En medio de los problemas políticos que ha debido enfrentar el Gobierno, principalmente ocasionadas por la salida de Mauricio Rojas del ministerio de las Culturas o los dichos que terminaron sacando a Gerardo Varela de Educación, el diputado de la UDI Jaime Bellolio, advirtió las fallas desde su propio conglomerado, sobre todo a la hora de tener una postura clara en materia de derechos humanos.
Entrevistado en Radioanálisis con el director de nuestra emisora, Patricio López, el parlamentario se refirió a la relación política entre oficialismo y oposición, cuestionando a quienes prefieren ponerse en el lado de la confrontación, más que de la argumentación.
¿Cuál es el momento por el que está pasando el gobierno, porque pareciera que están en pugna dos ideas: el descenso en las encuestas y, por otro, la necesidad de recuperar lo que se llama “el control de la agenda”?
Yo creo que para todos los gobiernos está siendo bien difícil manejar su propia agenda. Esto no es algo exclusivo de este gobierno ni tampoco del anterior. Yo creo que es difícil para todos, porque hoy el poder se ejerce de manera diferente a como se ejercía antes. Hoy es un poder más diluido, más revuelto.
Hay una entropia natural de la sociedad, donde la paciencia es mucho menos frente al cumplimiento de promesas y el gobierno se encuentra en esa fase como de “delivery”, no bastando con hacer la promesa, sino que hay que empezar a cumplirlas. Esto es difícil, sobre todo cuando uno tiene minoría en el Parlamento, porque si bien hay ciertas cosas que no requieren más que cambios administrativos, una parte importante de las transformaciones requiere de acuerdos al interior del Congreso, y el clima ahí dentro está súper crispado.
Creo que el nivel de discusión del actual Congreso es peor que el del Parlamento anterior. Una de las razones es que dado que casi 1/3 de la Cámara de Diputados salió electa con menos de un cinco por ciento de los votos, uno ve en ellos poco ánimo de generar acuerdos, consensos y, más bien, pretenden extremar posiciones con distintos incentivos, uno de ellos: aparecer en la tele.
Hay una idea de que la oposición está muy desarticulada, en ese contexto, diversos analistas han planteado que la pérdida de manejo del gobierno ha sido más por “autogoles” en un contexto de una oposición mayoritaria, pero desarticulada. ¿Comparte esa apreciación?
Es cierto que hay una oposición desarticulada o, más bien, que hay distintos tipos de oposición. Hay una que tiene está lógica de negar absolutamente todo, con el único argumento que es porque viene desde este Gobierno. Creo que hacen eso con el fin de lograr tener el poder en cuatro años más o quedarse con el treinta por ciento del electorado…
Para mi, esa es una tesis “bien penca” porque tiene poco que ver con los ciudadanos y mucho que ver con mirarse el ombligo. Esta oposición se ha visto reflejada en varias votaciones, donde se han dado “vuelta la chaqueta”, escribiendo un par de tweets y cambiando de opinión. Esa oposición, a mi juicio, es poco republicana, pero hay otra que no. Hay una oposición que está legítimamente en contra de los temas, que argumenta y tiene esas diferencias…
Sin lugar a dudas, yo creo que quienes hoy día están marcando el paso ideológico son el Frente Amplio y, la Nueva Mayoría o lo que queda de ellos, son una versión light de este nuevo grupo.
Ejemplo de esto es lo que ocurrió con el Estatuto Joven, que en comisión se votó sin problema, pero tras los alegatos de la Confech, se dieron vuelta la chaqueta. Entonces, en la Sala, el Frente Amplio argumentaba una cosa y el Partido Socialista, para no ser menos, argumentaba también en contra, y otros también argumentaban en contra para no ser menos que los dos anteriores… pero tú les preguntabas cuál era la causa real y no podían decirte algo con relación al proyecto: ¡Se ha generado una falta de idea país que ofrecerle a los chilenos!
