Señor director,
Le escribo porque hoy, en el Día Internacional de la Niña, quiero compartir un problema que me afecta como niña y mujer en esta sociedad. Culturalmente atribuimos posiciones de poder a los hombres al decir “líder”, pero no se utiliza “lideresa” hacia una mujer, palabra aceptada por la RAE; o nos referimos con la palabra “genio” para un hombre pero “estudiosa” para una mujer. ¿Por qué pasa esto? Las palabras crean realidades: al hacer referencia a un solo tipo de género, les estamos diciendo a las niñas que los espacios de poder no son para ellas, contribuyendo a los prejuicios y aumentando las brechas de género.
Las mujeres somos igual de capaces de tomar posiciones de poder que los hombres. Desde pequeñas comenzamos a percibir las diferencias entre nosotras y nuestros compañeros por las palabras y actos que siembran una semilla de sexismo, la que crece con el tiempo a medida que nos integramos a la sociedad. Muchas veces silenciamos nuestras voces, que son las mismas que reproducen los impedimentos que nos han inculcado durante toda nuestra vida.
Como sociedad le quitamos peso a las palabras y no nos damos cuenta de que su uso puede limitar los sueños de las más jóvenes. Debemos ser conscientes de éstas, porque son fundamentales para transformar la realidad en la que vivimos. Como niña y mujer vivo y siento a diario la diferencia entre mis pares, aunque ya me acostumbré a vivir con ellas.
Valeria Molero
Voluntaria del movimiento Tremendas
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