Birmania está sumida en el caos desde el golpe militar que depuso al gobierno civil de Aung San Suu Kyi generando protestas masivas en todo el país en favor de la democracia.
La junta gobernante realizó el sábado una demostración de fuerza con motivo del Día de las Fuerzas Armadas, mientras el balance de muertos desde el golpe militar del 1 de febrero se eleva a 423, según una onegé local.
Los jefes militares de una docena de países, incluidos Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Corea del Sur y Alemania, condenaron el uso letal de la fuerza contra manifestantes desarmados en Birmania.
“Un militar profesional sigue estándares internacionales de conducta y es responsable de proteger –no de dañar- a las personas a las que sirve”, aseguran, antes de “urgir” a las fuerzas armadas birmanas a que “cesen la violencia y trabajen para restaurar su respeto y credibilidad de cara a la población de Birmania”.
El domingo se celebraron funerales de algunas de las víctimas.
En Mandalay, la familia de Aye Ko, padre de cuatro hijos asesinado durante la noche, celebró un servicio religioso.
“Los vecinos nos han dicho que a Aye Ko le dispararon y le arrojaron al fuego”, dijo un pariente a la AFP. “Era el único que alimentaba a la familia, perderlo es una gran pérdida para la familia”, añadió.
A pesar del riesgo, los manifestantes volvieron a salir a la calle en las ciudades de Bago y Monywa, y en la pequeña localidad de Moe Kaung, en el estado de Kachin, según medios locales.
El sábado la violencia sacudió a todo el país y el ejército utilizó munición real para dispersar a los manifestantes en nueve regiones, incluyendo la ciudad Rangún, la más grande del país, según la onegé Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP).
Al caer la noche del sábado, al menos 90 personas habían perdido la vida, según esta onegé, pero la prensa local eleva el balance a 114 muertos.
“Las fuerzas de la junta dispararon con armas automáticas en zonas residenciales, matando a muchos civiles, entre ellos a seis menores entre 10 y 16 años”, declaró la la AAPP.
“El hecho de que el régimen militar ilegal apunte a los menores es un acto de inhumanidad grave”.
Bombardeos aéreos
Paralelamente, un grupo de rebeldes armados de la minoría étnica de los karen, la Unión Nacional Karen, aseguró que fue blanco de bombardeos por aviones militares de la junta en el este el sábado, unas horas después de que el grupo rebelde allanara una base militar.
Hsa Moo, una activista de derechos humanos de este Estado, dijo que tres personas perdieron la vida y al menos ocho resultaron heridos.
“Hay gente preocupada por la posibilidad de que se repitan los ataques aéreos”, dijo esta activista a la AFP.
Esta acción marca el primer ataque aéreo de este tipo desde que el ejército controla el poder, e iba dirigido contra la V Brigada de la Unión Nacional de Karen (KNU), uno de los mayores grupos armados del país, que asegura que representa a la etnia Karen.
La junta no comentó inmediatamente el bombardeo ni hubo confirmación oficial de las víctimas.
El líder de la junta, el general Min Aung Hlaing, volvió a justificar durante el desfile militar del sábado el golpe de Estado por el presunto fraude en las elecciones de noviembre, en las que venció el partido de Aung San Suu Kyi, y prometió cederá el poder tras unas nuevas elecciones.
Pero también lanzó una amenaza al movimiento antigolpista, advirtiendo que eran inaceptables los actos de “terrorismo que puedan ser perjudiciales para la tranquilidad y la seguridad del Estado”.
La embajada de Estados Unidos en Rangún instó a los estadounidenses a limitar sus movimientos el domingo.
“Si tienen que viajar, muévanse con precaución y asegúrense de poder comunicarse con sus seres queridos mientras viajan”, tuiteó el Servicio de Atención al Ciudadano de Estados Unidos.
La advertencia se produjo un día después de que el centro cultural de Estados Unidos en Rangún fuera objeto de disparos el sábado.