Hace más de un mes fue contactado el doctor y académico de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, Miguel O´Ryan, por el equipo de Janssen, división farmacéutica de la multinacional estadounidense Johnson & Johnson. El objetivo iniciar un ensayo clínico en Chile para encontrar una posible vacuna contra el COVID-19. Tras pasar las etapas de aprobación y organización del proceso, se espera que en dos semanas más, se inicie la etapa de reclutamiento de voluntarios.
Para tales efectos se trabajará coordinadamente con los Centros de Salud Familiar (Cesfam), Colina y Esmeralda, ambos ubicados en la comuna de Colina. Además, se sumará el Hospital Exequiel González Cortés, recinto asistencial en el que esperan enrolar funcionarios de la salud y, por último, el Cesfam Joan Alsina de la comuna de San Bernardo. “En este último sitio pretendemos invitar, además del personal de salud, a voluntarios de una empresa productora de alimentos que está en la zona y tiene más de 4000 trabajadores”, sostiene O´Ryan.
Según las estimaciones, se espera inscribir a 300 voluntarios en Colina, la misma cifra en el Hospital Exequiel González Cortés y unas 400 personas provenientes de San Bernardo. Los participantes deberán ser mayores de 18 años, quienes serán parte del proyecto por un periodo de dos años. Luego, de recibir toda la información referente a su eventual vinculación, y de firmar el respectivo consentimiento, podrán recibir vacuna o placebo en forma aleatoria, es decir, ni el voluntario ni el equipo de salud sabe quién recibe el nuevo producto o la sustancia inocua.
Durante este plazo, el equipo de investigación estará en contacto permanente con el participante para realizar un seguimiento a su estado de salud, especialmente si posterior a la inoculación la persona desarrolla la enfermedad. Además, se tomarán muestras de sangre para ver el efecto de la vacunación en la respuesta inmune de los participantes.
Según el investigador Miguel O´Ryan, el propósito de hacer un seguimiento por dos años, es ver la posible duración de la inmunidad y estudiar lo que pase con los voluntarios, que naturalmente estarán expuestos al virus. “El objetivo es evaluar en forma rigurosa cuántos voluntarios se infectan entre los que recibieron la vacuna y los que reciben el placebo. Si rápidamente se detecta que se produce una diferencia significativa, por ejemplo, que la vacuna tiene una eficacia de un 70% u 80%, podría ser que eso baste para avanzar, en los meses que se requiera para demostrar este nivel de eficacia, hacia un proceso de licenciamiento para su uso de emergencia en período pandémico”, sostiene O´Ryan.
Características de la vacuna que se aplicará a cerca de mil voluntarios
La vacuna de la farmacéutica Janssen funciona utilizando una plataforma de vector viral: “Su estrategia se basa en usar el adenovirus 26, un virus que puede infectar a las personas sin producir enfermedad y que ha sido modificado genéticamente para que no se replique. A este virus “no replicante” se le ha introducido, como si fuera un caballo de Troya, un segmento genético de SARS-COV-2; específicamente, del gen que codifica para su proteína más importante, como es la denominada Spike –espiga, en inglés- de manera que lleve este segmento y así, al entrar al organismo, nuestras células puedan traducir este gen y produzcan esta proteína Spike para que sea presentada al sistema inmune”, explica el investigador.