Con información de nuestros corresponsales en Montréal, Diana Gonzales, Marie Normand, y entrevista de Véronique Gaymard.
Entre sonidos de tambores y cantos tradicionales, el domingo se dio inicio a una breve ceremonia de bienvenida al Papa Francisco, quien estuvo acompañado del primer ministro Justin Trudeau y la gobernadora general Mary Simon, de origen inuk.
Como parte de este evento, ex alumnos de pensiones católicas y líderes autóctonos saludaron uno a uno al pontífice. El gran jefe de la Confederación de las Primeras Naciones del tratado seis, George Arcand, recalcó la importancia de la visita papal y las excusas que los sobrevivientes esperan escuchar, por los abusos cometidos en escuelas residenciales dirigidas por la iglesia católica.
“Lo que es más importante, es dar la bienvenida al Papa para que venga a hablar y pedir disculpas a nuestros supervivientes. Y así podamos comenzar nuestro camino hacia la sanación”.
Por los problemas de salud que aquejan al papa, quien se moviliza en sillas de ruedas, la ceremonia de bienvenida no fue muy extensa, esto para permitirle al pontífice descansar y recuperar fuerzas para cumplir con una agitada agenda de visitas. Este lunes se reunirá con miembros de la comunidad Cree de Maskawacis, al sur de Edmonton, hogar del antiguo internado de Ermineskin, uno de los más grandes de Canadá.
Un perdón esperado
A raíz de la visita papal los testimonios de sobrevivientes se comienzan a escuchar. Jimmy Papatie, exjefe algonquino contó que a la edad de 5 años fue separado de su familia para asistir a un internado en Quebec, y hasta hoy sigue luchando por reconstruirse.
“El hecho de haber sufrido de abusos sexuales por parte de un padre, ha traumatizado mi vida. Treinta años después comprendo los efectos y los impactos en mi vida. Así el papa presente sus disculpas, eso no cambiara mi vida. No esperaba que el papa viene a disculparse, él no es responsable, es el jefe de la iglesia; pero no es responsable de todo”, comentó Papatie.
Este sobreviviente pide al papa que todos los responsables de abusos contra aquellos niños sean juzgados ante los tribunales, destituidos de la iglesia y sean enviados a centros de terapia. “Deben ser enviados a prisión, si es necesario, algunos no son encarcelados y eso es espantoso. Ellos no pueden tener el mismo trato que un ciudadano ordinario”, recalcó.
Para el profesor Jean-François Roussel del Instituto de Estudios Religiosos de la Universidad de Montreal, quien trabaja en el proyecto de reconciliación y descolonización de las escuelas residenciales, las excusas que pueda presentar el papa no serán suficientes, pero es un primer paso para el inicio de una reconciliación.
“Las excusas del papa son importantes para un gran número de personas autóctonas y en particular para aquellos de origen católico. Es una forma de reconocer los abusos que sufrieron en las pensiones católicas […] Muchos autóctonos reclamaban después de tiempo las disculpas de la iglesia católica, algunas organizaciones católicas presentaron con anterioridad sus disculpas, pero la comisión de la verdad y la reconciliación recomendó que el mismo papa presente las excusas en nombre de la iglesia católica”.
Cabe señalar que entre 1883 y 1996, unos 150.000 niños indígenas vivieron en una red de 139 centros financiados por el Gobierno federal y administrados por grupos religiosos, en su mayoría católicos. Una serie de abusos como golpes, agresiones sexuales, negligencia médica, racismo, entre otras vejaciones fueron comunes dentro de aquellas instituciones. Según algunos expertos más de 6.000 niños fallecieron en estos lugares.