Debido a la falta de apoyo, fracasó la resolución que se presentó ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), la que buscaba exigir a Venezuela publicar de inmediato las actas de las elecciones presidenciales del pasado domingo 28 de julio.
En una sesión extraordinaria realizada en Washington, el texto contó con 17 votos a favor, ninguno en contra, 11 abstenciones y cinco ausencias, sin alcanzar la mayoría necesaria. Por ello, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, anunció este miércoles que solicitará a la Corte Penal Internacional (CPI) que ordene el arresto del presidente Nicolás Maduro.
Al respecto, sobre los polémicos comicios desarrollados en el país caribeño, conversamos en la primera edición de Radioanálisis con el sociólogo y analista internacional, Raúl Sohr, quien además abordó el asesinato al líder político de Hamás, Ismail Haniyeh.
Elecciones en Venezuela
– Da la impresión de que hay condiciones contextuales distintas en Venezuela respecto de elecciones anteriores. ¿Qué ha cambiado?
La primera y muy importante es el poder de casta. En Venezuela el ingreso fundamental es el petróleo en el orden de un 90%, el que si bien los precios no están mal, su producción ha bajado. Por lo tanto, el Estado, que brindaba una cantidad enorme de subsidios, se ha visto mermado en su capacidad y ello ha redundado en una creciente pobreza y dificultades sociales. En esas condiciones, naturalmente, cualquier Gobierno por popular que sea va ir bajando su dotación. Y ya se veía en elección tras elección que el gobierno de Maduro estaba teniendo crecientes dificultades para imponerse y cabía esperar que dadas las circunstancias esto podría llevar a una derrota.
No conocemos las cifras, no las hemos visto. Esto es importante porque hay una condición que si tu quieres tener alguna credibilidad en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento de la historia, hay una condición sine qua non y esa es la transparencia. Y desgraciadamente en Venezuela en estas elecciones no cumplió con estos requisitos.
En una oportunidad fui observador en unas elecciones que las ganó precisamente Chávez y que me pareció que era evidente que él era el genuino vencedor. Uno de los antecedentes que a mi me convenció, aparte digamos del proceso administrativo, era que en los cerros Chávez arrasaba en Caracas, y fui a varios centros de votación. Y cuando abrían las urnas era un desborde de votos chavistas, en cambio, en ciertos barrios que podríamos asimilar a nuestras famosas tres comunas de Santiago, la derecha, a su vez, ganaba por cantidades impresionantes.
– Durante mucho tiempo en Venezuela hubo un alineamiento político por clase social, parece que es lo que ahora se rompió…
No me atrevería hacer un vaticinio tan claro en términos sociales, porque esto requiere de estudios. Pero sí, en el pasado puedo dar fe de que era algo impresionante, hasta cierto punto como lo es en Chile también, pero las circunstancias cambian y el malestar parece haberse trasladado a otros sectores que antes eran entusiastas partidarios del chavismo.
– Podríamos deducir de tus palabras que lo que se le está pidiendo a las actuales autoridades venezolanas no es muy distinto a lo que se le pide a cualquier gobierno, de cualquier país del mundo y en cualquier contienda diplomática.
Absolutamente. El requisito de cualquier proceso, no solamente electoral a nivel nacional, en una elección en una universidad o en cualquier institución, es la transparencia. Es decir, un sufragio no tiene ningún sentido y no aporta el elemento más importante en toda sociedad y en todo grupo humano, que es la legitimidad, o sea, una autoridad que no tiene legitimidad, no es autoridad, es decir, es una imposición.
De manera que, la transparencia es la condición sine qua non absoluta que debe tener cualquier elección, a cualquier nivel en cualquier grupo humano, y naturalmente en todas las sociedades.
Y, por lo que vemos hasta ahora, Venezuela no ha cumplido con ese requisito y es lo que han planteado los mandatarios de otros países en todo el mundo y en toda América Latina, incluso, aquellos gobiernos que tienen simpatía hacia el madurismo, hacia el gobierno venezolano, como por ejemplo, el presidente Lula.
– ¿Cómo se analiza la postura de Brasil, México y Colombia frente a estas elecciones? ¿Qué intereses hay detrás?
En general los gobiernos establecen o fijan sus posiciones en función de sus intereses nacionales, y a veces, estos no coinciden con los procesos electorales en un país determinado. Y ahí tienes una opción muy difícil, que es justamente la que están manejando los países que mencionaste.
Por ejemplo, ciertamente para Colombia y para el presidente Petro, que sería prácticamente el primer mandatario de izquierda, presentarse a una Venezuela de ultraderecha, porque Machado tiene una postura de extrema derecha, no es moderada, y es una aliada cercana a EEUU, y este país apoyó su candidatura, ella fue la favorita, pese a que el electo naturalmente es Edmundo Gonzalez.
