Marcelo Casals, historiador: "El anticomunismo no es solo odio, sino que también la defensa de un determinado orden social"

El investigador indicó que las expresiones de anticomunismo también existen en la izquierda. Sobre contradicciones del PC: "Quizás haya sido la mantención de esa identidad fuertemente comunista, pro-soviética, la que explique que haya sobrevivido".

El investigador indicó que las expresiones de anticomunismo también existen en la izquierda. Sobre contradicciones del PC: "Quizás haya sido la mantención de esa identidad fuertemente comunista, pro-soviética, la que explique que haya sobrevivido".

Más de 100 años de historia suma el Partido Comunista en Chile. Al mismo tiempo que registra una vasta participación en la institucionalidad política, cuenta con episodios de proscripción y persecución en manos de sus detractores, porque, y a diferencia de otras colectividades, tan solo se instalaba como fuerza política, surgía un movimiento opuesto: el “anticomunismo”.

Tanto para militantes como para académicos dicha corriente se mantiene vigente, no solo en la esfera política. Sus declarados adversarios, mayormente identificados con la derecha, continúan luchando contra sus ideas y eso se hace patente en cada proceso eleccionario. Es en ese minuto donde además sacan a la pizarra las contradicciones del PC, especialmente en materia de política internacional.

Quién ha estudiado este fenómeno y sus expresiones en nuestro país ha sido Marcelo Casals, doctor en historia de América Latina e investigador del Centro de Investigación y Documentación (CIDOC) de la Universidad Finis Terrae. En su libro “La creación de la amenaza roja” (LOM Ediciones) es donde mejor aborda su surgimiento y desarrollo.

La creación de la amenaza roja de Marcelo Casals

La creación de la amenaza roja de Marcelo Casals. Foto: LOM.

 

¿Cuáles son las bases del anticomunismo? ¿es un movimiento de ideas, un sentimiento? ¿tiene solo motivaciones políticas?

Lo definiría como una polaridad política muy heterogénea con largas raíces históricas que se remontan, por lo menos, hasta finales del siglo XIX, pero ya con mayor nivel de sistematización en el siglo XX, y que obedece a razones muy distintas para actores muy diferentes entre sí, incluso que se podrían definir o autodefinir como anticomunistas.

En el libro me baso en el esquema interpretativo de un historiador que hizo un libro semejante para el caso de Brasil, Rodrigo Patto Sá Motta, y él habla de las matrices del anticomunismo. Él identifica a tres grandes familias ideológicas que participan de diferentes formas en la generación de esta polaridad ideológica, se refiere al nacionalismo, al liberalismo y al catolicismo, que son familias ideológicas muy importantes sobre todo para América Latina, y de las diferentes combinaciones de esas matrices emergen sentimientos diferentes que tienen en común esta aversión a lo que de manera justa o injusta se puede identificar como comunista. 

Entonces, al final el anticomunismo no es solamente lo obvio: un odio o una aversión hacia aquello identificado como comunismo, sino que también la defensa de determinadas formas de vida y deseos de orden social que emergen sobre todo de estas tres matrices.

¿Cuál es el elemento diferenciador entre ser contrario al Partido Comunista e identificarse como anticomunista? 

Hay un espacio de crítica legítima al Partido Comunista, como a cualquier otro partido, de simpatías o de antipatías. Eso está dentro de lo normal del juego político, de las identidades políticas, y en la izquierda, y no solamente en la izquierda, existen y han existido y aún existen, y posiblemente existirán, estas antipatías con respecto al Partido Comunista. Uno le puede discutir muchas cosas, le puede criticar muchas cosas y está dentro de algo que no necesariamente llamaríamos anticomunismo o por lo menos para efectos de análisis.

Durante el siglo XX, y no solamente en Chile, también existió una aversión, una acepción del anticomunismo de los partidos comunistas, entonces ellos también identificaban en cualquier tipo de crítica el anticomunismo, pero lo cierto es que, para efectos analíticos, sí se puede hacer una diferencia entre aquellos actores políticos, fuerzas políticas, que buscan por diferentes formas la exclusión o la eliminación de aquellos identificados como comunistas de la comunidad política que puede ir desde la ilegalización de aquellos identificados como comunistas, como pasó en Chile a finales de los años 40′, a la eliminación física como pasó durante la dictadura.

