Ballet Folclórico Antumapu: 50 años difundiendo la multiculturalidad del país

La emblemática formación, casi sin pretensiones al principio, inicia la celebración del primer medio siglo de su destacada trayectoria. El festejo contempla la presentación de un nuevo cuadro dedicado al pueblo selknam, así como la creación de una videoteca. El grupo tampoco descarta actividades presenciales.

La emblemática formación, casi sin pretensiones al principio, inicia la celebración del primer medio siglo de su destacada trayectoria. El festejo contempla la presentación de un nuevo cuadro dedicado al pueblo selknam, así como la creación de una videoteca. El grupo tampoco descarta actividades presenciales.

Todo se dio por azar. En 1971 la entonces Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad de Chile carecía de una infraestructura como para realizar actividades físicas. Por ello, desde la dirección se planteó la idea de crear una instancia recreativa con el fin de llenar aquel vacío tan evidente entre los estudiantes. 

Así, surgió uno de los elencos que dejaría huella en el quehacer artístico nacional, dando la vuelta al mundo e influyendo en distintas generaciones de alumnos y artistas: el Ballet Folclórico Antumapu que este año conmemora su aniversario número 50. 

Óscar Ramírez, fundador y director artístico del conjunto, bien recuerda el origen del grupo que, por entonces, no superaba las 16 personas: “En esa época, fui al campus Antumapu a hacer una práctica profesional como profesor de educación física y me encontré con que la Facultad se había trasladado hace muy poco desde Quinta Normal”. 

“Entonces, el director de la época me planteó hacer una actividad recreativa y había un grupo que siempre estaba tocando y los invité a participar en un curso de cueca para para el mes de septiembre. Ese grupo fue el inicio del Ballet Folclórico Antumapu. Pero no había la intención de hacer un grupo artístico, sino que fue por las circunstancias. Posteriormente, ellos mismos me plantearon crear un conjunto estable”, relata Ramírez. 

Con esta irrupción, el trabajo de Antumapu se difundió rápidamente, alcanzando, a principios de 1980, su primera gira internacional. Luego, en 1988 vendría otro hito: una presentación en el Festival de Viña del Mar que los haría merecedores de una Antorcha de Plata. 

No obstante, según cuenta Óscar Ramírez, todos los reconocimientos posteriores se fueron dando de manera espontánea. Según comenta, nada fue planificado: “Lo mismo ha pasado con la elaboración de las obras artísticas. Muchas de las obras que hemos hecho han sido a pedido. La misma obra de Violeta Parra que la elaboramos antes de su aniversario y que fue una propuesta que conversamos con su hijo Ángel”. 

Sin embargo, el académico también señala que en estos años el conjunto ha intentado sumergirse en las múltiples identidades que habitan nuestro territorio. De ahí, una de las claves para entender su vigencia en el tiempo: “Chile tiene una cultura riquísima en términos de la gran diversidad que tenemos y eso lo hemos tratado de plasmar”, comenta el profesor. 

antumapu

Un rescate testimonial

Isabel Kirberg, directora del elenco de danza del Antumapu, llegó al ballet en 1975. Su arribo se dio de forma natural, sin mayores preámbulos. Había estudiado ballet clásico y por esos días trabajaba como educadora de párvulo en el Pedagógico. “Inmediatamente me acogieron. Lo más increíble fue que había una presentación y faltaba alguien. Así que me pusieron a bailar. Así llegué en marzo del 75”, recuerda. 

Desde ahí, la bailarina logró ver cómo el conjunto se fue abriendo a recibir a aspirantes no solo de la Universidad de Chile, iniciando con ello un largo camino de profesionalización: Comenzó a llegar gente de otras partes. Entonces, empezó a subir un poco el nivel artístico del ballet”, dice. 

“En el año 91, nos trasladamos a Arquitectura. Ahí empezó a llegar más gente de Leyes, de Medicina, de otras partes y pudimos empezar a tener un elenco cada vez más exigente, desde el punto de vista artístico. Así fue como la investigación de los cuadros empezó a ser cada vez más exigente”, comenta. 

Para Kirberg esta labor de investigación es fundamental para entender el sello y legado del conjunto. Según dice, aquí el secreto es el trabajo en terreno, la recopilación de testimonios y la creación de un vínculo con las comunidades que son retratadas en las obras. La idea siempre es sumergirse en la complejidad de los grupos humanos para llevar a escena una obra genuina y respetuosa de las tradiciones locales. 

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“Aproximadamente, unos 700 estudiantes han pasado por el grupo, entonces, si lo miras desde el punto de vista humano, de formación con los estudiantes, es muy valioso, porque estos chicos llegan en primer año de sus carreras y están todo el periodo de su formación participando del Ballet, donde crecen emocionalmente, intelectualmente, culturalmente”, comenta. 

“Y si lo miras desde el punto de vista de la investigación que hemos realizado con todo lo que implica, el contacto con la gente, el testimonio de las personas que te cuentan la historia y después llevarlo al escenario… Es muy bonito cuando hacemos una investigación y los mismos chiquillos están interpretando a esas personas que entrevistaron, que escucharon”, afirma la bailarina.     

Una celebración bajo pandemia 

Durante la pandemia, el conjunto ha seguido activo. Al igual que distintas instituciones culturales la labor se ha traspasado a la virtualidad. Desde allí los elencos han procurado continuar con sus ensayos a la vez que han liderado encuentros y talleres. 

En este contexto, el conjunto también celebrará sus 50 años. Adolfo Moya, director musical del Ballet, quien se incorporó al conjunto en 2012, señala que los festejos irán en dos sentidos: repasar algunas obras y presentar un cuadro dedicado al pueblo selknam. 

“A nivel de elencos, buscamos fórmulas a través de estas plataformas, tratando de adaptarnos a esta idea de no parar el trabajo artístico y funciona tanto para la música como para la danza”, comenta.

“La pandemia es algo que nos tiene en la duda de cómo se volverá a retomar la actividad artística. No sabemos si eso va a pasar, pero nos gustaría mucho compartir el aniversario como nosotros lo sabemos hacer, que es con el público, en un teatro o en algún espacio en el cual podamos encontrarnos. No perdemos esa esperanza”, afirma el intérprete.  

Dentro de los planes también está el poder construir una videoteca que reúna todo el material originado en giras y encuentros artísticos. Este proyecto podría presentarse durante el segundo semestre de este año. Por lo pronto, este jueves 21 de enero, el grupo realizará su encuentro con el fin de fijar las proyecciones del ballet para este 2021, periodo que, por supuesto, vislumbran complejo.

Las celebraciones comenzarán en mayo próximo y no se descartan presentaciones presenciales y giras por el país. Todo estará sujeto al desarrollo de la pandemia.





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