De manera que sí, hay situaciones de interés nacional, que a veces contrastan con los intereses o con las realidades políticas, lo mismo podría ocurrir en EEUU en las elecciones en noviembre, pero en definitiva este es el juego democrático y tendrás que convivir con aquellos que son la preferencia de las mayorías.
– Parece ser que la única vía posible cuando no se ve una fuerza que pueda avasallar a la otra es una negociación a gran escala. ¿Cómo vislumbras que sería este acuerdo? ¿En torno a qué ejes?
Ninguna solución se puede lograr sin las Fuerzas Armadas como un árbitro, hasta donde conocemos hoy las Fuerzas Armadas están profundamente involucradas e integradas al gobierno y digamos que cualquier negociación pasa por ellas como el árbitro de un acuerdo. Un cambio de régimen en Venezuela va exigir por parte del madurismo una serie de garantías: que no van a ser perseguidos, que no va haber un despido generalizado de sus funcionarios y que van a poder mantener no solamente los funcionarios, sino que los militares, algunos de los privilegios que lograron acumular a lo largo de estos 25 años, en el cual las Fuerzas Armadas han sido un participe absoluto.
No creo que pueda haber una solución al margen de lo que quieran las Fuerzas Armadas y la oposición venezolana, lo que les está pidiendo es neutralidad, es decir, que reconozca los resultados de las urnas y nada más. Pero en política, no es tan simple, en política lo que se está disputando es el poder, van a haber distintas cuotas y cada sector va a querer preservar aquello que tiene y donde pueda acrecentarlo.
De manera que yo creo que se abre un periodo bastante tenso de negociaciones en Venezuela que eventualmente van a encontrar una salida, no creo que esto vaya a terminar en un enfrentamiento, pero nadie tiene una bola de cristal.
Asesinato de Ismail Haniyeh, líder de Hamás
Gran repercusión provocó este miércoles el fallecimiento de Ismail Haniyeh, líder político de Hamás, quien se encontraba en Teherán, capital de Irán. Su muerte generó una rápida reacción por parte del país musulmán, desde donde ya se responsabilizó a Israel por el ataque.
– ¿Por qué se asesina a Ismail Haniyeh?
Haniyeh era el jefe del ala política de Hamás, un hombre de gran ascendiente político, y que era el que estaba participando en las negociaciones de paz. Ahora, ¿por qué se asesina a Haniyeh en momentos en que según informes internacionales las negociaciones de paz se acercan a un punto positivo por lo menos para un cese al fuego? ¿Cuáles son los motivos?
En primer lugar Haniyeh era el contacto, el hombre más cercano con Irán de la organización Hamás, es decir, que es la organización que controla políticamente la Franja de Gaza, lugar donde se libra esta guerra. Y esta relación con Irán preocupaba especialmente a Israel que ve a Irán como un enemigo antagónico y ha estado denunciando permanentemente que están en el proceso de fabricar una bomba nuclear y que es una amenaza existencial para Israel, mientras que Irán a su vez denuncia a Israel como el principal agente del imperialismo y de EEUU en la región, y como un enemigo intrínseco del proceso revolucionario iraní.
Además, hay quienes especulan que, el gobierno de Benjamin Netanyahu no tiene ningún interés en llegar a un acuerdo de paz. Él lo planteó al comienzo de la guerra, que iba a destruir Hamás, que no había ninguna posibilidad de paz y que no estaba dispuesto a un acuerdo mientras Hamás tuviera una existencia política relevante. Y una forma de eliminarla es deshacerse de sus líderes.
A partir de esa situación, se puede especular que Netayanhu tiene algún interés en prolongar el conflicto y que no tiene ningún estímulo en lograr un acuerdo de paz, en la medida que si el país se normaliza, deberían llamar a elecciones.
– Es decir, ganar tiempo…
Claro, una de las cosas concretas que Hamás pide es que las tropas israelíes salgan del territorio y Netanyahu ha dicho: ‘Nosotros no vamos a terminar la guerra hasta que Hamás esté destruido’. ¿Cuándo va estar destruido Hamás? Hamás es una ideología, es una organización, pero una agrupación como esa se reconstituye con mucha facilidad, por lo tanto, podría ser una guerra sin límites.
– ¿Hay algo que pueda detener a Netanyahu en el corto plazo?
Sí, los israelíes. Hay síntomas de que el descontento está llegando a diversos niveles preocupantes para Israel, entre otros, al propio Ejército. Es decir, cada vez más son los oficiales que cuestionan la estrategia que está siguiendo Israel en términos de que no ven una salida y que el conflicto se está agravando y los costos del desprestigio de Israel a nivel internacional, el aislamiento que está resultando de esta guerra que cada vez es más claro, no tiene destino. Y se da lo que se da en todas las guerras, o sea, la brutalidades, los abusos, los crímenes se multiplican. Esa es la naturaleza de la guerra en cualquier lugar del mundo siempre, cuanto más largo el conflicto, es más sangriento, más crece la sed de venganza entre todas las partes y de eso Israel no puede escapar, de esa ley de hierro.
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