“El camino recorrido no fue fácil , pero como todo en la vida aquello que se hace con la firmeza del TOL(1) tiene su recompensa y sale como la luz del KREN(2) “
NAA ELESKEN
A siete años de la primera publicación, Margarita Angélica Maldonado anunció la tercera edición de su libro “Entre dos mundos: pasado y presente de los selk´nam haus de Tierra del Fuego”. Y la fecha de presentación del texto no fue elegida al azar. El próximo 17 de julio es el centenario de Río Grande en Argentina. “Cumple 100 años contemporáneos” afirma Margarita, llamada también NAA ELESKEN, quien es nacida y criada en las australes y lejanas tierras de esta ciudad en la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
“Ya escribí la tercera edición y la presento ese día porque hay muchas actividades. Siempre que se conmemoró este cumpleaños se hizo con los que llegaron y nunca se habló de las bases… quiénes estaban acá. Había un pueblo nación selk´nam, un hábitat natural, una cosmovisión y una filosofía de vida” reflexiona Maldonado, descendiente de cuarta generación de este pueblo por su familia materna. “De muy pequeñita me enteré que era hija de una india ona, pero ustedes nunca lo digan, nos contó mamá”, esta frase de Margarita Maldonado revela su pasado.
Desde hace más de 30 años se considera una transmisora cultural viviente al igual que toda su familia. “Ese cúmulo de saberes y tradiciones que fueron transmitidos de generación en generación y que tristemente por los enormes avatares que pasamos como pueblo fue diezmado, como muchos pueblos originarios del mundo, sufriendo despojos, matanzas e intento de exterminio” agrega cuando profundiza en su historia.
En su relato en entrevista con Radio Universidad de Chile, Margarita se refiere a los “hermanos chilenos”. ¿Por qué? Su padre era de la Isla Huar, los abuelos de esta línea de la familia eran chilenos y vivieron en Puerto Montt. Por otra parte, su abuelo materno (Antonio Vera Mayorga) era de Osorno y viajó cuando tenía 13 años.
“El abuelo le contó a mi madre que vino en el barco con Monseñor Fagnano (misión salesiana) y llegó al conocido lago Fagnano, que se llama Kaken Chown(3). Andando en el campo y las estancias, conoció a mi abuela…seguimos hablando entre dos mundos” reflexiona.
El “hijo cultural”
“Entre dos mundos: pasado y presente de los selk´nam haus de Tierra del Fuego” (Editora Cultural Tierra del Fuego) comienza su historia en 2014. Luego esta obra literaria, que recibió la Declaración de Interés Provincial, sumó una segunda edición en 2018. En esa oportunidad, contó con 4 prólogos desde diferentes partes del mundo: el escritor Carlos Vega Delgado, el periodista italiano y Director de la revista “La causa de los pueblos” Alessandro Michelucci y el escritor José Luis Antonio Marchante. Además de los artistas visuales y productores de la película “Cantos del Hain” (Federico Vladimir Strate Pezdirc y Pablo Esbert Lilienfeld).
Margarita asegura que el texto que se lanzará en julio próximo es una nueva versión ampliada. En el segundo libro colaboraron sus hijos y algunos nietos, pero en el tercero se sumaron más integrantes de su familia. “El último ya no se llama pasado-presente porque es presente y pasado, el Wiyeschekaren (4)…Este trabajo fue creciendo y es el presente, es el fruto de mi cosecha” explica en entrevista desde Río Grande.
Cuando avanzaba en su “tercer hijo cultural”, como califica al libro, recuerda que no obligó a sus hijos ni a sus nietos a seguirla en sus actividades. “Ellos me preguntaban: ¿abuela puedo ayudar? El trabajar con la tierra, la grasa del lobo marino y de YOWEN (5), preparar los cueros, curtirlos, todo era a mano porque tenía que ser real. Recreé todo el trabajo que hacía la NAA (6). Lo que no hice fue un arco y una flecha porque era el trabajo de los CHON (7)” relata Margarita Maldonado.
