RFI entrevistó a Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, sobre lo que implica este nuevo capítulo diplomático en el actual contexto de guerra en Ucrania.
Por Oriane Verdier.
RFI: El presidente francés Emmanuel Macron ya había viajado a Riad el pasado mes de diciembre. ¿Se esperaba que continuara el acercamiento entre los dos dirigentes?
Agnès Callamard: No estamos a favor de rehabilitar a Mohamed Bin Salman, por su responsabilidad en el atroz asesinato de Jamal Khashoggi. Además, en términos más generales, por la intensificación de la represión en Arabia Saudita.
MBS también es responsable de una guerra en Yemen que ha matado a miles de personas y es la peor crisis humanitaria del mundo. Esta normalización no tiene por qué ser. Francia podría haber continuado sus relaciones diplomáticas con Arabia Saudita sin rehabilitar a Mohamed Bin Salman. Por supuesto, habría sido un poco más complicado, pero no era imposible.
RFI: Entonces, desde su punto de vista, ¿esta visita muestra cierta debilidad de París frente a Riad o es sencillamente una mala decisión diplomática?
Agnès Callamard: Ambas cosas. En primer lugar, es una prueba de debilidad a corto plazo en un sistema geopolítico en el que al contrario se necesita mostrar fortaleza. En segundo lugar, revela una falta de visión a largo plazo. En especial cuando se tiene en cuenta actual discurso político sobre la invasión rusa en Ucrania. No podemos repudiar a Rusia por su horrible agresión contra Ucrania y a la misma vez reforzar nuestra amistad con Arabia Saudita, que lleva varios años cometiendo crímenes de guerra en Yemen.
RFI: Sin embargo, no es algo nuevo que la diplomacia occidental haga la vista gorda ante ciertas prácticas de sus aliados.
Agnès Callamard: Es cierto. Sin embargo, hace unos diez años, las democracias occidentales estaban dispuestas a posicionarse de forma mucho más asertiva y sistemática sobre las violaciones de los derechos humanos. Solían ser uno de los puntos centrales de su enfoque diplomático. Los gobiernos no se autocensuraban de la misma forma que ahora.
Rusia, China y otros Estados abogan por un replanteamiento del sistema internacional y piden descartar los llamados “valores occidentales”, los valores democráticos. Les estamos facilitando la victoria.
RFI: Precisamente, ¿la invasión rusa de Ucrania fue una oportunidad para poner de nuevo estas cuestiones en la mesa?
Agnès Callamard: Pienso que fue más que todo un fracaso. Por el momento, no nos estamos enfocando en los valores. En Europa y en Estados Unidos, hay muchos discursos, pero no pasan a la acción. Deberíamos intentar crear una coalición fuerte en torno a estos valores democráticos. Pero en vez de hacerlo, estamos negociando con Arabia Saudita, Israel y algunos otros Estados que tienen acceso al petróleo.
Por lo tanto, no logramos tener una coalición contra la agresión rusa. Sólo tenemos una coalición muy débil que no nos va a permitir oponernos a Rusia a largo plazo. Esto es muy preocupante para todos aquellos que creen en estos valores y que creen en la victoria ucraniana contra Rusia.
Es preocupante para el futuro: el futuro de nuestro sistema internacional, el futuro de la gobernanza internacional y el futuro de nuestro planeta.
RFI: Antes de ser secretaria general de Amnistía Internacional, usted fue relatora especial de las Naciones Unidas. En su experiencia, ¿cree que la diplomacia occidental es capaz de cuestionarse a sí misma?
Agnès Callamard: Por supuesto, lo han demostrado en el pasado. Todavía mantengo conversaciones de vez en cuando con algunos representantes políticos del más alto nivel, ya sea en Estados Unidos o en Europa. Entiendo la necesidad de hablar con Arabia Saudita y otros Estados que tienen acceso al petróleo. Pero ¿por qué no acudir también a todos los otros Estados que quizá no tengan los mismos valores económicos, pero que son capaces de transmitir importantes mensajes políticos, ya sea en América Latina o en el continente africano? Hoy, en América Latina, sólo se habla con Venezuela. ¿Por qué? Porque tiene crudo. Pero los demás países también tienen cosas que decir, mensajes que llevar. Pueden formar parte de una coalición. ¿Por qué no incluirlos?
¿Por qué no hablar mucho más intensamente con Sudáfrica, que ha pedido que surja un nuevo movimiento de países no alineados? Rusia ha entendido muy bien dónde están sus aliados en este momento y está aprovechando.
Europa y Estados Unidos podrían construir una coalición que sería mucho más viable políticamente. Lo han hecho antes y podrían volver a hacerlo, pero no tienen los recursos para hacerlo. Tenemos que desplegar medios económicos, medios políticos. Tal vez debamos abordar las cuestiones de la deuda, que son muy importantes en África en particular: se trataría de dar algo a cambo, pero permitiría construir una coalición basada en valores comunes.