Después de que la elección presidencial y parlamentaria dejara a la Democracia Cristiana como el partido más golpeado a nivel nacional, a la senadora y ex candidata a La Moneda, Carolina Goic, le quedó poco margen para mantener su liderazgo en la colectividad.
Durante la mañana del lunes, un grupo de representantes de la falange, liderados por el diputado Gabriel Silber y la futura senadora Ximena Rincón, expresaron públicamente la molestia contra la máxima dirigenta, exigiendo su renuncia. Por su parte, Carolina Goic, aceptó el emplazamiento y en el Consejo Nacional del partido realizado durante la tarde del mismo día, en medio de adherentes y detractores, leyó el comunicado con que ratificó su partida de la dirigencia.
Detrás de ella partió un histórico: Gutenberg Martínez. El reconocido falangista, uno de los más consultados por los medios a la hora de mostrar los descontentos del sector conservador del partido, decidió retirarse antes del Consejo, en señal de apoyo a la senadora.
Pero esto, sumado a la derrota de otros referentes del partido en el Congreso, como Andrés Zaldívar e Ignacio Walker, parece ser la postal de la despedida del sello histórico de la Democracia Cristiana, ese que nunca se sintió muy cómodo con la agenda reformista de la Nueva Mayoría.
El fracaso de la apuesta y del discurso apocalíptico
En abril de este año, la Junta Nacional de la falange apoyó la idea de tomar un camino propio, como respuesta al progresivo descenso electoral experimentado desde los años ’90 hasta ahora. La iniciativa, impulsada por el sector “moderado”, representado por Goic, tenía un fuerte rechazo de parte del bloque progresista, quienes veían las consecuencias. En este escenario, la senadora tomó lo que pudo y se reforzó con el lote conservador de la colectividad, representado por nombres como Gutenberg Martínez, Mariana Aylwin o Andrés Zaldívar.
La idea era tener una candidatura del partido hasta la primera vuelta, sin depender de los acuerdos que acostumbraron a tomar con las demás colectividades de la Concertación/Nueva Mayoría en elecciones anteriores, los que según los análisis de la directiva mermaban la imagen de la falange frente a los electores del país, no dando espacio a presentar un proyecto social cristiano.
La hipótesis que señalaban dirigentes de la DC a nuestro medio por aquellos días, contemplaba un retroceso a nivel parlamentario, incluso asumían que lo más seguro era que no pasaran a segunda vuelta presidencial, pero querían dar un testimonio además de tiempo a la candidata para visibilizar este discurso falangista a la ciudadanía hasta el 19 de noviembre.
Posiblemente no esperaban una caída tan dolorosa que los dejara como símbolos del fracaso. La Democracia Cristiana alcanzó tan sólo 14 diputados, logrando una representatividad más baja que sus colegas de la Nueva Mayoría y que el recién nacido Frente Amplio, quienes obtuvieron 43 y 20 representantes en la Cámara, respectivamente. Mientras que la candidatura de Goic terminó en quinto lugar, con un 5% de los votos.
A la hora de los análisis, en conversación con Radio Universidad de Chile, el histórico Gutenberg Martínez manifestó que el factor clave dentro del descenso fue el nuevo sistema electoral proporcional porque “beneficia a las primeras mayorías”. En tanto, sobre el pobre 5% obtenido por Goic, culpó al “boicot” a la candidatura de parte del ala izquierda del partido. Pero de haber contado con el apoyo decidido de diputados como Gabriel Silber ¿Qué habría cambiado? ¿Pasar a segunda vuelta? Sin decirlo, Martínez pareció reconocer que el escenario final no habría sido distinto, asegurando que con la candidatura de la ahora ex presidenta del partido nunca buscaron un resultado específico, puesto que lo importante era empoderar a la DC.
Martínez es de los que difunde el discurso de que las medidas de la Nueva Mayoría, la relación con el Partido Comunista como factor gravitante, son hechos que conducen a la polarización del país, en palabras que recuerdan a esa Democracia Cristiana que colaboró con el boicot al gobierno de Salvador Allende.
