Una oportunidad de oro

  • 25-05-2020

La aparición del COVID-19 ha significado para el Gobierno Chileno un alivio y una oportunidad. Alivio pues ha focalizado la atención de los ciudadanos hacia otra dirección y oportunidad pues si la gestión sanitaria de la pandemia se hace adecuadamente (y así parece desde la distancia que yo la observo), podrá recuperar niveles de aprobación por parte de la sociedad ante una situación de crisis de confianza extrema, que no auguraba nada bueno.

No se tratará obviamente de un cheque en blanco, no será una condición suficiente pero si necesaria para abordar la solución al problema de fondo que a principios de marzo se antojaba irresoluble. Poco ruido hubo al posponer la consulta sobre la revisión constitucional del mes de abril pues se entendió que no estaba el horno para bollos. Lo que seguramente ya no colaría es un nuevo aplazamiento de la fecha de octubre a la que se traslado la citada consulta y me parece muy poca afortunada la respuesta nebulosa sobre si será real o no un nuevo aplazamiento por parte de algún miembro del gobierno poco empático con el problema.

En mi opinión, se habría de aprovechar esta coyuntura para dar al contencioso un nuevo enfoque. Está claro que el mundo será distinto después de la pandemia. Hay un clamor para reforzar el papel del Estado no solo como garante de una intervención eficaz ante este tipo de situaciones y esto exige un sistema público de salud robusto, si no también para reforzar (y esto no es nada nuevo para los países de la región) el Contrato Social para amparar a todos los afectados por el tsunami económico que dejara como secuela la citada pandemia.

Tan pronto esté controlada, la atención retornara amplificada, hacia la endeblez de la protección social y volverá la exigencia de pasar página de los desafueros del modelo neoliberal y de dar carta de naturaleza, a lo que ya se debió hacer en la crisis del 2008 y que no se hizo, alumbrando en el contexto de un modelo de sociedad post-capitalista una Sociedad del Bienestar que no reniega del capitalismo pero que refuerza la solidaridad y la equidad para que nadie se quede fuera.

Sería bueno el ser capaz de reconducir una problemática local y situarla en un contexto de reconstrucción del modelo social y económico consecuente al impacto del coronavirus como ocurrirá en todos los países del mundo, y para ello y no sé si esto está al alcance de los skills del actual equipo gubernamental, debería buscarse complicidades a derecha e izquierda, de las fuerzas políticas, sociales y de la ciudadanía en general, convocándolas a este ejercicio de reconstrucción del país como consecuencia del impacto de la pandemia teniendo en el retrovisor la mirada a la situación de primeros de marzo pero sin ser este su única razón de ser. Si no se es capaz de un ejercicio en esta línea y en octubre se suman uno y otro contencioso, el pronóstico será más que reservado.

La ventana de la oportunidad la dará no solo un correcto abordaje de la crisis sanitaria sino también y, desde ya, la visualización de una sensibilidad social para atender a todos los damnificados sociales y económicos de una crisis que obviamente llueve sobre mojado e impacta de lleno a los que ya estaban en la plaza de la Dignidad.

El margen es estrecho pero es en este abordaje con mirada social y no económica (pues margen para ello tiene Chile por su bajo endeudamiento y por sus fondos soberanos de contingencia) donde se jugara el partido en el que no debe ocurrir lo mismo que en el mundial de Río, donde Chile pese a jugar mucho mejor que Brasil al final perdió.

El conflicto social (no el derivado del coronavirus sino el preexistente) se debe ganar ahora y no esperar a octubre. Si no se hace así, se perderá este y aquel.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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