Los talibanes han anunciado en las últimas horas una amnistía general para todos los funcionarios del Estado, a los cuales exhortaron a volver a trabajar normalmente, dos días después de haber tomado el poder en Afganistán. Pero pese a multiplicar este tipo de gestos tranquilizadores, los habitantes de Kabul tienen miedo, sobre todo las mujeres, que en su mayoría no se arriesgan a salir a las calles. Diversos testimonios son prueba de ese terror. Varias activistas afganas ya denuncian que los talibanes han empezado a ir casa por casa buscándolas y que en ciudades como Herat, previamente conquistadas, ya no permiten la educación de las niñas.
Los talibanes han intentado mostrar a la comunidad internacional una actitud más reposada, asegurando que no dañarán a nadie, que no se vengarán y que los han perdonado a todos. Interrogado por RFI, José Miguel Calvillo, doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que se trata de una estrategia muy poco creíble. “Los talibanes están siguiendo una clara estrategia de cara al exterior para poder vender una imagen más diplomática de lo que va a ser el movimiento talibán a partir de ahora. Yo desconfío mucho de esta estrategia que claramente va dirigida a la comunidad internacional para poder seguir manteniendo la canalización de fondos económicos hacia Afganistán”
Pocos creen que los talibanes vayan a respetar los derechos adquiridos por las mujeres en las dos últimas décadas. El grupo fundamentalista gobernó el país durante cinco años, hasta la invasión liderada por Estados Unidos en 2001. Durante ese tiempo, prohibió la educación de las niñas y el derecho al trabajo de las mujeres, y se negó incluso a que viajaran fuera de sus casas sin que un familiar masculino las acompañara. Los talibanes también llevaban a cabo ejecuciones públicas y apedreaban a las mujeres acusadas de adulterio.