Cuando se refería al libro “ENTRE DOS MUNDOS” explicaba que era el punto de encuentro entre ese “PRIMER MUNDO” (de sus saberes ancestrales) y el «MUNDO CONTEMPORÁNEO». ¿Por qué decide escribir esta historia?
Justamente nosotros teníamos una historia y una vida. No nacimos en nuestro hábitat natural, pero compartíamos con muchos de los selk´nam en la casa de mamá. Eso sí, ya los veíamos vestidos o “colonizados” y no nos dábamos cuenta de las dimensiones de lo que teníamos a nuestro lado…Sabíamos que eran nuestros ancestros, pero eran igual que nosotros. Nunca los vimos desnudos, con las capas, con el arco o las flechas entonces no era muy fácil entender la situación.
Y lo otro, para poder hablar de dos mundos empecé a hacer vivencias en el bosque, la nieve y en la playa. Si bien desde niños recolectábamos, lo veíamos como algo natural pero cuando uno crece y empieza reflexionar te das cuenta de que tenías una historia que te pertenecía y ya no la teníamos. Y había otra vida que tuvimos que crecer con ella: con una vestimenta distinta e ir a la iglesia …Era diferente a la historia de nuestros ancestros.
Por ejemplo, no solo disfrutar el bosque cuando hay solsito sino que también cuando hay nieve, escarcha, frío o temporales. Para escribir mi libro tuve que hacer esas vivencias que tenían nuestras NAA. Tratar de vivir esos momentos hoy y no hablar del pasado sino que desde un nosotros. Pensamos, actuamos y sentimos…Yo me sentía entre dos mundos.
¿Cuál es la reflexión que dejan los testimonios al interior de su familia?
Mi madre vivió entre dos mundos y mis abuelos. Cuando fuimos invadidos nuestra historia pasó a tener otro mundo…fueron sacando todo. Empezaron a fumar, a tomar y a comer la carne de oveja porque ya no podían agarrar al Yowen. Hay muchos que escribieron y siguen libro sobre libro, pero nosotros fuimos rescatando lo que teníamos cerca. Hablando con nuestros mayores sobre el presente y así, no decir en pasado: ellos pensaban, ellos sufrían o eran alegres…¡No!. Ellos realmente tenían un mundo precioso y un contacto con la naturaleza.
¿En qué momento empieza a redactar este libro que es su primera obra literaria?
Estaba con mi esposo, que es mapuche nacido en territorio chileno, y mi suegro se enferma por lo que tuvimos que viajar a Punta Arenas durante 40 días. Me gusta escribir y leer mucho. Me puse a escribir ese 2011 sobre cómo iba a ser mi obra literaria y que se iba a llamar “Entre dos mundos”. En esa oportunidad, armé todo un cronograma, quiénes estarían y qué iba a contar. Y así nació, luego fui ampliándolo.
Tenemos un montón de historias porque somos 10 hermanos. Hay muchas riquezas que vivimos acá en nuestras tierras: recolectamos huevos, mariscos y hongos en otoño…O sea, toda la vida lo hicimos y era parte de nuestra tradición.
Sus primeros pasos de este rescate se dieron en el año 1987, en casa de uno de sus hermanos, donde comenzaron con una serie de visitas a las escuelas con charlas y muestra del tejido autóctono. ¿Cómo ha sido este recorrido que cumple varias décadas?
A medida que fui creciendo y tomando conciencia recién empecé a trabajar con mi identidad. Sabiendo siempre quienes eran, con quienes vivíamos o los selk´nam que nos cuidaban y que eran amigos de mi madre. Ángela Loij estuvo en la misión salesiana con ella y se hicieron muy amigas por lo que fue una de nuestras cuidadoras.