El término ha sido utilizado por el lado de sus detractores, pero también por el PC con acusaciones de anticomunismo en distintos escenarios. ¿Se han ido desdibujando esos argumentos?

Son conceptos políticos y los conceptos políticos se utilizan en la discusión y en el debate, y se intentan resignificar y son en sí mismo un campo de lucha, entonces no es raro que exista también una concepción del Partido Comunista o de los partidos comunistas del siglo XX, de lo que en esa época se llamaba el movimiento comunista internacional, sobre anticomunismo. No es raro y es parte de la discusión política, de la lucha ideológica.

En la actualidad ese tipo de conflictos discursivos continúa. Efectivamente el Partido Comunista va a acusar o va a caracterizar de forma más sistemática cualquier tipo de crítica como “anticomunismo”, lo que al mismo tiempo no quiere decir que no exista o que no existan fuerzas que puedan ser identificadas como anticomunistas.

Ahora, la gran diferencia o lo particular si se quiere del caso chileno, con respecto a otros en América Latina o incluso en el mundo, en occidente, es que existe un Partido Comunista como tal, con la simbología comunista y con una identidad política bien arraigada ya de más de 100 años y además es un partido de gobierno. En muchos otros países ya los partidos comunistas o no existen o son muy menores. Entonces, existe el objeto sobre el cual muchas fuerzas sobre todo más conservadoras o ultraderechistas o reaccionarias buscan su exclusión y eso creo que hace que el anticomunismo en Chile exista o siga existiendo a pesar de que se acabó la guerra fría.

En el concierto internacional del comunismo, ¿cómo se posiciona el PC chileno? Considerando que ha llegado al poder por medio de coaliciones amplias, sin que su fin principal sea la “dictadura del proletariado”. 

El Partido Comunista de Chile ha tenido una historia bastante particular y a la vez no tanto. Los partidos comunistas fueron fracciones que se separaron de los grandes partidos socialdemócratas de finales del siglo XIX, a propósito de la revolución rusa, y también a propósito de la reacción de muchos partidos ante la Primera Guerra Mundial.

En Chile, sin embargo, el asunto fue distinto porque ya existía un Partido Socialista, el Partido Obrero Socialista, dirigido por Luis Emilio Recabarren, que pasa a ser el Partido Comunista casi completo, es una fracción de un partido socialdemócrata anterior que además no existía en Chile y también es un fenómeno regional latinoamericano, estoy hablando de los años 20-30’. Los partidos más grandes y más relevantes, incluso a nivel internacional, eran el argentino, el uruguayo, el brasileño incluso.

Sin embargo, el Partido Comunista chileno tuvo esa capacidad de articular a veces de manera no explícita, no consciente del todo, lo que podríamos denominar una herencia de Recabarren, quien impulsaba la inclusión del partido en el sistema institucional a pesar de que no era algo sencillo, al propio Recabarren lo expulsaron del Congreso a pesar de haber sido electo diputado en buena ley. No era una inclusión fácil, pero él tenía la intuición de que esos espacios institucionales podrían ser útiles para la causa revolucionaria. El Partido Comunista mantuvo esa intuición por mucho que a veces no estuviese formalizada en su ideología y esa intuición también fue la base, o se agudizó más en el período entre guerras, y fue la base del Frente Popular, por lo menos, desde la perspectiva del Partido Comunista y mantuvo esa tendencia a la inclusión institucional, cuestión que en buena medida explica también la Unidad Popular o este intento bastante heterodoxo para la época de intentar construir el socialismo mediante la vía democrática.

La única época donde va a dejar esa tendencia a la inclusión institucional o a la negociación con otros partidos y con otras fuerzas, va a ser durante la dictadura, sobre todo el año 80′ con la política de rebelión popular de masas en la que asume también como estrategia posible la violencia aguda, como lo decían en esa época, y ahí emerge el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Son ocho años, en más de 100 años, donde se va a dejar de lado esa tendencia.

