La presión sobre los no vacunados en diferentes rincones del mundo continúa aumentando. Tras las comentadas declaraciones, -la semana pasada- del mandario francés Emmanuel Macron, afirmando explícitamente su deseo de “joderles la vida”, la provincia canadiense de Quebec, donde viven unos 8 millones de habitantes, eligió drásticas medidas como un impuesto sanitario.
En una conferencia de prensa el primer ministro François Legault fue muy explícito, anunciando la decisión de aplicar un impuesto a los no vacunados:
“Todos los adultos en Quebec que no acepten en las próximas semanas al menos recibir una primera dosis, deberán pagar una factura. Porque tiene consecuencias sobre nuestra red sanitaria, no es el conjunto de los quebequenses quienes deben pagar por ello”, sostuvo.
El primer ministro agregó que “el 10% de los quebequenses que no ha recibido ninguna vacuna no debe perjudicar al 90% que se ha vacunado”.
Ya hace unos días Quebec había anunciado que ciertos comercios no esenciales serían vedados a los no vacunados, para comenzar los de venta de alcohol y canabis, instaurando además desde el 31 de diciembre un toque de queda a partir de las 22 horas.
Con esta decisión, Legault intenta también recuperar la iniciativa política tras ser objeto de duras críticas por la gestión de la actual ola del Covid-19. El máximo responsable de salud en Quebec, Horacio Arruda, dimitió de su cargo el lunes pasado como consecuencia de la crisis sanitaria, día en que fallecieron 62 personas por Covid, lo que lleva la cifra de muertes a 12.028, la más alta de Canadá. Ayer martes, 2.742 personas se hallaban ingresadas, de las cuales 255 estaban en cuidados intensivos.