“Terrorismo de Estadio”, el archivo sobre las torturas del Estadio Nacional

La investigación, que fue realizada por la académica de la Universidad de Chile, Pascale Bonnefoy, revela el organigrama de los altos mandos del Ejército que tomaron el control del coliseo durante los dos primeros meses de la Dictadura de Pinochet. A través de sus páginas, el texto también incluye los testimonios de los ex militares y detenidos que estuvieron en el recinto.

La investigación, que fue realizada por la académica de la Universidad de Chile, Pascale Bonnefoy, revela el organigrama de los altos mandos del Ejército que tomaron el control del coliseo durante los dos primeros meses de la Dictadura de Pinochet. A través de sus páginas, el texto también incluye los testimonios de los ex militares y detenidos que estuvieron en el recinto.

Luego del Golpe de Estado de 1973, uno de los primeros campos de concentración que se habilitó fue el Estadio Nacional.

Allí llegaron extranjeros, mujeres, hombres, trabajadores y estudiantes, todos quienes enfrentaron a un Ejército que de manera incipiente comenzó a practicar la tortura y su forma de organización.

El Estadio Nacional fue, en ese sentido, un lugar de experimentación. Un sitio al que llegaron miles de detenidos y que luego de dos meses de funcionamiento, fue abandonado por los militares.

Terrorismo de Estadio

En el año 2005 la académica de la Universidad de Chile, Pascale Bonnefoy, culminó una investigación sobre las violaciones a los Derechos Humanos ocurridas en el Estadio Nacional durante su ocupación militar. Entonces, los antecedentes recolectados fueron publicados en el libro “Terrorismo de Estadio. Prisioneros de Guerra en un Campo de Deportes” (Editorial Latinoamericana). Hoy, luego de 11 años, la investigadora revive este trabajo a través de una nueva edición.

En esta nueva publicación, Bonnefoy recoge más de 20 sumarios de las fiscalías militares. “A partir de declaraciones y la información armé un puzzle sobre cómo operó el Estadio, cómo funcionaron los aparatos de inteligencia, quién hizo qué, con nombre y apellido, y qué pasó después con ellos”, comentó la autora.

Al texto también se sumaron diferentes entrevistas. En este sentido, la académica señaló que su contacto con las fuentes no fue fácil. “Hubo ex oficiales que me contaron en qué estaban o me ayudaron a llegar a otra fuente, otra información. Pero también hubo entrevistados de causas judiciales del 73 o más actuales. Ahí probé mi suerte. Algunos me entendieron muy bien y otros no”, señaló la investigadora.

La organización

La investigación también revela el organigrama de los altos mandos del Estadio Nacional. Según Pascale Bonnefoy, los militares se organizaron en torno a una planta mayor y una administrativa, que no tenía que ver con los interrogatorios.

“En el Estadio Nacional había dos mandos paralelos. En uno estaba el jefe de logística, administración, extranjería y operaciones, bajo el mando del coronel Jorge Espinoza, quien fue designado para ese cargo. De ahí llegaron suboficiales, tropas de regiones y médicos. Por otro lado, estaban los servicios de inteligencia que mandaban equipos interrogatorios al Estadio Nacional y sobre ese mando nadie tenía injerencia. Es decir, eran mandos paralelos”, explicó.

Además, en el recinto también operaron las fiscalías militares, por lo que eran tres aparatos que funcionaban de manera simultánea.

De acuerdo a la investigadora, en el Estadio Nacional, “toda la jerarquía se trastornó después del Golpe de Estado”. Esto, producto de la llegada de gente nueva, médicos y militares que poco a poco comenzaron a articularse.

“El Estadio Nacional fue muy masivo y funcionó en una etapa experimental, donde la gente comenzó a probar en terreno su organización. Esto fue caótico y desordenado, porque no tenían experiencia”,  recalcó Bonnefoy.

Nuevos antecedentes: el ex edecán y “El papi”

A través de los antecedentes de la investigación, Pascale Bonnefoy llegó al ex edecán de la Cámara de Diputados, el coronel en retiro, Reinel Bocáz Rocha, quien fue investigado por el ministro Mario Carroza por la muerte de un prisionero en el Estadio Nacional el año 1973.

Sus datos surgieron luego de que la académica investigara un sumario de la fiscalía militar en donde Bocáz declaró sobre el fallecimiento de un detenido en el marco de un supuesto intento de fuga.“Él contó que estaba a cargo de escoltar a los prisioneros desde los camarines hasta el velódromo, que era el lugar donde ocurrían las peores torturas. Dijo que llevaba a los prisioneros a las galerías a tomar aire, siendo que los vecinos escuchaban los gritos de tortura que provenían desde el interior del Estadio”, comentó la investigadora.

Además, la autora explicó que durante las entrevistas los ex detenidos le comentaron sobre un particular militar: “El papi”. Este suboficial provenía de Antofagasta y llegó al coliseo de Ñuñoa para montar guardia en la piscina donde estaban las mujeres.

Según la autora, a través de la indagación, las ex presas declararon que “El papi” las cuido y atendió durante su detención. “Nunca se supo quién había sido, pero ahora atando nombres y lugares, di con su identidad, lo que para mí significó una gran satisfacción personal”, manifestó Bonnefoy.

Las deudas

Según el Informe de la Comisión Verdad y Reconciliación, en el Estadio Nacional fueron fusilados 41 prisioneros. Sin embargo, la cifra no es exacta.

Respecto del número de detenidos, en 1973 la misma Junta Militar declaró que 7 mil prisioneros pasaron por el Estadio Nacional. Posteriormente, en el año 2000 el ex director de la DINA, Manuel Contreras, en su libro “La verdad histórica” dio otro número: 9 mil presos.

“El problema del Estadio Nacional es que fue también un lugar de tránsito, donde habitualmente no se fusilaba tanto dentro como afuera. Por eso, en muchos casos de detenidos desaparecidos, no se tiene certeza si pasaron por el Estadio o por la comisaría o por el regimiento”, dijo la autora.

El Estadio Nacional no es el único centro de detención que mantiene este vacío respecto de la información de los prisioneros. En este sentido, la investigadora declaró que “lo que sucedió en los centros de detención de regiones es menos conocido y ha sido menos indagado”.

“Hubo centros clandestinos transitorios donde ocurrieron cosas y no se sabe nada al respecto. Eso sería interesante de investigar, porque haciendo estos trabajos me doy cuenta de la enorme cantidad de personas que andan dando vueltas por ahí, militares que hasta ahora se han mantenido en el anonimato y que no han tenido que responder por ninguna causa, aunque debieron haberlo hecho”, concluyó.





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