La primera condición para disfrutar de los musicales es aceptar las reglas del juego. Los musicales invitan al espectador a entrar en un mundo que se parece al nuestro, pero no es exactamente igual. En este mundo la gente canta y baila todo el tiempo, si están alegres o tristes el mundo ficcionado se detiene para acompañarlos en su emoción y a veces cantar con ellos. Si el espectador está todo el tiempo cuestionando la verosimilitud de que los personajes irrumpan en cantos no hay posibilidad de disfrute de esta propuesta, este juego requiere complicidad.
“La La Land” tiene una de las aperturas más lindas y emocionantes que hemos visto en el cine en mucho tiempo. Una enorme fila de autos atraviesa una autopista, el tráfico está detenido y la cámara se pasea entre los vehículos hasta que una de las conductoras comienza a cantar y sale de su auto para bailar, a su canción se van uniendo otros conductores hasta que se arma una hermosa coreografía. Lo más emocionante es ver esta diversidad de personajes –pluralidad de cuerpos, edades, razas- participando de esta celebración que se hace espacio en la cotidianeidad urbana al ritmo de una optimista y pegajosa canción. Esta escena como muchas de las que veremos más adelante en “La La Land” es una cita de otro musical, lo que desde el inicio nos da una pista de que se trata de una cinta que a la vez refiere y actualiza la historia del género.
La muy celebrada película de Damien Chazelle –que alcanzó gran notoriedad con su película anterior “Whiplash”- ya ha superado records. Fue la primera cinta en llevarse 7 galardones en la premiación de los Globos de Oro, otorgado por la asociación de periodistas extranjeros en Hollywood y ahora compite por 14 premios de la Academia siendo junto a “Titanic” y “Eva al desnudo” la película más nominada en la historia de estos premios y optará a igualar y quizá, superar, los 11 Oscar que ganaron “Ben Hur”, “Titanic” y “El Señor de los Anillos: El retorno del Rey”.Esto además de las diversas distinciones que ya ha recibido de otras academias y organizaciones ligadas al cine.
¿Hay razones para tanto aplauso? La verdad es que sí, “La La Land” es una película que celebra al cine y a la ciudad desde donde se origina gran parte de la producción cinematográfica más vista en el planeta. De ahí se puede entender la fascinación del mundo del cine y de muchos cinéfilos por la propuesta de este filme que sigue todas las reglas del género, que expone con encanto la artificialidad de todo el ejercicio del musical en donde cada detalle está perfectamente calculado y en donde la espontaneidad es pura apariencia.
Aunque para mi gusto “La La Land” carece de la frescura y la emotividad de algunos grandes títulos del musical y que –aunque talentosos- sus protagonistas no tienen el genio de maestros como Gene Kelly o Cyd Charisse, es innegable que tiene muchos méritos. Es una cinta encantadora y con varias escenas de una belleza llena de nostalgia por esa época en donde el cine era el refugio de los románticos y soñadores. La narración se centra en lo agridulce del amor y del ser artista y está contada con eficiencia y con un cuidado diseño de producción que hace que el carisma de Emma Stone y Ryan Gosling luzca impecable. Para aquellos que aún buscan en el cine un espacio para la dulce evasión y la ensoñación vale la pena ver “La La Land” y vale especialmente la pena verla en pantalla grande… porque en cinemascope los sueños son más hermosos.