Entre los avances figura el acuerdo de reasignar a los países pobres 100.000 millones de dólares de fondos llamados “derechos especiales de giro” que manejan las organizaciones crediticias internacionales, algo que se había prometido en 2021 y que no se ha cumplido hasta ahora. Al cierre de la cita y ante los más de 40 presidentes y jefes de Estado que concurrieron, el presidente francés Emmanuel Macron, promotor y anfitrión de esta cumbre, resumió este viernes “el nuevo consenso” internacional producido a partir de un conjunto de ideas generales que deben permitir financiar, al mismo tiempo, la lucha contra la pobreza y la lucha por el planeta. No obstante, advirtió que su concreción -si es que se produce, dijo- tardará.
Agregó Macron que de esta Cumbre de París, han salido “mecanismos de acción, no sólo palabras”, así como la voluntad de construir unidad en la comunidad internacional.
“Si fracasamos, iremos a una fragmentación de las instituciones internacionales”, añadió, después de referirse a la situación delicada por las que estas atraviesan, en un contexto marcado por la desconfianza de muchos países del Sur del mundo sobre su representatividad, debido muy fundamentalmente a las tensiones entre Estados Unidos y China, así como por la fractura que implica la guerra en Ucrania.
Finalmente, puso de relieve el total consenso que hubo entre los estadistas presentes en torno a la apremiante necesidad de eliminar la pobreza en el mundo y, al mismo tiempo, proteger el planeta dando la batalla contra el cambio climático mientras no sea demasiado tarde. Para lograrlo, aseveró el presidente galo, se requiere “un electroshock financiero” consistente en altas cantidades de dineros públicos y capitales privados. Porque el objetivo, reiteró, es que “ningún país tenga que elegir entra la lucha contra la pobreza o la protección contra el cambio climático”.
El cierre de la cumbre en París, este viernes, tuvo un corolario inesperado. El presidente brasileño, Luis Inazio Lula Da Silva, pronunció un enérgico discurso en el que aludió a las desavenencias entre el Mercosur y la Unión Europea a raíz de una carta que Bruselas envió en marzo al grupo de países conformado Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. En ella, el bloque europeo formula una serie de exigencias ambientales adicionales relativas al sector agropecuario, y reclama el cumplimiento obligatario de diversos compromisos contraídos en el Acuerdo del Clima de París en 2015.
Los partidarios de ese endurecimiento estiman que existe el riesgo de que los productores europeos deban enfrentar una competencia desleal por las diferencias reglamentarias entre uno y otro bloque, y que, por ejemplo, debido a la apertura de las fronteras a muchos productos de América del Sur, los consumidores europeos terminen convertidos en cómplices de la deforestación en ese continente.
Pero para Lula, dicho documento adicional “no permite que se llegue a un acuerdo” en lo inmediato. “No es posible tener una asociación estratégica y que haya una carta adicional amenazando a un socio estratégico”, dijo Lula ante una audiencia entre los que estaban, entre otros, el mandatario francés y el jefe del gobierno alemán, Olaf Scholz.
Su ministro de Economía, Fernando Haddad, dijo el jueves que las exigencias suplementarias muestran que, realidad, lo que Bruselas quiere es “postergar la ratificación de la alianza”. Los cuatro países sudamericanos, a su vez, prevén que responderán los planteamientos contenidos en la cuestionada misiva del bloque europeo la semana próxima.
Y en alusión a las exigencias formuladas por los europeos, Lula se explayó también este viernes sobre las metas climáticas de su país, reiterando su objetivo de “cero deforestación” ilegal al año 2030. De hecho, la deforestación en la Amazonía brasileña se redujo de enero a mayo en un 31% respecto al mismo período del año pasado, según datos oficiales. Bajo la presidencia de su antecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro, la deforestación anual promedio en la Amazonía aumentó más de un 75% respecto a la década anterior.
Sindicatos y asociaciones agrícolas francesas pidieron el jueves a Macron dar un “no firme y definitivo” al acuerdo comercial con el Mercosur en su forma actual. Los miembros de la delegación brasileña conocen bien esas presiones proteccionistas del sector agropecuario francés, pero apuestan a que la también nueva realidad geopolítica generada por la guerra en Ucrania y su efecto negativo sobre las cadenas de suministro, obligan a diversificar las fuentes de abastecimiento de energía y alimentos, precisamente las áreas en las que Brasil desea ser un socio estratégico para la UE. Todo ello habida cuenta de que el gigante latinoamericano tampoco oculta su propósito de seguir fortaleciendo las relaciones comerciales con China, su mayor socio en el intercambio mercantil.
Pero el protocolo diplomático obliga: Lula y Macron se despidieron entre abrazos tras su almuerzo en el Palacio del Elíseo, aunque no dieron detalles a los reporteros. El brasileño prevé hablar a la prensa en París este sábado por la mañana, justo antes de emprender su regreso a Brasilia.
El acuerdo UE-Mercosur fue anunciado en 2019, tras dos décadas de negociaciones. El proceso de ratificación quedó sin embargo bloqueado y se complicó aún más al filtrarse la carta de la UE en marzo con las nuevas exigencias.