A solo tres meses de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, las declaraciones de diversas figuras de derecha sobre este hito y la dictadura de Augusto Pinochet han sido un factor más de tensión en el mundo político.
Desde los controvertidos dichos del consejero constitucional Luis Silva, quien calificó al dictador de “estadista”; pasando por la secretaria general de la UDI, María José Hoffman, que habló de “las barbaridades de Allende”; hasta el expresidente Sebastián Piñera, que aseguró que el gobierno del socialista, “no respetó los principios de la democracia”.
A este y otros temas relacionados con la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, se refirió Manuel Guerrero Antequera, académico de la Universidad de Chile, autor del libro “Sociología de la masacre” e hijo de uno de los tres profesionales comunistas degollados en 1985.
En conversación con Radio y Diario Universidad de Chile, Guerrero señaló que resulta “bastante delicado” que figuras de gran relevancia pública como el expresidente Piñera, “expresen ideas que pueden llevar a cierta confusión en el debate, a propósito de los 50 años”.
“Si bien es del todo legítimo que distintas personas de diferentes sensibilidades políticas en el país, tengan distintas opiniones respecto a lo que fue el período previo al golpe de Estado, esa legitimidad, que es normal en cualquier sociedad democrática, no puede en ningún caso dar pie para justificar que se haya cometido un golpe de Estado”.
“Un golpe que no solamente implicó el derrocamiento de un gobierno democráticamente electo, sino una dinámica de la violencia que no se había visto como política de Estado, nunca en la historia de Chile”, afirmó.
Asimismo, Guerrero planteó que no es posible separar los supuestos avances en materia económica de las masivas violaciones a los derechos humanos en dictadura: “No pudo haber un Augusto Pinochet sin un Manuel Contreras. Augusto Pinochet es también Manuel Contreras, y por lo tanto, su actuación merece una condena absoluta. No hay transformación económica en Chile si no fue con detenidos desaparecidos y torturados y la derecha tiene que tener la fortaleza, el coraje cívico, de distinguir su propia, legítima aspiración a que haya más mercado y menos Estado, de una práctica dictatorial”, dijo.
En cuanto a los motivos que explican por qué la sociedad chilena no ha llegado a condenar en conjunto el golpe de Estado y la dictadura, el académico aseguró que esto tiene que ver con el aún incompleto proceso de justicia transicional.
La justicia transicional, explicó Guerrero, tiene cinco pilares: verdad, justicia, reparación, memoria y garantías de no repetición. En ese marco, Chile ha registrado importantes avances sobre todo en verdad, con las comisiones Rettig y Valech, pero aún tiene una deuda importante en justicia, con cientos de causas judiciales pendientes, y en garantías de no repetición.
“Esa lentitud que ha habido en distintas medidas de parte del propio Estado, es la que lamentablemente allana el camino para que ciertas personalidades con impacto en la opinión pública, puedan empezar a decir lo que se les ocurre”.
De todas maneras, Guerrero estimó que no todo es gris y que hay ciertos hechos que se pueden destacar de las últimas semanas.
“Estos discursos vienen a dañar los avances que se han hecho, sin embargo, al mismo, tiempo hemos visto como de la Armada, fue a Isla Dawson y ahí su almirante dijo que le avergonzaba lo que había ocurrido y se comprometía con el nunca más”.
“Esas son señales interesantes. Creo que hay que poner estas voces que están surgiendo, al lado de otras que sí están tomando distancia de ese pasado. Necesitamos amplificar las voces que toman distancia del pasado dictatorial”, indicó.
En esa misma línea, el autor de “Sociología de la masacre”, sugirió centrar la conmemoración de los 50 años, en las muestras de “coraje cívico”.
“Incluso en los momentos más crueles de la dictadura, en circunstancias en que se estaba masacrando a personas indefensas en los centros de torturas, hubo personas que hicieron muestras de solidaridad, que abnegaron su vida sin tener mayor militancia política y eso también al interior de las propias Fuerzas Armadas”.
“Cuando se conversa con los sobrevivientes, evidentemente ellos recuerdan a los perpetradores, pero también recuerdan a algún joven militar que les mostró el bebé que había nacido, a alguna enfermera que en medio de la tortura tomaba distancia de esa práctica, y para qué decir en las poblaciones, los que ayudaron a refugiar a los perseguidos, a los religiosos y laicos que atendieron a los perseguidos, etc. Estos 50 años también deberían ser una ocasión para mostrar el coraje cívico de una ciudadanía que en circunstancias muy complejas fue capaz de organizarse, resistir a la barbarie y finalmente salir de ella”.
Consultado respecto a lo que está haciendo el Gobierno para esta conmemoración del golpe de Estado, Guerrero destacó iniciativas como “la plataforma 50.cl que muestra el conjunto de actividades que se están realizando a lo largo del país”.
Sin embargo, el académico advirtió que se debe ir más allá de los actos con grandes personalidades, con medidas concretas y una condena clara a la dictadura por parte de los tres poderes del Estado.
“Acá lo que hace falta, es que el conjunto de la población tenga la posibilidad de ver que el Ejecutivo, el Congreso, el Poder Judicial y los partidos políticos, van tomando responsabilidad respecto al nunca más. Tienen que haber anuncios de medidas concretas. Por ejemplo, no hay una ley de sitios de memoria, no hay una ley de archivo. Es decir, junto con hacer correctamente lo que se está haciendo, los poderes del Estado deben tomar distancia de la dictadura y generar condiciones de no repetición”.
Asimismo, Guerrero se mostró a favor de que se incluya el cierre de Punta Peuco como gesto: “Pero no quisiera solo centrarme en eso, sino que es la ocasión para que el Ejecutivo, el Legislativo y el Poder Judicial acojan las demandas históricas del conjunto de las agrupaciones y lo que se llama el mundo de los derechos humanos”.
“Ahí Chile tiene de dónde recoger. Ellos saben perfectamente que le hace bien a la democracia, lo han demostrado durante años. Son un patrimonio moral muy importante en nuestra sociedad, que hay que respetarlo, recogerlo y apoyarlo”, agregó.
Por último, Guerrero se refirió a la idea planteada por el Gobierno de que “no hay una visión única” en esta conmemoración de los 50 años del golpe.
“Ahí la pregunta es respecto a qué no hay una visión única. Evidentemente, en una sociedad democrática no hay una visión única en la población, a nivel de individuos, respecto a sus propias historias personales y para qué decir respecto a procesos históricos”.
“Sin embargo, algo distinto son los deberes del Estado. Es deber del Estado tener una opinión única, independiente del color político del Gobierno de turno, de clara condena a la violación a los derechos humanos, sea cuál sea el contexto en que ella se de. Eso no es opinable, eso es un estándar político y ético”, concluyó.