La jornada inaugural del Foro Económico Mundial este martes permitió ver y escuchar este martes en Davos, Suiza, a altos representantes de Pekín y Bruselas con el propósito de argumentar sus posiciones ante la más poderosa confluencia internacional de líderes económicos, políticos, tecnológicos y de opinión del todo el globo. ¿Qué inquieta? El que no se vislumbre un camino seguro para que la afanosa competencia en todos los planos entre China y Estados Unidos no termine en una confrontación de otro tipo, como tampoco se pueda apreciar con claridad que Europa logre éxito en su intento para establecer una autonomía segura y provechosa para obtener un mundo basado más en acuerdos que en la fuerza de las armas.
Cómo contribuyeron el cambio climático, el uso de la inteligencia artificial y los cambios en el poder político a una perspectiva global negativa cara al futuro, son algunos de los principales temas que marcarán la agenda del Foro Económico Mundial de este 2024. Pero su edición 54 llega en medio de un contexto complejo, pues la masacre de los palestinos en la Franja de Gaza por parte de Israel y otros conflictos como la guerra en Ucrania, así como las guerras étnicas y/o religiosas en África, son algunos de los factores que han golpeado la economía mundial.
He aquí algunos detalles de la agenda del primer día del foro: abrió los fuegos el primer ministro chino, Li Qiang, quien encabeza en Davos una importante delegación de su país. Li coincidió con Von der Leyen en el diagnóstico de que, después de décadas de progreso mundial, “la confianza se ha erosionado” y es necesario reconstruirla. “Debemos apostar por el multilateralismo”, dijo, “pero, ¿cuáles son las reglas? ¿quién las establece? Si las definen solo algunos países, entonces hay que poner comillas al término multilateralismo, porque éste debe basarse en reglas reconocidas por la comunidad internacional”, sostuvo.
Un planteamiento que Pekín viene haciendo con Rusia en múltiples advocaciones para alcanzar un cambio en el actual orden mundial abusivamente dominado por Occidente. Y para alcanzar un nuevo orden propuso reforzar la coordinación de políticas macroeconómicas entre las grandes potencias, rechazar barreras comerciales y el proteccionismo, mantener la fluidez de las cadenas de suministro y confiar en la especialización productiva.
A su turno, la alemana Ursula von der Leyen enumeró uno a uno los riesgos por los que atraviesa el planeta en la actualidad con las crisis de Medio Oriente y Ucrania frente al gran pulso de potencias que lo abarcan todo. El mundo atraviesa “una era de conflicto y confrontación, de fragmentación y miedo” que representa “el mayor riesgo para el orden global desde la época de la posguerra mundial”, resumió la presidenta de la Comisión Europea. Hizo también un breve balance de las acciones europeas para “reducir riesgos” de dependencia, un concepto que ya presentó en Davos el año pasado, suplantando la anterior idea de “desacople” que circulaba en Washington. Sin embargo, Von der Leyen no dedicó ni una sola palabra a la situación en Gaza, una clara señal de la grave división con Estados Unidos en esa materia.
Finalmente, el consejero de seguridad de la Casa Blanca Jake Sullivan, tenía previsto pronunciar este martes un discurso en otra sesión plenaria del Foro. En esa clave se leen las restricciones a las exportaciones a China de tecnologías estratégicas como las de los microchips de alta gama. Pero, más allá de las consideraciones técnico-políticas de sus argumentos, aquí también importan los mensajes implícitos: no es menor que los máximos representantes de Washington en Davos sean el propio Sullivan y que, además, haya arribado Antony Blinken, el secretario de Estado de Joe Biden. Ambos entre los máximos pesos pesados en la cadena del poder político del gobierno de Estados Unidos.