Nuestra responsabilidad ha sido no saber ofrecer con la misma claridad qué es lo que proponemos, explicar por qué es beneficioso… en el fondo, algo que permita ordenar a nuestras huestes y luego ofrecérselas a la ciudadanía. Eso, junto con los “autogoles” que dices tú, que tienen que ver con el tema de los Derechos Humanos, han hecho que para la oposición sea más sencillo unirse, pese a que no todos tienen la misma intensidad. Por ejemplo, una cosa es estar en desacuerdo con el criterio utilizado por la Suprema para la liberación de siete reos de Punta Peuco y, otra cosa, es dado que ocuparon un criterio que no les gustó, un grupo de parlamentarios los acusa constitucionalmente para sacarlos, son cosas diferentes.
En el caso de los ex ministros Rojas y Varela, ¿las críticas que se les hicieron son, desde su punto de vista, justas o exageraciones?
Algo puede ser justo, pero a la vez la sanción puede ser grave o menos grave. En el caso del ministro Varela, él sí comprendía cuál era el funcionamiento del ordenamiento público con respecto a la educación, estaba haciendo una buena tarea en llevar adelante una agenda muy importante con reformas que necesitan hoy ejecutarse. Lo que sí pasaba con él es que su personalidad implicaba decir o hacer ciertas cosas o bromas que hacían que esa fuera la agenda en vez de central el debate en la calidad de la educación.
¿Sería un buen ministro con malas cuñas?
Y que cuando ocupa el ejemplo del bingo, no solo era un mal ejemplo, si no que lo que estaba diciendo era otra cosa. Si lo que uno necesitaba decir era que había que empoderar a la comunidad local, para que allí se decidieran más cosas, el ejemplo no es el bingo, porque lo que ahí daba a entender era como un desentendimiento en algo básico de parte del Estado, cuando no es así.
Esa no es la única razón, pero hizo que la agenda fuera por temas extra y no por los items que era necesario mostrarle al país, donde queríamos contar las cosas a cambiar en los énfasis en educación. Por eso se hace el cambio, y la ministra Marcela Cubillos tiene experiencia en el área, pero además, el manejo político que una cartera así necesita.
Con respecto al ministro Mauricio Rojas, hay que ser justo. Él nunca puso en entredicho la violación a los derechos humanos, porque en su propia familia sufrió de detenciones ilegales y violaciones a estos. El debate se dio en torno al Museo de la Memoria y yo creo que con una mala frase y equivocada, porque no se puede poner contexto cuando hubo violación a los derechos humanos, simplemente porque no cabe.
Uno puede hacer un análisis historiográfico, puede hablar de contexto para hablar de violencia política, pero de ahí no se puede seguir que, dado lo que pasó en la UP, dado que la violencia como parte legítima de los grupos paramilitares… dado todas esas cosas, uno no puede decir que se justifica esto otro, eso es brutal, ¡la violación a los derechos humanos nunca tiene justificación! por lo tanto, los museos de la memoria lo que hacen es rescatar ese horror y decir ¡no podemos nunca descuidar los derechos humanos, no importa cuál sea el contexto!
Discusión aparte es sobre el contexto que ahora abre el Presidente Sebastián Piñera que dice querer abrir un museo de la democracia, donde no solo se incluiría lo ocurrido en 1973.
¿Le conviene al gobierno seguir con el tema, cuando estamos a menos de dos semanas del aniversario 45 del golpe militar?
Creo que tenemos distintas posiciones con una parte de la izquierda con respecto a ese contexto y no con la violación a los derechos humanos. Yo defiendo la existencia del Museo de la Memoria y la forma en la que se ha expuesto y no me parece que uno tenga que darle contexto a lo que ahí suceda, pero lo que al mundo de centroderecha le da un poquito de rabia es que si realmente tenemos este estándar en materia de derechos humanos, por qué una parte de la izquierda es negacionista frente a lo que pasa en Venezuela, en Nicaragua…
¿Cuál es el estándar real que tiene una parte de la izquierda sobre la protección a la dignidad humana?, ¿los reprueban en Chile, pero los aprueban y felicitan en otras partes del mundo? Ese es el estándar en el que uno dice ¡Cuidado! porque no queremos que ellos se sientan una autoridad moral en el tema porque, simplemente, han demostrado que en la actualidad no pueden tenerla, menos cuando han culpado a las víctimas de ser instigadora de estas violencias en los casos mencionados.
