que se atreven”
Resulta curioso y quizás difícil de entender que después de todo lo que ha vivido en los últimos meses, Lily Zúñiga aún conserve su filiación al gremialismo. “Yo aún soy militante, pero soy súper idealista. Cuando conocí a Pablo Longueira, y luego de ser su jefa de prensa en la campaña senatorial de 2005, me hice militante de la UDI. Siempre fui una ‘díscola’, sin ser nadie en el partido”.
Pero la situación ha cambiado radicalmente. “Hoy soy militante de papel. Ya no me siento parte ni tengo actividad partidaria. No me interesa. Siento que la UDI no existe, por lo tanto estoy militando en un papel, pero nada más”.
“Ahora me autodefino como un capricho, porque es una tontera. Pero finalmente lo único que busco de parte de ellos es que tengan el coraje y los pantalones para que me digan que me hicieron todo esto ‘porque tú faltaste a todo esto otro’, y que el Tribunal Supremo establezca que no puedo seguir”, exige.
Pero también entiende que aquello es muy difícil que ocurra. “Como yo sé que no es así, y que de todas maneras no me quieren en el partido, porque me salí del camino o de la idea de discurso que tenían que tener en el caso SQM, quiero que ellos se atrevan a expulsarme y lo estoy esperando. Tal vez no va a llegar, pero sí quiero presionar para que eso pase. Que tengan el coraje de echarme, de decirme ‘tú no nos representas, tú te vas’ y el por qué. Y eso es parte a lo mejor de un pequeño gustito que me quiero dar, sólo eso”.
Daños colaterales
Tanto antes como después de la declaración frente a los fiscales, la ex jefa de prensa del gremialismo reconoce haber estado sumamente complicada. “Esto fue un daño colateral. Esto dañó a mi familia, a mis padres, a mi marido. He tratado de mantener a mis hijos fuera de esto, porque no quiero contaminarlos con todo lo que ha pasado”.
Así mismo, confiesa haber caído en el juego de guardar silencio, que tanto le exigían desde la UDI. “Recuerdo una frase textual de un parlamentario. Como consejo me dijo ‘guarda silencio para que muestres decencia al partido’. Y yo tontamente creí en eso. Pensé que en realidad no correspondía, que ya había hecho lo que tenía que hacer y que no tenía que meterme en tonteras”.
“Pero cuando eres testigo del desgaste –continúa–, de esta obsesión de dejarte sin pega, de quitarte a la gente, de alejarte del mundo, tú dices no, ¿por qué tengo que aguantar todo esto? Tuve un antes y un después, hasta que dije no más. Y ahora me siento tranquila”.
Si bien hoy su visión es otra, igualmente confiesa haber tenido mucho miedo. “¿Miedo a qué? No lo sé. Evidentemente mi papá y mi mamá están preocupados, además de un marido que está constantemente pendiente de mi situación, y que son parte de mi contención”.
Y entonces, ¿por qué insistir y seguir enfrentándose al poder de la maquinaria partidista, particularmente a los sectores más leales a Jovino Novoa? “Tal vez suena muy romántico e idealista, pero el día de mañana no quiero que mis hijos, cuando vean las noticias y aparezca su mamá, me vinculen a toda esta mierda. Que esto me ayude a que sientan que su mamá al menos dio la pelea. Que se sientan orgullosos y que no digan ‘que lata en la estupidez que estuvo mi mamá y no dijo nada más, finalmente declaró y escondió la cabeza’. No, eso no”.
En lo más íntimo, el deseo de Lily Zúñiga es sólo uno. Lograr que esta desafortunada situación vivida por su familia sirva de algo. “Creo que la mejor herencia es dejarle a mis hijos una forma de pelear por lo que es justo, por lo que no corresponde y que su mamá en algún minuto dio la pelea. Es lo único que me motiva a seguir en esto”.