En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, el candidato a gobernador regional de Santiago y militante de la DC, Claudio Orrego, se refirió a la reciente elección primaria que lo enfrentó en el bloque Unidad Constituyente a Álvaro Erazo y Helia Molina, de la cual salió airoso, aunque reconoció que fue una campaña difícil en donde hubo poca información disponible para la ciuadanía.
Respecto de su diagnóstico del estado de la Región Metropolitana, y particularmente de la ciudad de Santiago, Orrego sostuvo que la pandemia ha develado y visibilizado los problemas estructurales de desigualdad en la ciudad y la precariedad que viven sectores medios y populares.
Sin embargo, desde su perspectiva, este contexto también ha generado la posibilidad de poder hablar de la ciudad y su diseño en cuanto transporte, seguridad, conectividad y planificación. En definitiva, de cómo hacer del espacio urbano una instancia de integración a través de políticas públicas que una gobernación regional debería ser capaz de implementar.
“Todo ese debate, sumado a lo que ya hablábamos del tema de la pandemia, hace que en mi vida política que ya tiene sus años, nunca habíamos visto en una campaña hablar del tema de la ciudad justa, digna, humana, como se ha hablado en esta campaña y eso me parece que es un signo promisorio porque es muy similar a lo que pasó en Londres cuando se eligió al alcalde mayor, en Estambul, en todos los lugares en los que se ha establecido un gobierno metropolitano se ha empezado a hablar de los temas de la ciudad”.
El exintendente de Santiago relevó la importancia de que el cargo de gobernador sea electo por votación popular, cuestión que le imprime una legitimidad mayor, lo que también generaría una suerte de contrapeso a la autoridad del intendente que es designado por el Presidente y dura en el cargo el tiempo que cuente con la confianza del mandatario.
En ese sentido, Orrego recordó el rol que han ejercido los alcaldes desde el estallido social hasta la pandemia, en que se han erigido como efectivos interpeladores de las acciones del gobierno central, sustentados fundamentalmente en su legitmidad como autoridades electas popularmente, situación que, a su juicio, podría verse fortalecida si ahora le sumamos a otra autoridad territorial que cuente con el respaldo del voto.
“Si tú revisas lo que han sido estos últimos dos años entre estallido social y pandemia, el rol de los alcaldes ha sido gigante, y no tiene que ver con su presupuesto, tiene que ver con que son autoridades cercanas a la gente que representan el sentir, los problemas y las inquietudes, y al final el Gobierno Nacional tiene que escucharlos, de lo contrario queda sin sustento político. La transversalidad que hubo en el mundo municipal para criticar la estrategia sanitaria para pedir ayuda para la gente, imagínate eso con un gobernador elegido y 52 alcaldes detrás”.
El exalcalde de Peñalolén se refirió también al debate constitucional y el potencial impacto que pudiera tener en el desarrollo de una marco jurídico para las futuras administraciones regionales. En ese sentido, Claudio Orrego sostuvo que una nueva carta fundamental puede ser de gran ayuda, aunque llamó a no hacer una “sobresimplificación” de este debate.
El militante de la DC planteó que la Constitución tiene una parte dogmática, en la que se consagran los derechos de la ciudadanía, por ejemplo al agua, a una ciudad y medioambiente limpios, y también una parte orgánica, y es ahí donde llama a poner énfasis, es decir dotar de instituciones y herramientas que puedan ejecutar de manera efectiva los lineamientos “dogmáticos” que se establezcan en una nueva Constitución: “Me seduce diseñar una ciudad al servicio de las personas”, aseguró.
“El debate constitucional va a ser muy interesante porque creo que es fundamental que en ese debate creemos las instituciones que, por de pronto, mejore la legislación relativa o el andamiaje jurídico relativo a los gobiernos regionales, y también de los municipios que son fundamentales para hacer una democracia más representativa y también un desarrollo más equitativo en los territorios”.
Sobre las prioridades que tendría su eventual gestión en Santiago, Orrego planteó en primer término la necesidad de diseñar espacios públicos de calidad para la gente de la ciudad, ya que es a través de ellos que se puede impactar la calidad de vida de las personas de manera directa e inmediata. En este sentido, propone la creación de una red de parques de alto estándar en comunas que carecen de ellos, lo que a su juicio es un acto de justicia con los sectores marginados.
En segundo lugar situó al problema de la delincuencia, específicamente el narcotráfico, como puntal de su potencial gestión, porque aseguró que “el narco se ha tomado el espacio público y el Estado de Chile no es capaz de retirarlo”, y propuso, entre otras medidas para combatirlo, acometer “una modernización muy radical del sistema de control de armas en Chile” y la posibilidad de infiltrar las bandas narco.
Si bien reconoció que el problemas de las drogas es de carácter de salud pública, por lo que es necesario generar generar políticas públicas amplias para hacerles frente, insistió en la necesidad actual de abordarlo desde la pespectiva de la seguridad ciudadana: “Hagamos una estrategia de verdad integral, pero en el intertanto tenemos que darle protección a la gente que es lo mínimo que tú le pides al Estado”.
Finalmente, Claudio Orrego planteó que su tercera prioridad será la movilidad y transporte de los habitantes de la región, destacando la necesidad de dotar una efectiva coordinación al sistema de transporte público de Santiago.