El comienzo de las eliminatorias sudamericanas ofrecía a la selección chilena de fútbol una oportunidad inmejorable para defender el título logrado en la pasada Copa América y de paso, también, comprobar si este grupo de jugadores y su cuerpo técnico pueden mantener el nivel demostrado y pelear por la clasificación a un tercer mundial consecutivo que sería inaudito para nuestro país.
El primer desafío era en casa contra el representativo de Brasil. Una selección que viene pasando por un mal momento colectivo, pero que sus nombres propios bastan para preocupar a cualquiera. Así el Estadio Nacional volvía a abrir sus puertas a los fanáticos que esperaban ansiosos el debut y el triunfo tan esquivo en los últimos enfrentamientos contra los de amarillo. Latente estaba el recuerdo de la eliminación mundialista y la oportunidad desaprovechada que vimos escaparse caprichosamente en tanda de penales.
El partido mostró un tenso equilibrio que denotaba un minucioso análisis del rival y mucho conocimiento entre los entrenadores. Prueba de ello eran los anticipos defensivos y la presión constante que intentaron ejercer los delanteros brasileños sobre la última línea chilena. Consientes que es ahí donde se inicia el juego de los dirigidos por Jorge Sampaoli, los brasileños lucharon por cortar los circuitos en medio campo y apostaron a ensuciar la salida, ocasionando muchos errores e imprecisiones. Entonces el partido fue enredado y confuso y, aunque los locales extremaban recursos para salir airosos, no se veía claramente por dónde podría abrirse el marcador. Además, las apariciones de Douglas Costa hacían temblar la zona baja de los chilenos y Hulk peleaba con todos aumentando la sensación de fragilidad defensiva.
Entonces Sampaoli decidió mover las piezas y vino el acertado cambio de Mark González por Francisco Silva. Las cosas comenzaron a funcionar diferente porque Chile se reorganizó con una defensa de cuatro hombres y pudo controlar mejor la tenencia de la pelota y la subida de los laterales (Marcelo y Dani Alves). Fue entonces que la balanza se inclinó a favor de los rojos y las oportunidades comenzaron a llegar. Primero, hubo un par de postes que lo impidieron, pero a los 78 minutos apareció Eduardo Vargas (tras centro de Matías Fernández) y con un certero remate en el área venció la portería rival. El desahogo en la cancha y en la tribuna era evidente: estábamos venciendo al tetracampeón del mundo.
Brasil intentó responder y levantarse, pero el buen juego chileno y el manejo del marcador nos mostraron una selección menos ansiosa y nítidamente más madura. Chile era el justo vencedor cuando otra gran jugada entre el mismo Fernández, Arturo Vidal y Alexis Sánchez terminó con el gol del tocopillano y desató la alegría nacional. Un premio individual para quien fue sin duda el jugador más destacado del partido. Chile vencía por segunda vez en su historia a Brasil en una eliminatoria e iniciábamos esperanzados el largo camino a Rusia. Importante triunfo, sobre todo porque se obtuvo siendo fiel al estilo y a la propuesta.
En el segundo cotejo de esta fecha doble, la Selección se enfrentaba al combinado peruano en el Estadio Nacional de Lima. Otro desafío importante pues conocemos que los del Rímac suelen tomarse muy en serio el clásico del Pacifico (como ellos lo llaman). Tras perder contra Colombia en el debut, los locales tenían la urgencia de sumar puntos para no ceder en la lucha clasificatoria. El equipo dirigido por el argentino Ricardo Gareca salió a ganar decididamente desde el comienzo, pero el transcurso y desenlace del juego no les fueron favorables.
Primero, porque el técnico de la selección chilena planificó muy bien el juego utilizando a Mauricio Isla y Eugenio Mena como laterales. Además, dispuso que Eduardo Vargas y Mark González trabajaran por los costados en la recuperación de la pelota para impedir así la subida de los externos peruanos (la principal arma del rival). Prueba de ello es que Luis Advíncula (que fue una pesadilla en la Copa América) no tuvo opciones para subir por el costado derecho y siempre tuvo que estar más preocupado de la marca que del ataque. Este detalle aisló a los delanteros y facilitó el trabajo defensivo de la visita aunque hay que reconocer que Jefferson Farfán y Paolo Guerrero bastaron para inquietar durante todo el partido y que hicieron visibles muchas fallas en la marcación y estructura defensiva de los chilenos.