El anticomunismo ha sido parte del relato de varias fuerzas políticas, pero ¿hay expresiones de anticomunismo en la izquierda?

Sí, ha habido momentos. Hay que entender que el anticomunismo no es una esencia, no es algo que esté ahí inmutable, sino que responde a las necesidades de cada momento y las fuerzas que se identifican como tal van cambiando. Entonces, por eso es que es posible entender que ante debidas circunstancias, debidos contextos, hubo fuerzas de izquierdas que también podríamos denominar como anticomunistas. Por ejemplo, en el período del gobierno de Gabriel González Videla y la formulación de la ley de defensa permanente de la democracia, donde hubo fracciones significativas del Partido Socialista que apoyaron esta ley. Al mismo tiempo, hubo altos dirigentes del Partido Socialista que participaron de organismos civiles anticomunistas como la Acción Chilena Anticomunista (ACHA). Esas fuerzas, por supuesto, que buscaban de manera abierta y explícita la exclusión del PC del sistema político, incluso con agresiones físicas como en el caso de ACHA. 

Después la relación entre socialistas y comunistas siempre ha sido bastante tormentosa. Hoy día quizás diríamos una relación media tóxica, con alianzas y con rupturas, pero sí lograron tener una alianza bastante firme desde finales de los años 50′ que se forma el Frente de Acción Popular (FRAP). Lograron a pesar de muchas discusiones, diferencias, de a veces discusiones bastante arduas y bastante ásperas por diferentes cuestiones estratégicas, lograron mantener esta alianza básicamente hasta finales de los años 70′, incluso en el exilio. Ese fue el periodo de oro de la alianza socialista-comunista, después en los 80′, ya de vuelta en Chile, esas diferencias se van a volver a agudizar sobre todo a partir de la renovación socialista y del acercamiento de la mayoría de los socialistas hacia la Democracia Cristiana, lo que va a ser el origen de la Concertación y que son las fuerzas que van a organizar la campaña por el “NO” el 88′, y otras fuerzas asociadas al Partido Comunista que plantean estrategias mucho más radicales, incluyendo la violencia aguda.

Esa diferencia estratégica al año 80′ va a ser el hito de separación hasta la fecha posiblemente entre socialistas y comunistas. El Partido Comunista estuvo excluido de coaliciones de gobierno hasta 2010 que hace esta alianza con la Concertación, después viene la Nueva Mayoría y tuvieron un momento de participación en la misma alianza, pero hoy día, por mucho que el Partido Socialista esté muy cerca del gobierno, formalmente no son la misma coalición. En resumen, sí ha habido momentos de anticomunismo-socialista, sobre todo a finales de los años 40′ que se hace el ejemplo más concreto, más evidente, y después la historia de la relación entre ambos partidos ha pasado por altos y bajos. 

Recientemente el PC deslizó esa idea tras la salida de Juan Andrés Lagos de la Subsecretaría del Interior…

Esas cosas son propias del juego político, a ningún partido le gusta perder un puesto en un gobierno del que participa y va a echar mano de cualquier tipo de argumento de esa naturaleza.

Desde la derecha cuestionan las credenciales democráticas del PC por su visión y abierto apoyo a regímenes que están en tela de juicio por violaciones a los derechos humanos como Venezuela, Cuba y Rusia. Más allá de que esto sea usado como una bala por la derecha constantemente, ¿qué dice del partido y cómo se explica que no sea capaz de desmarcarse abiertamente? 

Ese es quizás el gran problema que no ha podido resolver el Partido Comunista actual. También dentro del Partido Comunista existen diferentes visiones al respecto, no es una cuestión monolítica, hay un quiebre generacional. Las generaciones más jóvenes no están directamente vinculadas con regímenes autoritarios de izquierda, mientras que la vieja guardia sí y esa vieja guardia sigue en el control del partido. Lautaro Carmona hoy después de la muerte de Guillermo Tellier. Tienen esa contradicción, hay una dimensión que es la parte propiamente nacional, de su historia, que atendía hacia la inclusión institucional, hacia la expansión de las libertades democráticas, que han puesto las víctimas en muchos episodios. En particular, durante la dictadura de Pinochet, dictadura que además usa el anticomunismo casi como una especie de ideología oficial, entonces es una dictadura explícitamente anticomunista que se orienta hacia el exterminio físico.

