El Coro Sinfónico de la Universidad de Chile hizo una excepción por su corta edad, 17 años, y aceptó que fuera parte del elenco, siendo la más joven de la cuerda soprano en aprobar el examen de admisión en décadas. Hoy, a sus 26 años, ha hecho una carrera impresionante y su repertorio incluye arias de ópera, opereta, zarzuela, canción (lied, chanson), arias de oratorio, música de cámara de estilo contemporáneo, repertorio de estilo popular y teatro musical. Tiene un manejo fluido del inglés, además posee estudios formales de fonética en francés y alemán, un requerimiento propio de su actividad.
Catalina Prado Aracena es de esas artistas nacionales que se ha hecho “a pulso”, con la ayuda de su familia y el apoyo de su pareja, con quien comparte la pasión por la música y el arte.
Durante su participación en el Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, tuvo la oportunidad de cantar para renombrados directores de orquesta nacionales e internacionales, entre los cuales se destacan el director orquestal estadounidense Leonid Grin, el director de orquesta Juan Pablo Izquierdo, ganador del Premio Nacional de Artes Musicales de Chile, la violinista y directora de orquesta Alejandra Urrutia, primera mujer en ocupar el cargo de dirección de la Orquesta de Cámara del Teatro Municipal de Santiago, y el director artístico Josep Vicent, Director principal de The World Orchestra for Peace.
Además de estos conciertos, tuvo la oportunidad de participar en grandes obras como Carmina Burana de Carl Off, El Mesías de G.F. Haendel, la Sinfonía n.º 9 de L.V. Beethoven; la Gran misa en Do menor de W.A. Mozart, las Danzas Polovtsianas de la ópera El Príncipe Ígor del compositor A. Borodín, la Sinfonía de los Salmos de Í. Stravinski, el Réquiem de W.A. Mozart, Cantique de Jean Racine y Pavane de G. Fauré, entre otros.
Hoy postula a una visa de talentos en Estados Unidos, donde piensa trabajar dedicada completamente a lo suyo: el canto lírico y donde ya presentó a una productora su trabajo musical, la que quedó muy interesada al respecto, luego de una audición especializada. “Yo estudié canto lírico y, si bien me desenvuelvo como cantante lírica, también tengo repertorio de estilo crossover, en el que tomas canciones conocidas por la gente, y le agregas el estilo lírico. No hay mucha oferta de aquello y eso permite acercarnos más a lo popular y a la gente”.
Su formación en el colegio Rudolf Steiner de pedagogía Waldorf, su participación en el coro estudiantil de ese establecimiento y su intercambio a Dinamarca, fueron los primeros eslabones de una cadena que ha seguido con ímpetu, y luego pasando las pruebas de nada menos que del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile, con 17 años. “En esa época no podían admitir a menores de edad, pero conmigo hicieron una excepción”, dice con orgullo.
“Tengo recuerdos maravillosos del Coro Sinfónico, sus integrantes, su director, que sigue siendo el mismo, Juan Pablo Villarroel, con quien tengo una relación de amistad muy linda. Poder cantar teniendo 17 años, salir del colegio y estar sobre el escenario con un coro gigante y una orquesta profesional (…) hacíamos tour a regiones, canté para la Presidenta Bachelet, tengo recuerdos maravillosos. Para mí fue una catapulta, un mundo de emociones sobre el escenario”, destaca.
Después pasó a una fase derechamente de profesionalización de su arte estudiando canto lírico en el Conservatorio de la Universidad Mayor, en la cátedra de la maestra Claudia Pereira, una gran soprano nacional y a quien Juan Pablo Villarroel le había recomendado para profesionalizar su carrera musical.
“Me alegra que el mundo del canto lírico cada vez se vaya desarrollando más en Chile”, afirma “pero aún hay muchas personas que piensan que lo clásico es exclusivo o aburrido, lo que es lamentable para un arte tan hermoso, por eso busco acercar este estilo a las personas”.
En su minuto interpretó sus hermosas canciones y arias en el programa “Música a un Metro”, dentro del Metro de Santiago, donde incluso tuvo “problemas” porque se formaban algunas aglomeraciones importantes, ya que a la gente le gustaba mucho su música. Hoy mira a Estados Unidos, donde podría consolidar su carrera constituyéndose en una de las más jóvenes y destacadas representantes de la lírica nacional.
Dice que en Chile hay muchos músicos talentosos, pero “no se aprovecha lo que hay”. “La pandemia golpeó duramente el rubro musical y de las artes, en general, y el apoyo no ha sido suficiente”, la ayuda estatal es escasa en todo nivel, algo que debería cambiar, sostiene.
A propósito del proceso constituyente en curso dice que ella incorporaría la educación musical y la actividad coral desde la infancia en todos los colegios, que es donde está el semillero inicial de los nuevos talentos. “Desde la base trabajar esa curiosidad innata de los niños, que es más que cantar, porque desarrollan una enorme capacidad cognitiva, se potencian en lo personal y además lo pasan muy bien”, enfatiza.