El primer gol de Alexis Sánchez, recién a los 7 minutos, fue un anticipo del gran partido que tendría el jugador del Arsenal de Inglaterra. En la primera pelota que tocó, y luego de una buena jugada colectiva, decretó la apertura del marcador y puso las cosas cuesta arriba para los locales. El golpe no fue definitivo y los jugadores peruanos supieron levantarse y disputar el juego. Así tras un error defensivo (y de Claudio Bravo quien no cubrió su poste) Farfán puso el empate. Siguieron algunos minutos complicados: Jorge Valdivia no aparecía y se desgastaba en labores de marcación, Arturo Vidal y Marcelo Díaz debían hacer largos desplazamientos para cubrir el medio campo y por momentos no era fácil conseguirlo. Además, Gonzalo Jara y Gary Medel no se veían cómodos en la salida y eran complicados por la presión que ejercía el contrincante y por las imprecisiones propias. Entonces vino la expulsión infantil y merecida de Christian Cueva y ese detalle fue determinante para el desarrollo del partido. Si bien en esa confusión vino el cuestionado penal y el segundo gol de Farfán, Chile parecía imponerse en el manejo de la pelota y con uno más comenzaron a aparecer los espacios. El 2 a 1 reflejaba lo ocurrido en el campo, pero Chile tendría respuesta.
Antes de terminar el primer tiempo, los chilenos se habían apoderado de la pelota y comenzaban a dominar todas las instancias del juego. Aparecieron Valdivia, Vidal y Díaz para controlar el medio campo y la capacidad individual de nuestros delanteros no pudo ser contrarrestada. Otras dos hermosas y bien construidas jugadas colectivas fueron aprovechadas por Eduardo Vargas y Alexis Sánchez. Chile lo daba vuelta y terminaba el primer tiempo ganando 3 a 2 y mostrando un mejor juego que su rival.
El escenario ya era complicado para la selección de Perú y lo fue todavía más después del reinicio del juego y el contragolpe a gran velocidad de Sánchez quien solidariamente cedió el gol a Eduardo Vargas. La frialdad y contundencia del delantero hicieron imposible la intervención del arquero peruano y pusieron una pesada lápida al marcador. A esa altura, la goleada parecía irreversible, pero los chilenos malograron algunas opciones y cedieron en la presión y el esfuerzo. Sampaoli decidió cerrar el partido y decretó los ingresos de Francisco Silva y Felipe Gutiérrez, en reemplazo de Díaz (con tarjeta amarilla) y Vidal (quien arrastra algunas molestias en su rodilla). A Perú sólo le quedaba el amor propio y con eso alcanzó para el descuento del infatigable Paolo Guerrero. No habría más, Chile se alzaba con el triunfo y con seis puntos quedó muy bien posicionado en la clasificación.
Fueron dos partidos de alto nivel y con merecidos resultados. La selección chilena demostró que sigue trabajando bien y que hay un equipo que puede luchar y conseguir una nueva clasificación mundialista. Eso nos pone contentos y nos entusiasma para lo que viene.
Fuera del fútbol será importante revisar algunas cosas. El alto precio de las entradas al estadio nos privó de ver un recinto lleno para alentar al “equipo de todos”. Hasta los jugadores y el entrenador se sorprendieron de este detalle económico que privilegia la ambición y va en detrimento del apoyo que los deportistas necesitan. Ellos (y ahora nosotros) abogaron por una rebaja que permita que todos puedan ver y disfrutar de nuestra selección. Por otra parte, estamos cansados del odio absurdo e irracional que aparece cada vez que enfrentamos a nuestros vecinos y hermanos. Esto sólo es fútbol y los nacionalismos exacerbados demuestran lo pequeños e ignorantes que somos. Hagamos un esfuerzo por crecer en todos los aspectos, por ser solidarios, generosos y respetuosos. Entonces quizá logremos estar en lo más alto por mucho tiempo y, obviamente, no nos referimos únicamente a la tabla de posiciones.