El eclipse de la política

  • 26-06-2019

“La política no tiene relación con la moral”.

(Nicolás Maquiavelo)

La política también sufre un eclipse más significativo que el eclipse de sol del 2 de julio. Por desgracia, no contamos con un profesor José Maza que explique a multitudes las características del fenómeno que empobrece la cultura y dificulta el avance del país a una plena democracia.

Gobierno, Parlamento y partidos, proveedores del tráfico informativo cotidiano, son los principales responsables del eclipse de la política. Esas fuentes atosigan con banalidades y basura que hacen de la política un circo la despojan de ideología y ética, ocultando el carácter de clase de la confrontación política. La cortina de la palabrería de una cháchara insustancial logra su objetivo: esconder la estrategia de la Política. La politiquería oculta el sol de la lucha de clases. No sólo por minutos como en la astronomía sino por años -y quizás por siglos si no reaccionamos-. A los arcanos de la Política -ésa que se escribe con mayúscula- sólo acceden unos pocos elegidos -empresarios, políticos y diplomáticos extranjeros -cuya misión es mantener en pie el sistema de dominación. Aquel que hace más ricos a los ricos y asegura la explotación sumisa de los pobres.

El gobierno de centroderecha aspira-como los anteriores de centroizquierda- a prolongarse en el poder. La estrategia de La Moneda busca renovar el pacto político y social que envió de vuelta a los cuarteles a los militares en 1990. Busca un nuevo “contrato” que permita superar la crisis de legitimidad de las instituciones civiles, militares y religiosas que está amenazando los cimientos del sistema.

En ese sentido, el gobierno de centroderecha tiene mucho más clara la crisis institucional que la oposición de centroizquierda.

Para enfrentarla La Moneda necesita un nuevo acuerdo con la socialdemocracia y la democracia cristiana. Entre centroderecha y centroizquierda existe una coincidencia básica que facilita las negociaciones. Ambos defienden la economía de mercado que es el pilar del sistema. Sus discrepancias se ubican en el plano de la Política: las instituciones que tienen que ser reformadas, cómo hacerlo sin perturbar el reparto del poder, los ritmos del proceso de cambios, la profundidad de éstos, etc.

Esta opción no tiene espacio de crecimiento hacia la derecha. En términos concretos, la estrategia busca alcanzar un gran acuerdo con la DC, PPD, PR y sectores del PS, hoy a la deriva por el torpedo del narcotráfico. Todos tienen mucho que perder si la crisis deriva en un colapso del sistema. Un “contrato político” se hace cada vez más imperioso. Se aproximan elecciones municipales y de gobernadores en un escenario de abstención que ya alcanza al 60%. De aumentar la indiferencia electoral, la crisis institucional se hará todavía más severa y no bastará la verborrea de la política -con minúscula- para esconderla. Lo cual abriría un espacio importante de acción a la extrema derecha…por ausencia de la Izquierda.

No es fácil avanzar en esta estrategia de reagrupamiento político que busca La Moneda. RN y Evópolis no ofrecen mayores resistencias. Comparten una visión inspirada en el liberalismo europeo. Solo falta que RN excluya a algunos trogloditas que manejan bolsones electorales, para que este partido juegue un rol decisivo en esta estrategia. Más difícil –aunque no imposible- es la UDI. No obstante en ese partido han ganado terreno algunas posiciones más acordes con los nuevos tiempos. La figura más destacada de la UDI –y de la centroderecha- es el alcalde Joaquín Lavín. Su popularidad -gracias a artimañas de la demagogia- lo sitúan como eventual candidato presidencial. Sin embargo, en el santuario de la Política se asigna a la UDI otro destino. El alcalde Lavín despierta sospechas de “populismo”. Los estrategas de La Moneda prefieren un candidato como Alfredo Moreno, actual ministro de Obras Públicas, ex canciller y -sobre todo- ex presidente del empresariado.

¿Y la Izquierda?

Está en periodo de reflexión, es un actor ausente.

Hasta que los movimientos sociales no coordinen sus luchas y generen un instrumento político que permita desplazar democráticamente la institucionalidad minada por la corrupción, mediante una Asamblea Constituyente, la Izquierda será una promesa que el pueblo no olvida y echa de menos.

El eclipse de la política es pasajero. Ningún pueblo puede vivir en la oscuridad sin horizontes que inviten a luchar por grandes objetivos. En el movimiento social está fermentando una conciencia colectiva que permite vislumbrar el lucero del alba de la democracia chilena.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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