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Algunas precauciones básicas para tratar la tragedia de Ucrania

Columna de opinión por Mario Matus G.
Martes 1 de marzo 2022 11:50 hrs.


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La reciente agresión de Rusia a Ucrania no puede dejar inconmovible a nadie que le preocupen los horrorosos efectos de la guerra, especialmente sobre una población civil indefensa. Por ello, es oportuno y necesario buscar la forma de entender los factores que la han desencadenado, el modo como se desarrolla y las consecuencias que acarreará, dejando en claro que la acción agresiva de Rusia no merece otra cosa que una decidida condena. Pero dado que la primera víctima de las guerras es la verdad, se ofrecen algunas precauciones y consideraciones básicas para no quedar prisioner@s de la inevitable propaganda que una buena parte de los medios informativos esparcirá -sin declarar abiertamente su adhesión a uno de los bandos- y que normalmente consiste en enfatizar aquella parte que le conviene y ocultar o aminorar aquella otra que no le conviene.

1) Este ejercicio importa porque Chile se inscribe como un país pequeño dentro de un marco global de relaciones internacionales, en el que existen potencias y correlaciones de fuerza que ejercen influencia y poder económico, político, militar y cultural. De tal modo, la ciudadanía y los gobernantes deben contar con elementos de juicio que les permitan comprender lo esencial de tales dinámicas y tomar caminos adecuados en la política exterior de Chile, atendiendo a las complejidades del sistema internacional (en el que la cooperación y el acuerdo necesariamente coexisten con intereses contrapuestos y el conflicto) y poniendo en el centro los intereses de Chile, de América Latina y de las naciones que desean preservar valores universales conquistados históricamente.

2) El conflicto que se abate sobre Ucrania es de aquellos en que potencias y bloques de potencias se disputan la hegemonía sobre vastos territorios y en el que aquel país es una pequeña pieza dentro de un alambicado tablero de ajedrez. En este tipo de escenarios normalmente no hay buenos ni malos, sino más bien intereses legítimos, que de no ser equilibrados y canalizados por medio de un acuerdo relativamente duradero y que deje relativamente satisfechas a ambas partes, serán resueltos por el conflicto y por el horror de la guerra (Von Clausewitz).

3) El acuerdo que estableció una paz estable durante más de 40 años (1945-1991) fue alcanzado al final de la 2da Guerra Mundial, sobre la amenaza de lo que se denominó DMA (destrucción mutua asegurada), a través de una guerra nuclear capaz de destruir tres veces el planeta.

4) Pero tras el derrumbe de la URSS en 1991, se instauró en el mundo un orden unipolar encabezado por el poder económico y político y la fuerza militar de EE.UU. El último gobernante soviético, Mikhail Gorvachov, se allanó a disolver la alianza militar de la URSS y sus aliados, llamada Pacto de Varsovia, a cambio del compromiso de EE.UU. y sus aliados de disolver su propia alianza, conocida como Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Pero EEUU, sin poder disuasorio que contuviera sus nuevos objetivos económicos, políticos y militares en el mundo, se autoconvenció de que estaba llamado -junto a sus aliados- a ejercer un poder incontrarrestable en el orbe y, por lo tanto, a apoderarse de todas las áreas de influencia que habían estado bajo la esfera de la URSS y sus aliados, incluyendo todas las antiguas zonas de fricción entre ambos bloques. De tal modo, EEUU y sus aliados no sólo no disolvieron la OTAN, sino que fueron extendiéndola hacia el Este de Europa (ver imagen), sumando a la gran mayoría de los países que habían pertenecido la órbita soviética, mientras extendían su influencia a través del Medio Oriente, Golfo Pérsico, Asia Oriental, América Latina y el Caribe, África y Oceanía.

Otan Ucrania

5) Así, la Federación Rusa fue quedando peligrosamente cercada, y en la medida que cada nuevo integrante recibía bases militares, misiles balísticos con cabeza nuclear y el compromiso de ser protegido por respuesta militar de todo el bloque, prácticamente desapareció el área de seguridad de Rusia, y que al menos podría haberse mantenido como área desmilitarizada o de cojín entre ambos bloques.

6) Aunque los países de Occidente promueven valores y principios de libertad y democracia que no son respetados en sistemas políticos más bien autoritarios en Rusia y otros países de Asia, Rusia tiene derecho a exigir, luego de haberlo intentado negociar desde hace más de una década, el establecimiento de una mínima zona de seguridad en su borde occidental, que comprendería a Bielorrusia y a Ucrania. Rusia no está en condiciones, y no se lo plantea, de recuperar el dominio de otros territorios más al Occidente, que habían sido “socialismos reales” aliados, como Polonia, Países Bálticos (Estonia, Lituania y Letonia), República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania, Eslovenia, Croacia, Montenegro, Albania, Macedonia del Norte y Bulgaria, básicamente porque al pertenecer a la OTAN son inviolables, y porque Rusia está muy lejos de tener la capacidad para siquiera pensarlo.

7) De estos países, aquellos que cuentan con una trayectoria más corta como países independientes, tienden a contar con sistemas políticos muy frágiles y corruptos, donde tampoco existe una institucionalidad plenamente democrática. Además, en muchos de ellos persiste una profunda animosidad contra Rusia, y especialmente contra la URSS, porque tanto el Imperio Ruso como la URSS cometieron graves atrocidades e injusticias suficientemente documentadas. Por eso existe en algunos de ellos una arraigada ultra-derecha, que en su momento exacerbó las atrocidades cometidas por los nazis contra la población civil, y especialmente, contra los judíos, y que ha reaparecido a raíz de las desacertadas metodologías políticas rusas para retenerlos como territorios bajo su influencia.

