Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 28 de marzo de 2024


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A favor del desarme


Lunes 25 de septiembre 2017 7:32 hrs.


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Señor Director:

El último conflicto entre Estados sudamericanos fue el que opuso en 1995 a Perú y a Ecuador . Se trató de un conflicto por un problema de frontera que después de una viva tensión militar se resolvió pacíficamente por la negociación.

Mucho antes, habría que remontar hasta la “guerra del fútbol” entre Honduras y El Salvador  en 1969 , es decir en América Central , para encontrar un conflicto en nuestra región donde la sangre llegó al río  durante un breve periodo después del cual la paz se restableció completamente.

Así el único conflicto bélico de verdaderas proporciones en el siglo XX en nuestro subcontinente fue  la mortífera guerra del Chaco entre  Bolivia y  Paraguay,  entre 1932 y 1935.

Todo esto para mostrar que durante  casi todo el siglo anterior y lo que va del presente nuestra región, y especialmente nuestro país, han incurrido en unos colosales gastos militares en circunstancias que nada, absolutamente nada lo justificaba.

No faltarán, sin embargo, quienes defiendan la tesis de que los ejércitos disuaden los conflictos, pero a ellos se les puede responder que Costa Rica abolió , por la Constitución de 1948 , su ejército y que este país situado en una América Central a menudo convulsionada no se ha visto envuelto en  ninguna guerra  con sus vecinos y es la nación que presenta los más altos índices de desarrollo de su zona geográfica.

Lo importante que hay subrayar  es que nuestros países han estado distrayendo unos recursos considerables en armamento mientras que los problemas relacionados con nuestro subdesarrollo se iban acumulando y agravando  haciendo soportar  a nuestras poblaciones unos sacrificios  desmesurados en términos de condiciones de vida.

¿Será necesario recordar que la relación entre gasto militar y desarrollo es muy estrecha como lo muestran por ejemplo los casos de Japón y de Alemania ? Estas dos grandes potencias actuales que fueron derrotadas y arruinadas durante la segunda guerra mundial experimentaron un desarrollo económico fulminante en buena parte porque, hasta una fecha muy reciente, no tenían ejércitos ya que los aliados victoriosos se los prohibieron. Y no sería excesivo agregar el caso de Suiza, paìs neutral y  con un ejército de milicias(5% de profesionales), que a pesar de su mediterraneidad figura entre las naciones europeas más desarrolladas.

Hay otro aspecto que en el caso especifico de Chile debería llevarnos a impulsar la iniciativa de una desarmamento total de la región y a una desmovilizaciòn de las FFAA nacionales. No se trata solamente del derroche de los recursos del Estado y del cobre sino que se ha operado  también una distracción flagrante de unos recursos humanos enormes que en lugar de consagrarse a las actividades productivas son estancados en un inmovilismo estéril. Me refiero en especial al personal calificado de técnicos y profesionales que en nuestro país eligen el uniforme sobre todo para asegurarse una remuneración y una carrera en circunstancias que serían tan necesarios en los organismos civiles de un Estado fuerte y desarrollado.

Las consideraciones precedentes no constituyen más que algunas de las que me llevan a abogar por un desarme total con nuestros vecinos, convencidos de que nuestros pueblos encontrarán los mecanismos para defenderse de las posibles agresiones como otros ya  lo han hecho después de haber disueltos sus ejércitos. Un tema más por lo tanto para una Asamblea Constituyente y la refundación de nuestro Estado.

 

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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