Terminadas las elecciones comienza a ordenarse el mapa político de cara a 2018. Durante la semana pasada, las conversaciones en torno al futuro de la Cámara de Diputados se tomaron la agenda, específicamente sobre qué bando presidirá la corporación.
En el lógico interés de Chile Vamos por quedarse con la presidencia y la vicepresidencia, la Democracia Cristiana se ha convertido en protagonista sobre la opción, debido a que la derecha depende de votos de la falange para alcanzar el cupo. La colectividad hasta hace poco presidida por Carolina Goic quedó debilitada luego de la fuerte derrota de esta última en su candidatura presidencial, pero además, a nivel parlamentario disminuyeron de 22 diputados a 14, lo que disminuyó su influencia legislativa.
Más allá de esto, la necesidad de Chile Vamos ha revitalizado a la falange dentro del escenario político, pero la discusión es más amplia en la interna, lo que importa es definir el perfil que ocuparán como oposición al gobierno de Sebastián Piñera. Hoy se agudizan las diferencias sobre esto en la colectividad.
Por ejemplo, el diputado Gabriel Silber, convertido en uno de los referentes del ala progresista del partido y que salió fortalecido tras la reelección, cuestiona de entrada la idea de pactar entre un grupo de parlamentarios el destino de la presidencia de la Cámara, apelando a que no hay que estancarse en las mismas formas de hacer política que llevaron a la crisis a su colectividad y la Nueva Mayoría.
“Después del baño de humildad de la DC por sus resultados electorales tenemos que dialogar y debatir. En consecuencia no vamos a repetir viejas prácticas, como llegar a acuerdos entre cuatro paredes, sin escuchar a los nuevos parlamentarios sobre el destino de la corporación”, dijo.
Silber no está sólo. Un aliado que también fue reelecto como diputado es Víctor Torres, quien sumado a los triunfos de Yasna Provoste y Francisco Huenchumilla en el Senado, dan a entender que el perfil demócrata cristiano que más prefiere la ciudadanía actualmente es uno cercano a la idea de reformar el país en algunas materias.
“Las urnas hablaron y privilegiaron un sello más progresista de la Democracia Cristiana. Hay un cambio no sólo generacional, sino que también del adn de nuestro partido, el cual tenemos que mirar con atención”, señaló.
En el momento actual de la falange se pueden identificar varios derrotados y que ya no serían referentes para construir la oposición, como es el caso del sector más conservador del partido, representado principalmente en estos días por Mariana Aylwin. La ex ministra de Educación, más allá de la importancia que tiene su apellido para la colectividad, no cuenta con mucho respaldo en la interna, principalmente por sus posiciones cercanas a la derecha.
El pasado 21 de diciembre, Mariana Aylwin señaló a La Tercera que se sentía más cercana a la postura de Chile Vamos que a la de la Nueva Mayoría, además, durante el sábado participó de una actividad de la fundación Jaime Guzmán. Sus acciones generan rechazo al interior de la Democracia Cristiana y hoy el Tribunal Supremo del partido se encuentra recopilando antecedentes para quitarle la militancia.
Un histórico de la DC y que fue bastante crítico en su respuesta a Aylwin fue el ex senador Mariano Ruiz-Esquide, quien lamenta que no hayan existido sanciones previas a personajes como la ex ministra o Gutenberg Martínez por desperfilar al partido y dejarlo en una ambigüedad política.
Pero más allá de esta oposición al conservadurismo interno, Ruiz-Esquide expone que la Democracia Cristiana debe posicionarse como un referente del centro que busque soluciones para el país en alianza con la izquierda. Aunque deja en claro que en algunas materias país la postura podría ser de buscar acuerdos.
“Quiero que la DC siga planteando lo de los últimos 15 años, primero con la Concertación y después con la Nueva Mayoría. Ese es nuestro nicho, la centro izquierda. Y si es necesario, en materias de bien nacional, la Democracia Cristiana siempre ha sido oposición pero ha apoyado materias de índole nacional”, manifestó.
Hoy son las posiciones más inclinadas hacia la izquierda las que toman fuerza en la falange, aunque a nivel parlamentario es posible que al menos durante cuatro años todavía queden rastros del sentido “bisagra” que a muchos disgusta en el partido. Tal es el caso del diputado Jorge Sabag, quien representa un pensamiento más conservador, el que quedó evidenciado en su rechazo a la ley de despenalización del aborto en tres causales.