Trabajé con uno de mis hermanos mayores y teníamos que juntar la documentación porque íbamos a sacar una personalidad jurídica. Hasta que recuperamos parte de las tierras y un espacio donde hicimos un centro cultural que se llamó precisamente Rafaela Ishton. Rafaela fue una mujer, que junto con Santiago Rupatini, Antonio Toiye y Julio Leguizamon, trabajaron mucho para recuperar las tierras y fue una lucha bastante sufrida. Sin tener resultados hasta que ellos fueron muriendo y siguió mi hermano junto con la sobrina de Rafaela, Amalia Gudiño, Segundo Arteaga, mi madre y así se fueron sumando abuelos. De ellos, prácticamente han fallecido casi todos.
Desde el primer momento yo me puse a trabajar por mi sangre y mi raíz ancestral. Hacía muchas preguntas, buscaba información de ellos y más la documentación que tenía nuestra madre. La estancia Viamonte está a 50 kilómetros de Río Grande y ella nació en un puesto a 12 kilómetros hacia al interior. Quedó huérfana muy pequeña, empezó a pasar de mano en mano, viajó a Chile y terminó en la misión salesiana.
De niña hablaba la lengua selk´nam y nos enseñaba algunas palabras y así fuimos armando nuestra comunidad. Cada uno buscando su forma de identificarse. Por parte de mi madre, hoy somos más de 200 raíces vivas en Tierra del Fuego del pueblo selk´nam, mal conocido como onas.
Memoria oral: fuego, dolor, peces y lengua
Herminia Vera Illioyen Alkan es descendiente del ancestral pueblo Selk´nam-Haus. El documental de Margarita Maldonado, titulado “Huellas de mujer Selk´nam”, busca mantener presente la vida e historia de su madre reivindicando su legado y enseñanzas. “Yataiken (8) por compartir tu tiempo” se leía en internet durante el estreno en febrero pasado.
“Me pasé muchos años diciendo que quería ir al lugar donde nació mamá. Algún día vamos a ir, decía ella. Un hermano y un tío me dijeron que no se podía llegar al lugar, no insistí y por cosas de la vida no se concretó…Cuando quise hacer el documental de ella, llamé al dueño de la estancia Viamonte, quien fue gentil” recuerda Maldonado en la entrevista.
Usted ha manifestado que reconocen “en su corazón” que ese territorio pertenece a su familia. ¿Cómo recuerda el tránsito por esas tierras durante el trabajo para el documental?
El dueño me confirmó: la casa si está y hace más de 100 años. Me desmoroné de emoción, con una camioneta-me dijo- puede llegar al lugar. Nos preparamos, llegamos ahí y mi corazón latía a mil… Fue difícil llegar en un camino de barro, pero fue muy fuerte. No sé cuántas vueltas caminé alrededor de la casa, me imaginaba tantas vivencias de mis abuelos en ese lugar. Hasta que entré, respiraba fuertemente, quería absorber esos aromas de mi mamá y mis abuelos. A ellos solo los vi por fotos, pero con los relatos de ella fue suficiente para sentir como si los conociera. Vi la cocina, pensé en las noches que habrán pasado alrededor del fuego y su nacimiento ahí con el abuelo.
En el documental relata que en la Misión de Nuestra Señora de la Candelaria en Río Grande (1893) su madre “tomó contacto con cuatro mujeres mayores de sangre ancestral que vivían en la misión hace varios años y ellas fueron de las pocas que se salvaron de su confinamiento en el asentamiento religioso de la Isla Dawson en Chile (1888)”. ¿Qué podría comentar de la experiencia de su madre en la misión salesiana?
Es un gran tema porque la misión salesiana la recibió, más allá que mi abuelo pagara, y también estuvieron mis tíos. Creo que porque era blanca recibió el cuidado y la protección de las monjas porque ella las quería mientras que mis tíos tuvieron otras vivencias más dolorosas. Ella habló con mucho cariño de lo que aprendió de las monjitas, pero también de Ángela Loij. Ésta última enseñaba a todas las niñas y mujeres, la seguían para sacar los peces con las manos o salir a buscar los huevos. Eso nos enseñó nuestra madre después…
En el libro de ahora rescaté muchos relatos de Herminia que saqué de sus grabaciones donde contaba cuando vinieron las mujeres de la Isla Dawson: Renata, Petronila, Raquel y Cándida. Era muy triste porque en la misión las nombraban como las paisanas o indias viejas. Qué pena-decía mi madre- porque no la dejaban hablar con ellas y reflexionaba que no le iba perdonar a las monjas que le sacaran la lengua materna selk´nam.
