Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 28 de marzo de 2024


Escritorio

Historia y Memoria amenazadas

Columna de opinión por Carmen Pinto L.
Miércoles 29 de mayo 2019 8:35 hrs.


Compartir en

Parafraseando al historiador francés, Henry Rousso, una definición de Historia, sería el  proceso de conocimiento del pasado, cuyo objetivo es la comprensión  e interpretación del pasado, lejano o reciente, fundado en un análisis de huellas de toda índole  dejadas por la actividad humana; ésta se escribe según puntos de vista, ángulos de observación, cuestionamientos plurales y variados. Los testimonios no son más que una parte de la multiplicidad de huellas a disposición de los historiadores.

Se puede oponer a esta definición, la de «Historia Oficial», aquella que aprendemos de los libros, en los bancos del colegio, la historia de cada uno, individual y subjetiva, la que reposa sobre una memoria fragmentada, vacilante, emocional más que racional, de hombres y mujeres que muy a menudo tienen (tenemos) la impresión de vivir acontecimientos más que participar de ellos.

La palabra Memoria, muy utilizada últimamente, ha invadido el espacio público y si bien según algunos estudios proviene del griego “recuerdo del pasado con vistas a una decisión de justicia”, podemos también afirmar que la relación entre pasado y presente se ha constituido en un elemento determinante de la afirmación de pertenencia a una colectividad nacional o a una comunidad.

La Memoria selecciona los recuerdos, pero también a menudo oculta y multiplica los olvidos, tanto para sí mismo como para grupos constituidos. Para muchos, es percibida como la certificación de una verdad histórica de facto. Podemos distinguir también, memorias positivas y negativas, según los puntos de vista de cada cual o de un grupo determinado y es aquí donde quisiéramos detenernos para tratar de entender la decisión del gobierno chileno actual, de terminar con la obligatoriedad de la asignatura de Historia en tercero y cuarto medio.

Como lo señala el historiador y académico Pedro Rosas, la decisión “no es ingenua ni ignorante de sus consecuencias y no se toma en un país de fantasía. Se adopta en un país fracturado por la historia reciente”. En efecto, se quiere borrar el recuerdo de crímenes violentos de los cuales los gobernantes actuales se sienten directa o indirectamente culpables y/o responsables y quizás sientan cierta vergüenza frente a las nuevas generaciones que preguntan o indagan sobre ese pasado y que tal vez juzgan estos hechos ocurridos en un período en que se violaron sistemáticamente  y de forma masiva todos los derechos humanos. Y no sólo eso, que nos dejó una fatal herencia que se prolonga en el tiempo, como lo es por ejemplo, la Constitución que nos rige actualmente.

¿Por qué es importante para los actuales representantes del gobierno terminar con la obligatoriedad de la asignatura de Historia en tercero y cuarto medio?

  1. Es justamente en esos niveles donde se debería abordar el período dictatorial en Chile.
  2. Los portadores de esa memoria, lo quieran o no, influencian inevitablemente el trabajo de los historiadores.

En efecto, y esto es un fenómeno a escala mundial, la historia se escribe hoy en día bajo la presión de las memorias colectivas. Ningún historiador serio y responsable podría descartarlas, porque éstas son inevitablemente objeto de historia. Es un desafío también, ya que sería muy inquietante que se siguiera escribiendo la historia, en la forma en que los intereses del poder lo requieran.

Esto no significa que el historiador se convierta en juez y más que un “deber de memoria”, lo que se busca es un análisis crítico y la voluntad de saber, en detalle, lo que en realidad sucedió en un período determinado.

Desde la Comisión Chilena de Derechos Humanos, reiteramos que dicha decisión constituye una forma disfrazada de negacionismo y por lo tanto, rechazamos esta medida antidemocrática que refuerza el mercantilismo del sistema educativo, hace ilusoria una genuina formación ciudadana y expresa la aspiración de convertir unilateralmente a los profesores de historia en “simples adiestradores” de una juventud acrítica.

Por último, subrayamos que un pueblo sin Memoria está condenado a ser dominado culturalmente, y tal vez sea ése, el verdadero e inconfesable propósito de esta decisión gubernamental, que resulta inaceptable a la luz de las obligaciones internacionales del Estado chileno en materia de Derechos Humanos.

 La autora es directora de la Comisión Chilena de DD.HH.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.