“Chile, la alegría ya viene” cantaba el slogan que en 1988 motivaba a miles de personas a votar por el NO en el plebiscito del 5 de octubre. El triunfo en las urnas permitió iniciar el camino del fin a los 17 años de dictadura, que tuvo su momento culmine con la llegada de Patricio Aylwin al poder, en lo que se llamó transición.
27 años han pasado de ese momento y hoy, la rebautizada Concertación, buscaba celebrar una nueva conmemoración de ese día, pese a que cada vez con más fuerza distintos sectores de la población exigen a quienes han comandado casi ininterrumpidamente al país, que acaben con los enclaves del régimen de Pinochet, el principal, la mantención de una Constitución que resguarda los intereses del empresariado.
Pese a ello, y a que las críticas se multiplican en áreas como Salud, Educación, pensiones, trabajo y desigualdad, la Nueva Mayoría quería celebrar. Por ello, hizo el llamado para “llenar el estadio Caupolicán” y ahí, arengar a un gobierno que se ha visto disminuido y afectado por reiterados casos reñidos con la ética y la probidad.
Caso Caval, SQM, vínculos con Penta y Corpesca, son solo parte de las crisis que ha debido afrontar el conglomerado de gobierno. Probablemente, las críticas más duras han venido desde el seno propio de sus militantes, cuando nombres como René Saffirio (DC) han cuestionado la recepción de “dineros manchados con sangre”, provenientes del ex yerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou, enrostrándo la estrecha relación entre dinero y política, y las presiones que el empresariado ejecuta a través de donaciones de campaña.
En ese contexto, marcado por disminución en las encuestas, divisiones internas y una lista de promesas de campaña que han sido dilatadas atendiendo a “la situación económica por la que atraviesa el país”, la única oradora del encuentro llamó a la unión del conglomerado. Un discurso que Michelle Bachelet ha tenido que repetir en más de una ocasión pero que, pese a ello, no ha logrado detener las profundas diferencias que se viven en su bloque.
“Que no nos invada el pesimismo de los que quieran que todo siga igual”, fue una de las frases escogidas por la Presidenta Michelle Bachelet para su discurso de conmemoración de 27º aniversario del plebiscito.
En su intervención, Michelle Bachelet responsabilizó a su gobierno de no “hacer las cosas mejor cuando era necesario”. Sin embargo, destacó los que consideran logros de la gestión como, por ejemplo, el fin del sistema electoral binominal, el voto chileno en el extranjero, los avances en la reforma educacional y la reforma tributaria.
A la salida del encuentro, los máximos líderes de los partidos se mostraron alineados con la Presidenta, pese a que días antes del encuentro, voces al interior de la propia Nueva Mayoría cuestionaron algunos de los proyectos destacados por la jefa de Estado, entre ellos, el voto chileno en el exterior, que sigue sin reglamento y amenaza quedarse fuera de plazo para ser ejecutado durante las próximas presidenciales.
Educación ha sido otro de los centros del conflicto interno, sobre todo aquellos puntos que tienen que ver con el proyecto de carrera docente que solo fue aprobado cuando el Ministerio de Educación, pese a las intenciones del Gobierno, comprometió entregar bonos de incentivo al retiro hasta 2018.
En el marco de estas discusiones, el presidente del PC, Guillermo Teillier, pidió a los sectores conservadores de su sector “plegarse a las mayorías del oficialismo”. En la misma línea, el líder del MAS, Alejandro Navarro, advirtió que es hora de defender el programa de gobierno, evitando repetir esos errores que hoy los “tienen en problemas”.
En tanto, el resto de los líderes de la Nueva Mayoría prefirió restarle importancia a las divisiones internas, haciendo un llamado a seguir avanzando por la senda de la unidad.
Los pendientes
El proceso constituyente fue mencionado entre los pendientes del Gobierno. En ese sentido, Michelle Bachelet dijo que “buscan garantizar una carta fundamental que tenga legitimidad en el origen”. Más allá de la confirmación que en las próximas semanas se podría iniciar este debate, desde la sociedad civil insisten en que falta voluntad política para efectuar esta reforma. Así, la asamblea constituyente que tanta expectación causaba al inicio del Gobierno, hoy parece estar únicamente sostenida por la idea de levantar un plebiscito para decidirlo.
El mismo día que desde el Caupolicán se hablaba de nueva Constitución, el senador PPD Felipe Harboe insistía en que no es el momento de llevarla adelante. Sobre el mecanismo, descartó que la opción de asamblea constituyente sea viable, toda vez que ni siquiera al interior del conglomerado estarían los votos para respaldar la promesa de campaña que hoy se difumina en medio de argumentos de crisis económica, que llaman a moderar las acciones.
De inmediato, Navarro insistió que la “transición no se va a terminar si no se sepulta la nauseabunda Constitución del ochenta”.