Pero hoy la realidad es absolutamente distinta y el tono apocalíptico del sector conservador de la falange pareciera estar fuera de contexto. Si bien hoy se posicionó una derecha extrema en el nombre de José Antonio Kast, al mirar hacia la izquierda no se ve un símil con tanto arrastre de votantes como el 8% del diputado ex UDI que perdió en primera vuelta. Eduardo Artés, decididamente un hombre de izquierda y con ideas revolucionarias, alcanzó un bajísimo 0,51% de los sufragios. Beatriz Sánchez tuvo éxito, pero ni su conglomerado ni ella se definen como “izquierda”. Dicen ser ciudadanos, al igual que Alejandro Guillier, el candidato que representa la continuidad de las reformas de Michelle Bachelet, muchas de las cuales se alcanzaron gracias al consenso que tanto le gusta a la Democracia Cristiana.
Mirando hacia la izquierda no se ve posibilidad de guerrilla ni la aparición de un comandante que lidere un proceso que tensiones al país, como parecieran vaticinar los conservadores. Consultado sobre esto, Gutenberg Martínez recurre a la cautela:
“Hay una discusión mundial en torno a la calificación de izquierda derecha y centro, dicen que las elecciones se ganan en el centro, por eso uno puede observar que meses antes de las elecciones la izquierda se denominaba ‘izquierda’, pero después pasó a denominarse ‘centro izquierda. Hay que analizar si efectivamente es una polarización, uno no puede responder a 16 horas de los resultados”, afirmó.
Volviendo al tema del fracaso, resulta difícil culpar a Goic tomando en cuenta que el diagnóstico sobre la progresiva extinción de la falange en las urnas era acertado. La apuesta de dar mística partidista sin importar resultados no dio en el clavo y la ciudadanía entregó un mensaje claro a todo el espectro político: sumando a Guillier, Sánchez y Enríquez-Ominami, un 49% de los votantes quiere reformas y no un gobierno “recatado”.
El desembarco del progresismo
Cerca de una hora después de que la congresista abandonara el Consejo, el diputado Silber, uno de los más ofuscados con el desastre de la falange pese a que alcanzó a ser reelecto, declaraba ya más tranquilo que el partido se sumaría sin condiciones a la candidatura de Alejandro Guillier, sin someter a votación absolutamente ningún punto del programa del candidato de la Nueva Mayoría.
El parlamentario, la noche anterior estuvo en el programa ‘En buen chileno’ de Canal 13, dejando el que será recordado como uno de los momentos más icónicos para los demócrata cristianos en mucho tiempo, con el parlamentario enrostrándole a Mariana Aylwin la responsabilidad de la tesis que ella defendió y que Goic impulsó en el desastre del partido.
Dentro del monstruo de tres cabezas que es la Democracia Cristiana, con un ala izquierda, otra derechista y un sector tímido pero tendiendo al progresismo, no se ve margen para que resurja el bloque conservador. El fracaso de 2017 vuelve difícil el articular argumentos para defender esa posición y los hechos están demostrando que ahora el sector del partido que buscó siempre ir a primarias y defender la agenda de reformas tiene el camino libre.
Los únicos tres senadores que alcanzaron en esta elección son justamente nombres del bloque con tendencia a la izquierda: Francisco Huenchumilla, Ximena Rincón y Yasna Provoste. Adiós a la “cocina de Zaldívar”.
En reemplazo de Carolina Goic quedó interinamente el diputado Matías Walker, uno de los pocos no progresistas que fue reelecto. Incluso él tuvo que anunciar que se apoyaría a Guillier sin condiciones. Detrás suyo, a la hora de declarar, ya no estaban ni sus hermanos ni otros nombres que han sido la bisagra en el presente gobierno.
Sí se podía apreciar detrás al diputado Víctor Torres, uno de los reelectos y representantes del ala renovada de la DC. En conversación con nuestro medio, sostuvo que existen aires de refundación en el partido, que es lo normal también para sobrevivir ante la crisis.
Su análisis reafirma la idea del desembarco progresita en la falange:
“Uno hace el análisis del resultado final y tanto en el Senado como en la Cámara existe una tendencia de consolidar a los que hemos tenido una postura de vanguardia, eso permite hacer entender que los chilenos comparten esa mirada de un partido demócrata cristiano que más que partido bisagra debe ser un partido que impulse los cambios sociales y que impulse la justicia social”, dijo.
Estos meses serán de reconstrucción, pero el escenario es favorable para los triunfadores dentro del partido. Las definiciones por lo pronto serán en enero de 2018, cuando se realice una nueva Junta Nacional del partido, en donde se definirán nuevos lineamientos y la permanencia dentro del conglomerado.