“No somos libres”
La isla Grande de Tierra del Fuego está ubicada en el extremo sur de América. Con un lado chileno y otro argentino, son muchas vivencias que han salido a la luz en estas tierras de paisajes vírgenes, pampas y clima extremo. Entre ellas, y de horror, relacionadas con este pueblo originario pero que no son ajenas a otras comunidades ancestrales.
Recordemos que en nuestro país, en junio del año pasado, la Sala de la Cámara de Diputadas y Diputados aprobó, en general y en particular, el proyecto que permite incluir en la ley vigente al pueblo Selk’nam como etnia reconocida y protegida por el Estado chileno. Esto, mientras en 2019 las comunidades selk’nam denunciaban al Estado ante la ONU por el proyecto de ley que reconoce el genocidio de su etnia. Los indígenas “sostienen que la iniciativa pone una lápida a un pueblo que aún está vivo”.
Descubrimiento de América, Día de la Raza o de la Hispanidad, Encuentro de Dos Mundos o Día de la Resistencia Indígena. Estos títulos han estado vinculados a lo largo del tiempo con el 12 de octubre. “Cuando fuimos creciendo, nos empezamos a cuestionar” ha declarado cuando reflexiona sobre esta fecha. ¿Por qué, Margarita?
Va a ser una lucha interminable porque hay intereses creados. Hay un montón de leyes escritas y herramientas con las que podemos trabajar los pueblos originarios, pero viene una autoridad nueva, un concejal, un legislador, un gobernador, un presidente, y plantean que van a cambiar todo.
Nos debilitan, nosotros queremos que la reivindicación sea desde los estados con un sello de credibilidad. Tienen miedo que saquemos los que nos robaron, queremos que nos devuelvan. Quiero algo que me dignifique, a mi gente, mis hijos y las futuras generaciones.
Somos pueblos invisibilizados y sometidos porque no tenemos ibertad…
Desde la Comunidad Indígena «Rafaela Ishton» junto a Marcos Antonio López, editaron su primer compilado denominado “Breve Reseña Histórica del Ser Fueguino” (2002). En 2006, con el apoyo de la Municipalidad de Río Grande y otros actores sociales, se realizó una edición de 3 mil ejemplares de 31 páginas sobre “CESTERÍA Y ORNAMENTACIÓN SELK´NAM”. Sobre el último texto, ¿Cuál es la importancia de esta técnica como herencia cultural?
Lo aprendí de grande. Contado siempre por mamá y mi hermano Rubén que solía visitar a Ángela Loij. De ahí el aprendizaje de ir a recolectar el TAIU (9) porque es un arte que nos perteneció siempre, lo tejemos y lo recuperamos hasta hoy.
Le damos vida al recolectar nuestros alimentos y también tenemos talleres para las mujeres. Tiene un sentido muy espiritual y fue creado por una necesidad. Lo mantenemos porque no queremos que se pierda. Seguimos trabajando con la misma técnica de las mujeres selk´nam y sus procesos.
El agradecimiento es la memoria del corazón. Por esta razón, quiero agradecer al cierre que mis tres obras literarias fueron posibles por un conjunto de personas. Mi esposo Pedro Cárcamo, mis hijos (Vanesa, Eduardo y Marcela) y mis siete nietos. Algunas hermanas, hermanos, familiares, amigos, conocidos y alumnas de los talleres que son el motor de mi trabajo. Cada uno fue poniendo su granito de arena.
Escuche acá reportaje radial:
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