Volviendo a septiembre, creo que será difícil esta conmemoración, porque la centroderecha le ha regalado los derechos humanos a la izquierda durante mucho rato.
Hay culpa de Chile Vamos al no haber sido más categórico en el punto…
Sin lugar a dudas. Debimos haber sido muy categóricos y reconocer que en Chile pasó esto: hubo violencia política, hubo un golpe de Estado, pero eso jamás puede justificar que el Estado ocupe su propia fuerza para reprimir, torturar, asesinar y encarcelar ciudadanos chilenos y exiliarlos, eso no cabe.
Uno puede decir, ´bueno, pero hubo beneficios económicos´ Sí, los hubo, pero eso no puede ser equiparado con respecto a las violaciones a los derechos humanos. Si uno hace esa reflexión, puede ir con tanta fuerza y decirle al Partido Comunista o al Frente Amplio: ´Les toca ahora a ustedes condenar a los regímenes que son amigos de ustedes y que sistemáticamente violan los derechos humanos´.
Como nunca hemos hecho nuestra propia reflexión, no podemos avanzar hasta la otra parte sin antes sentirnos nuevamente acorralados.
En entrevistas anteriores ha criticado este “hacer política para redes sociales” del Frente Amplio.
Primero es decir que el Frente Amplio es un conjunto de movimientos, por lo que al interior hay voces distintas. Por ejemplo, reconozco en Gabriel Boric una persona dialogante, con razón, con apertura al diálogo, y a otros con gran análisis y muy rigurosos… es importante hacer esa diferencia.
Después, pienso que el Frente Amplio es quien da la pauta política de la izquierda chilena y los otros se tratan de sumar en una versión “light”, igual que ellos, pero un poquito menos. Eso es parte del problema intelectual de la izquierda y de la derecha chilena. Sin embargo, nosotros durante los últimos cuatro años pudimos hacer una reflexión que nos permitió algo más de consenso.
Esta política de redes sociales no creo que sea exclusiva del Frente Amplio, pero sí me pasa que hay mayor concentración de esa lógica ahí.
Ahora, el nuevo sistema electoral hace que cada vez haya mayor diversidad, pero a la vez hace que estén ahí parlamentarios electos con muy pocos votos. Entonces, la lógica es a tratar de destacar por ser más extremo que por buscar racionalidad o equilibrio.
Una inseguridad política que se expresa desde una exigua base electoral…
Pero también una oportunidad, porque si te eligieron con pocos votos, parte del incentivo es a salir en los medios a través de frases grandilocuentes y sin mucho contenido para, en vez de sacar uno, sacar tres.
Yo me sumé a una propuesta transversal de cambio a esta ley electoral para evitar que haya una segunda cifra repartidora. La primera permite es saber qué pacto escoge primero, pero hay otra: al interior de cada pacto, en los subpactos, cuya consecuencia es que gente con más votación individual quedó fuera del Congreso porque tenía menos su lista que la otra.
Ejemplo de esto es lo que le pasó a Alberto Mayol…
Con lo que yo digo, habría salido Alberto Mayol, pero no lo hice por eso…
Este tema parece bastante razonable porque hoy hay gente que tenía la octava mayoría personal y está en el Congreso. Son temas relevantes a la hora de hacer esa política que no solo debe ser más diversa, sino más representativa también.
Yo hubiese esperado que, como ninguna fuerza tiene amplia mayoría, se generara un buen debate para poder influir en esos marginales y convencerlos en determinadas políticas, pero no ha sido la tónica.
Hago la propia auto crítica en la falta de poder convencer mejor, pero hay poca apertura al diálogo y la política se construye dándole al otro al menos la posibilidad de argumentar, sin eso no hay mucho parlamento que hacer.