Las primarias estadounidenses, en ambos campos políticos, han sido carreras sinuosas, con muchas sorpresas, desafíos, y peripecias. Un año atrás, nadie pudiera haber conjeturado que contendientes tan improbables como Donald Trump o Bernie Sanders podrían juntar tanto apoyo y descomponer la ruta hasta las nominaciones nacionales.
En el caso demócrata, el comentarista del New York Times Nate Cohn resumó la situación así:
“Si me hubieses dicho hace un año que Bernie Sanders se las arreglaría para sobrevivir en la carrera de las primarias demócratas hasta la votación de Nueva York, hubiera estado sorprendido e impresionado. Pero si juzgamos a Sanders con el estándar con el cual su campaña ahora quiere ser juzgada –como un candidato serio que tal vez tenga una posibilidad de ser nominado– el resultado de la noche de martes fue terrible”.
El resultado de Nueva York ha confirmado las dudas de todos, aunque Sanders ha sorprendido a todos con el éxito y la popularidad de su campaña, no puede ser el candidato nominado para las elecciones generales. Sanders perdió las primarias neoyorquinas con 16 puntos menos que Hillary Clinton.
Según los datos entregados por el Washington Post, Hillary Clinton, quien ahora tiene 1.930 delegados de los 2.383 necesarios para ganar la nominación, ganó en casi todas las categorías demográficas, ya sean categorías de género o raciales, con la excepción de los hombres blancos. Sanders ganó en esta categoría con muy poco margen. Tres de cinco mujeres votaron por Clinton, quien también recuperó la mayoría de los votos de las poblaciones negras y hispánicas. Si Sanders es muy popular con los jóvenes, Clinton recuperó los votos de los más adultos, que llenaron la diferencia. Clinton también venció en los barrios lo más pudientes –en la ciudad de Nueva York por ejemplo en la Upper East Side, Chelsea o Park Slope.
Sanders ganó en estados en el oeste del país y en el noreste, en zonas mayoritariamente blancas (aunque sus votantes han sido muy diversos especialmente entre los jóvenes) y así Nueva York tiene un perfil mucho más parecido a los votantes de Clinton. Aun si gana algunos de los estados que quedan, Sanders está demasiado atrasado para que esos resultados hagan una diferencia. Sanders también está desbordado en los estados que quedan: queda 13 puntos detrás en California, 14 en Pennsylvania, y 23 en Maryland. Tomando en cuenta que casi 70 por ciento de los delegados salen de cinco estados (y esos cinco incluyen California, Pennsylvania, y Maryland), parece demasiado tarde para que Sanders alcance a revertir el panorama.
En el campo republicano, la sorpresa viene menos de la goleada de Donald Trump que del derrumbe de su primer rival, el gobernador de Texas Ted Cruz. Cruz llegó en tercera posición con 14,5 por ciento de los votos, muy detrás de John Kasich, el gobernador de Ohio, quien juntó 25 por ciento. Trump por su parte ganó todos los condados del estado con la excepción de Manhattan.
Así, Cruz no ganó ningún delegado en el estado de Nueva York e incluso perdió en un distrito detrás de Ben Carson, quien no sigue en la carrera. El resultado de Cruz daña mucho su imagen de rival potencial en una convención reñida, como lo había defendiendo en sus discursos. Aunque Cruz representa a la derecha del partido republicano, y siempre ha sido un marginal por sus opiniones muy extremas, en las últimas semanas parecía el hombre tal vez más capaz de obstaculizar a Trump en la nominación general. Ahora, el revés es muy importante para el candidato, quien tal vez pagó el precio ayer de haber denigrado y atacado “las valores neoyorquinos” durante las primaras de Iowa en enero.
Es difícil entender por qué Joh Kasich sigue en carrera. Sólo ha ganado un estado, el suyo, y sigue corriendo con solo 144 delegados. Según los cálculos de Vox, para ganar la nominación debería ganar 130 por ciento del resto de la carrera –un milagro obviamente imposible. Una teoría que el gobernador ha compartido con la prensa, es que quiere mantenerse hasta la convención nacional, esperando que la convención sea reñida. Como queda como el único candidato del establishment republicano, espera poder enfrentar Trump en ese momento. No obstante, algunos críticos le culpabilizan por obstruir la carrera de Cruz y facilitar la victoria del empresario.
Con respecto a las próximas primarias, los estados cercanos de Nueva York que votan el próximo martes –Connecticut, Rhode Island y Delaware– bien podría seguir dando la preferencia a Trump quien tuvo buenos resultados en noreste del país como en Massachusetts. Nate Silver, el comentarista de FiveThirtyEight caracterizó esas primarias como una carrera “muy regional”.
Así Clinton y Trump, después de haber parecidos frágiles en las últimas semanas, ahora han recuperado su ímpetu que ojala le lleve hasta las convenciones nacionales en julio.