8) El régimen autócrata de Putin, que además se sostiene sobre una cúpula militar enardecida por la frustración nacionalista y por una oligarquía empresarial que concentra la mayor parte de la riqueza, no tiene nada de comunista, ni intenta restaurar la URSS. Por el contrario, representa un nacionalismo autoritario de derechas, que abomina de la URSS y la ve como culpable de las pérdidas territoriales del otrora Imperio Ruso, ya sea por las sucesivas cesiones territoriales a antiguas repúblicas socialistas o por su implosión bajo Gorbachov en 1991. Por otro lado, Rusia es consciente de que EEUU ha enarbolado muchas veces la exigencia de contar con una zona de seguridad, incluso en otros continentes, violando repetidas veces acuerdos internacionales y sobrepasando a los órganos esenciales del sistema de Naciones Unidas, como su Consejo de Seguridad.

9) Además, este régimen ha logrado reponer en el imaginario colectivo ruso un relato de recuperación de la dignidad y el honor de Rusia y tiene una baza al pretender legítimamente detener la incontrolable expansión de la OTAN y el cerco de Rusia desde el Oeste. Por otro lado, si bien no puede restaurar territorialmente al Imperio Ruso ni a la URSS -porque no tiene suficiente capacidad económica, militar y política para hacerlo- sí está en condiciones de al menos establecer una nueva frontera -mucho más al este de lo que le hubiera gustado- que configure un nuevo límite estratégico relativamente estable entre EEUU-OTAN-UE y Rusia.

10) Por su parte, el mundo unipolar está paulatinamente dando paso a una nueva configuración más bien multipolar, debido a la irrupción económica de nuevas potencias industriales, que normalmente son países-continente, como China, India, Brasil, e incluso Rusia, que luego de incluso contraer dramáticamente su población durante dos décadas, ha venido recuperándose. Naciones como China y otras de Asia (a las que podría sumarse Irán), reclaman una mayor influencia y nuevas reglas en el orden mundial. A menos que algo totalmente inesperado interrumpa las dinámicas de progresivo ascenso de estas naciones, todo indica que irán generando nuevas relaciones, intereses y conflictos con el bloque EEUU-OTAN-UE, y que exigirán el establecimiento de una nueva arquitectura institucional global, que, al haberse creado tras la 2GM, ha quedado bastante obsoleta. Esto implica que en el largo plazo será cada vez más evidente que las relaciones hegemónicas que el eje occidental ha impuesto al sistema mundial serán imposibles de sostener, lo que no implica en absoluto que las nuevas contradicciones necesariamente auguren nada bueno, dado que al ser potencias emergentes donde se propende al autoritarismo y con democracias muy frágiles, es posible que también emerjan desde allí posiciones que podrían significar retrocesos en materia de DDHH y en otros valores universales.

11) Rusia recientemente ha logrado erigir la parte septentrional del nuevo muro estratégico abduciendo a Bielorrusia, que, para todos los efectos, no puede más que considerarse un estado lacayo, subordinado a Rusia por medio de un régimen autoritario que será cuidadosamente proyectado. Pero además, tiene la capacidad económica, militar y política suficiente para lograr que Ucrania, que no alcanzó a entrar a la OTAN, nunca pueda hacerlo, ya sea a través de una dominación territorial directa, de un gobierno títere o de un acuerdo directo con el bloque antagónico, es decir, EEUU-OTAN-UE, que establezca a la nueva Ucrania (restada la región del Donbass) como país tapón, totalmente desmilitarizado, al cual se le prohíbe ad eternum asociarse militarmente a uno de los dos bloques en contra del otro. Por su parte, el bloque EEUU-OTAN-UE no tiene ni el argumento jurídico ni la capacidad política ni económica suficiente para proseguir su extensión al este, ya que su paulatina, pero progresiva debilidad frente a los nuevos poderes emergentes es cada vez más patente.

12) Ucrania, país muy frágil institucionalmente, dividido étnicamente, prisionero de traumas colectivos relativamente recientes (siglos XIX y XX) y que es fácilmente controlable y manipulable por alguno de los dos bloques principales, no está en condiciones de imponer una decisión propia, ya que esta sería desmedida, volátil e imposible de brindar paz y estabilidad. La negociación debe ser entre los 2 bloques, que son los que realmente tienen la capacidad y el poder, y pueden construir estos acuerdos básicos con un horizonte de largo plazo.

13) La mayor parte de la información propagada por redes informativas adictas a uno de los dos bloques se concentra en exagerar los argumentos útiles, apelar a la simpatía/antipatía y en encubrir aquellos elementos que les son desfavorables, por lo que está sobrecargada de mera propaganda, de alineamientos subrepticios o escandalosos, que dejan fuera precisamente este eje de razonamiento, que es un eje de reconfiguración estratégica y de nuevos equilibrios entre potencias que son rémoras del siglo XX, pero que mutan y se reconvierten y de otras que se asoman calculadoramente para determinar nuevos cursos de acción favorables a sus intereses. Chile debe tener todo esto en cuenta, para construir una política exterior sumamente cautelosa, pragmática y dinámica, que contribuya a promover los nuevos espacios institucionales y los nuevos canales globales que sean capaces de administrar todas estas nuevas dinámicas, preservando valores fundamentales.

mmatus@uchile.cl

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