Y, sin embargo, al mismo tiempo desde la revolución rusa en adelante o desde la formación como tal del Partido Comunista el año 22’ han estado fuertemente identificados con el horizonte revolucionario abierto por la revolución rusa y encarnado después en la Unión Soviética, y en otros regímenes socialistas afines. Eso es parte de su identidad fundacional, entonces yo entiendo que les sea muy difícil sobre todo a la vieja guardia, a quienes dirigen hoy día el partido y que lo han dirigido desde la dictadura, poder deshacerse de ese tipo de elemento identitario. 

Quizás, y esto es solo a nivel de hipótesis, quizás haya sido la mantención de esa identidad fuertemente comunista prosoviética, incluso en épocas que la Unión Soviética ya había dejado de existir, la que explique que el Partido Comunista haya sobrevivido. Si uno ve los grandes partidos comunistas occidentales en Europa, en Francia, Italia y España desaparecieron por fraccionamientos ante renovaciones ideológicas, renovaciones identitarias, separaciones, con este horizonte revolucionario soviético, y hoy día o no existen o son fuerzas muy pequeñas y en Chile eso no pasó. Así que, es posible que esa mantención identitaria sea problemática en muchos sentidos, incluso sea motivo de discusión bastante fuerte al interior del Partido Comunista, y un argumento de las fuerzas anticomunistas en general contra el Partido Comunista, pero quizás también haya sido la condición de posibilidad de la sobrevivencia y de la relevancia hoy día política del Partido Comunista.

Sobre las credenciales democráticas, es complejo, porque quiere decir que solamente los referentes internacionales son los que marcan las identidades políticas o las así llamadas credenciales democráticas porque, si es así, varias fuerzas políticas, no solamente del Partido Comunista, se han identificado a lo largo del siglo XX con regímenes que no son necesariamente democráticos. La derecha política del siglo XX, la derecha conservadora y liberal, hasta los años 60′, por ejemplo, tenía una afinidad bastante fuerte con el franquismo español. Entonces, uno podría decir ¿esa derecha no era democrática, entonces?

¿Qué refleja que el partido crezca en adherentes y representantes políticos? Hoy tiene a la diputada electa con la primera mayoría nacional, ¿se está corriendo el cerco?

Vivimos una época bastante confusa en cuanto al sistema político que en general está muy desprestigiado y que ha perdido en general vínculos orgánicos con la sociedad civil y en ese contexto, bastante demacrado de la política chilena, creo que exista un partido, que quizás no es el único, con bases sociales con legitimidad social y en crecimiento es una buena noticia en general para el sistema de partidos, que logre tender hacia la estabilidad de ese sistema y que esté compuesto por partidos representativos y no por partidos de papel, como hay varios que son partidos de lo que en el siglo XIX se llamaban partidos de notables. Solamente dirigencias sin bases como hoy día son Demócratas, Amarillos, esos pequeños partidos.

Entonces, ojalá que haya partidos fuertes y representativos, también en la derecha. Creo que ayuda a la estabilidad del sistema y, después, que exista un Partido Comunista también, es un reflejo de un rasgo del sistema político chileno que lo ha mantenido durante el siglo XX y lo que llevamos del XXI, que es que se ha moldeado a la luz de los grandes debates ideológicos e internacionales.

Eso va a continuar, el Partido Comunista quizás está más identificado con las luchas ideológicas del siglo XX, pero también ha demostrado una adaptación a las nuevas agendas de cambios sociales, quizás ya no orientada hacia un ideal revolucionario concreto, no necesariamente hacia la construcción del socialismo como se apuntaba en el siglo XX, si no bajo otro tipo de lógicas y dinámicas.

Entonces, también se ha podido adaptar a esas nuevas necesidades y la mezcla entre la mantención de su identidad política con una adaptación relativa a nuevas agendas políticas explican su sobrevivencia y su relevancia contemporáneas.





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