Los ánimos en Chiloé están malos. Al cambio de vida que significó la llegada de las compañías pesqueras a la zona, hace décadas, se suma ahora el volcamiento de un barco que se encontraba cosechando peces para Salmones Camanchaca, hecho sucedido el miércoles 18 de octubre que obligó realizar un operativo en el que se rescató a once tripulantes.
El wellboat Seikongen –así se llama la embarcación que se hunde– tiene en su interior cerca de 214 toneladas de salmón, contenido que hoy en día se transformó en residuos industriales líquidos. Estos últimos, junto a los más de 67 mil litros de petróleo almacenados al interior de la nave, conforman esta suerte de bomba de tiempo por la que el Servicio Nacional de Pesca interpuso una denuncia en el Juzgado de Letras de Castro el martes de la semana pasada en contra de la empresa, por no cumplir con el retiro oportuno de los desechos al interior del barco.
Tanto expertos como vecinos tienen sus preocupaciones bajo esa línea. Patricia Cárdenas, residente cercana al lugar de los hechos, dice que pese a todo, las autoridades no han contado con el énfasis suficiente para salir al paso de este accidente.
“No han hecho nada. Se las están yendo de protocolo en protocolo y lo que tenemos ahí es una bomba; en cualquier momento eso puede estallar y puede haber muertes humanas. Los salmones tienen químicos, ácidos. Están incluso carcomiendo los fierros de ese buque”, advierte.
La dirigenta complementa que la exigencia de los vecinos es que el barco se retire y que se deje de contaminar el mar. Por su parte, el doctor y académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Sebastián Medina, quien se encontraba en Chonchi haciendo un proyecto doctoral para un complejo estudiantil de Portugal, enfatiza que lo que se estaría provocando acá es algo de una alta peligrosidad si es que los organismos no están a la altura.
“Si hay un derramamiento o hay un escape, tanto de la descomposición de los salmones como del petróleo, puede ser un desastre socio-ecológico bastante irreversible de toda la bahía”, indica.
Los efectos estarían cayendo sobre las personas que residen en el sector de Terao, el mismo Pilpilehue y otras localidades cercanas, incluyendo además las actividades que desenvuelven las comunidades Williche de la zona.
En cuanto a las enfermedades de las personas, Medina asegura que es posible encasillarlas en dos categorías: corto y largo plazo. En el corto, por ahora, se desata por el nivel de tensión e incertidumbre de los pobladores, lo que podría traducirse en trastornos nerviosos.
Por último, Juan Carlos Viveros, del Movimiento Defendamos Chiloé, reafirma que esto es una bomba de tiempo y que este lunes por la tarde finalizó una reunión conjunta entre autoridades y los distintos interesados, en donde se definió crear una mesa de trabajo. La primera medida de urgencia es retirar el barco, aunque todavía no hay plazos establecidos.
“La salmonera Camanchaca se ha ocultado y se ha escondido del conflicto, desligándose de la responsabilidad. No sabemos cuáles son los plazos. Pero sí sabemos que la mejor solución no sea el procedimiento que están llevando a cabo en este momento, que es recibir los planes retirar riles, después planes para retirar combustible, ejecutar y al final sacar el barco. Nosotros creemos que lo primero que debe hacerse es retirar inmediatamente el barco”, sentencia.
Viveros no oculta tampoco su malestar respecto de las empresas salmoneras, que, según él, llevan décadas asentadas en el lugar explotando los recursos sin protocolos para estas emergencias.
“Estas son cosas que ocurren sin protocolos ni planes. No hay mucha información tampoco por parte de las autoridades. Aquí hay gases contaminantes para la vida y el medio ambiente, entonces no tenemos la certeza de que esto se esté haciendo como corresponde. Tenemos serias dudas y esperamos que todo se pueda hacer de la mejor manera posible”, termina.