Ha sido permanente durante los últimos meses el debate, entre quienes conforman la clase política, sobre la actual crisis de gobernabilidad que vive nuestro país. Curioso hecho, pues desde los dos bloques que han gobernado los últimos 25 años en Chile, se escuchan frases apocalípticas sobre la posibilidad de que el pacto de la transición llegue a su fin.
Ricardo Lagos, sentado desde su trono y con tono grandilocuente, señaló hace unos días que “Chile enfrenta la crisis política e institucional más grave desde el quiebre de la democracia en 1973”. Frase polémica y, a la vez, su pasaje de retorno a la arena política de la casta que conforman la Nueva Mayoría y Chile Vamos. Por otro lado el vocero de gobierno, laguista y ahijado político de Enrique Correa, Marcelo Díaz, ratifica que “se ha agotado el sistema de gobernabilidad del país”.
Pues bien, tanto el ex presidente, como el ministro tienen razón en su afirmación: El pacto de la transición llego a su fin. Lo que no establecen estos dos personajes de la casta política, es que la responsabilidad del fracaso y fin del pacto de la transición, es producto de la misma clase política a la que ellos pertenecen, y que ambos han tenido la posibilidad de gobernar.
Ante la situación descrita por estos “prominentes” hombres de nuestra clase política, han surgido también las voces que nos señalan los caminos que nos permitan superar el fracaso del pacto de la transición: Un gran” acuerdo nacional”, que sea liderado por un gran estadista que de confiabilidad a “todos los sectores”. Esta solución, propuesta por los mismos que han hecho fracasar el sistema político, no es más ni menos, que un acuerdo entre la “la casta”: Esa minoría económica que decide sin presentarse a elecciones, si no que a través del financiamiento a la actual clase política y los líderes de los partidos tradicionales que transversalmente reciben “email” de sus financistas definiendo que aprobar y que rechazar en las salas del Congreso.
La casta, ya definió a su hombre, su salvador, al “estadista” que puede asegurar un gran “acuerdo nacional”: nuestro rey sol, Ricardo Lagos Escobar.
Lagos está en campaña, apoyado por la misma casta que gobernó los últimos 25 años, tratando de involucrar comunicacionalmente algún sector político emergente (los mismos, que se debaten entre darle vida a la casta o matarla de una buena vez). Ricardo Lagos recorre Chile, habla en seminarios y conferencias universitarias; el gran empresariado desea escucharlo, los partidos tradicionales buscan como proclamarlo sin primarias, sin competencias, los diputados y senadores, corren y sonríen salir en su foto, olvidando que antes estuvieron con Bachelet. La derecha, asume silenciosamente que Lagos es el hombre.
Sin embargo, estos sectores, como siempre, olvidan lo más importante: La gente.
Lo que no logra reconocer la casta y alguno de los llamados movimientos emergentes, es que la crisis institucional, no es un problema de castas, de remplazar una elite por otra, de izquierdas contra derechas, de viejos contra jóvenes, de remplazar un rostro por otro, de darle espacio a un par de dirigentes sociales o estudiantiles. Lo que Lagos y la casta no entienden, es que el problema son ellos y los afectados somos nosotros, la ciudadanía, la gente. Por lo tanto se da el enfrentamiento lógico: ellos – la casta – y nosotros – la gente -.
La casta, defenderá con “uñas y dientes” sus privilegios y sus formas, no debemos extrañarnos que el “Lagos salvador”, sea aclamado transversalmente como el líder “del gran acuerdo nacional”. Ahí estarán los dueños de Chile, esa minoría que añora la estabilidad que les dio el pacto de la transición.
La imagen del 2017 será la misma que hemos visto los últimos años: Por un lado la casta, ese 1% que se ha beneficiado como nunca antes en su historia, con los gobiernos de la Concertación/Nueva Mayoría y la derecha, aclamando de pie, a su salvador; y por el otro la gente, el 99% restante, que de forma transversal ha visto, como el pacto de la transición, ha secuestrado la democracia para unos pocos, y el crecimiento económico de los últimos 25 años ha hecho más rico a los mismos de siempre, desmejorando los derechos sociales que tanto costo obtener.
Ellos o nosotros, la casta o la gente, la elite o la ciudadanía, la democracia de los acuerdos de la casta o la democracia participativa ciudadana, la patria solo para ellos o la patria para todos. Esto es lo que esta debate, de esto es de lo que no nos habla Ricardo Lagos. La cancha está abierta. Por un lado, Lagos y la casta; por el otro, la democracia y la gente.
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