Por años, el nombre de Carmen Gloria Vilches apareció en múltiples alineaciones musicales. No solo como una de las fundadoras y como voz de Mákina Kandela, sino también en proyectos como Awita Wila y en grabaciones y actuaciones de Juanafé, Bloque Depresivo, Merkén, Sankara, Camila Vaccaro o Max Berrú.
Con ese nombre también conoció numerosos escenarios a lo largo de Chile, a los que se sumaron ciudades en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Perú y Ecuador.
Estaba acostumbrada a esa clase de recorridos, pero fue un destino más próximo el que cambió su ruta de manera definitiva. En La Araucanía y “hace unos cinco años”, se reencontró con su historia familiar y comenzó un proceso que tuvo consecuencias identitarias y musicales.
La primera fue inmediata y evidente: adoptó su apellido materno y se rebautizó como Carmen Lienqueo. La segunda fue iniciar un camino como solista que hace pocos días atrás se concretó con Canto para siempre (La Viseca Records), su primer disco, que el pasado viernes tuvo su lanzamiento en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y que este sábado tendrá otra muestra en Valparaíso (detalles al final de la nota).
“Llevo 15 años trabajando en la música, pero es la primera vez que grabo un disco. Tenía la intención hace rato, pero me ganaba el colectivo”, explica en una entrevista que este miércoles emite el programa Pasaje Nocturno de Radio Universidad de Chile.
“(El cambio de apellido) hace honor a la que se llevó toda la mochila, que fue mi madre. Después de ser madre me di cuenta de lo jodido que debió ser para ella criar cuatro personas en dictadura, teniendo una carga política, teniendo un discurso, siendo pobre, mujer, separada y mapuche. Es un combo de información súper grande y traté de hacerle un tributo a ella, porque la historia de las mujeres siempre ha estado callada. Traté de partir por casa”, añade.
Esa decisión fue parte de lo que Carmen Lienqueo -hoy establecida en Valparaíso- describe como un “abuenamiento con mi linaje femenino”. Hay un punto específico en el mapa donde situarlo: Carahue, la ciudad que titula también la primera composición de su debut.
“Me voy pa’ Carahue/por la mañana/ siguiendo solo una corazoná/algunos parientes dieron señales/por allá en Nueva Imperial”, relata en esa canción, una especie de carta a su madre que habla de sueños y nombres perdidos en el tiempo y que funciona como un prefacio para las cinco siguientes.
“Aparte de ser un lugar muy lindo, Carahue es la localidad donde se asentaron mis ancestros. Esa canción es como el cierre de muchas preguntas que tienen que ver con ir a buscar mi raíz. Tiene que ver con conocer un espacio físico, darte cuenta que eres la tercera generación de tu familia que se pone zapatos y que cargas con una mochila de persecución, muerte, dictadura. En el fondo, es cerrar una historia de linaje femenino”, detalla.
Pese a esa carga simbólica anclada en el pasado, Canto para siempre es un disco con carácter contemporáneo. En su grabación participó un elenco de siete músicos chilenos y colombianos que suman percusiones, gaitas, charangos y violines, pero también hay programaciones, sintetizadores y otros timbres que lo enlazan con la electrónica.
El principal responsable de ese sonido fue Rodrigo Pinto, un músico que ha hecho su propio camino con el seudónimo Pintocabezas y que se ha caracterizado justamente por explorar territorios diversos, desde el rock y la experimentación, a la cueca urbana cultivada en puertos y mataderos.
“Yo tenía las canciones en charango o en guitarra, tenía las letras y una estructura. Hacía un silbido como un arreglo musical, por ejemplo, pero el que separó las aguas y ordenó todo fue Rodrigo”, apunta Carmen Lienqueo. “Cuando él me mostró por dónde iban a ir las canciones, ya nos dimos libertad de acción y me entregué a su imaginario”.
Tajante, sigue el argumento: “Hay ritmos de huayno, de bolero, de sanjuanito, ritmos folclóricos, pero Inti Illimani, Quilapayún, Huara, ya pasaron, ahora estamos con otra información. Hay internet y hay un montón de elementos que no son de madera y cuero, son digitales. Me hace mucho sentido procesar este bagaje musical y pasarlo por las máquinas, porque también es como pasarlo por un cedazo personal. No podemos hacer folclor puro, porque no somos puristas, somos habitantes de una capital y tenemos más recursos para hacer propia esta música”.
Y hay una palabra que Carmen Lienqueo ha utilizado al hablar de Canto para siempre y funciona en dos direcciones: explica esa lógica de creación, pero también su transformación personal. Esa palabra es “emancipación”.
“No es que había un yugo, pero trabajar con más gente ha sido el camino de mi vida musical. No tenía otro conocimiento que no fuera trabajar en un colectivo donde hay diez personas aportando ideas. Ha sido un proceso reivindicativo por eso, porque casi todas las canciones son mis ideas musicales, tuve que agarrar un instrumento y ponerlas a disposición de otro imaginario. Ha sido un acto de emancipación de los colectivos, pero también de mí misma, de la comodidad. Agarrar un instrumento tiene otro sentido que aún estoy aprendiendo. Es emanciparse de una forma de hacer las cosas, de abandonar las zonas confortables y probarme sola”.
Carmen en el puerto
En el marco del ciclo Mujeres Peligrosas, Carmen Lienqueo se presentará a las 20 horas de este sábado 25 de enero en El Internado, ubicado en Paseo Dimalow 157, Cerro Alegre de Valparaíso.