La medida se hará efectiva desde este miércoles y hasta el lunes 2 de enero, un día después que Lula da Silva asuma por tercera vez el cargo. La decisión se aplica luego de tensiones registradas en la capital, Brasilia.
El ex mandatario brasileño dijo desconocer el motivo de las acusaciones en su contra que lo sindican por ser beneficiario de arreglos en una vivienda utilizada por él y sus cercanos
Sergio Moro, el magistrado que encarceló al ex presidente Luis Inacio Lula da Silva, fue invitado por el mandatario electo a integrarse a su gabinete. Mientras, un general en retiro, un astronauta y un amigo de las recetas neoliberales chilenas forman parte del tren de ministros del futuro jefe de Estado.
El capitán en retiro del ejército asumirá con un discurso ultra conservador y bajo la amenaza de prohibir el marxismo por ley y proscribir a organizaciones sociales como el Movimiento de los Sin Tierra y de los Sin Techo.
El oficial en retiro y candidato de la ultraderecha obtuvo un 46 por ciento de las preferencias, mientras que la carta del Partido de los Trabajadores alcanzó 28,4 puntos.
Criticado por sus posiciones extremistas, el candidato de ultraderecha Jair Bolsonaro se asoma como el más seguro ganador de la primera vuelta presidencial del próximo 7 de octubre en Brasil. Sin embargo, el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, ha visto crecer su presencia y, según las últimas encuestas, podría arrebatarle el gobierno de la nación más grande de la región.
Luego que el ex presidente decidiera dar un paso al costado para que el ex ministro y ex alcalde de Sao Paulo se presentara como carta presidencial el próximo 7 de octubre, ahora el Partido de los Trabajadores deberá desplegar una estrategia que le permita entregar el amplio apoyo con que contaba Lula para la nueva fórmula al palacio de Planalto en Brasilia.
A un mes de la elección, aún el Partido de los Trabajadores no presenta su fórmula para presidente y vicepresidente. Mientras, el Comité de Derechos Humanos de la ONU reforzó su determinación al emplazar al estado brasileño permitir la candidatura del ex presidente y líder del PT.
El candidato de ultraderecha a la presidencia de Brasil tiene una reconocida trayectoria por ser un defensor de la dictadura militar que se instaló en ese país entre 1964 y 1985, además de sus dichos homofóbicos y racistas. Un blanco permanente del capitán en retiro y parlamentario es también la izquierda y el PT.
La posibilidad de que Lula fuera liberado este domingo quedó finalmente desestimada con la decisión del presidente del Tribunal Regional de la Cuarta Región, Thompson Flores, de remitir los autos al gabinete de Gebran Neto y mantener firme la resolución de este último de revocar la orden inicial dada por Favreto de excarcelar inmediatamente al ex dignatario.
“Hay miles de lulas que caminarán por mí”, dijo el expresidente en el discurso dado luego de la misa homenaje a su fallecida esposa. El líder del PT llegó a la cárcel pasadas las 22 horas, luego de un día lleno de manifestaciones para impedir su encarcelamiento.
Un informe elaborado por técnicos del Senado brasileño señaló que no existen pruebas de que la suspendida presidenta Dilma Rousseff participara en las maniobras fiscales que se le imputan, una de las causas que motivaron la apertura del juicio político en su contra que se tramita en la Cámara Alta.
El PMDB, partido aliado del PT desde hace 13 años, decidió la tarde de este martes abandonar la coalición de gobierno y entregar todos los cargos en el Ejecutivo menos la vicepresidencia. Esta decisión apuntaría a beneficiar al vicepresidente nacional Michel Temer, miembro del PMDB, quien sería nombrado Presidente de aprobarse la destitución de Dilma Rousseff, en curso en el Congreso.
Tras registrar el domicilio del ex presidente, la policía lo llevó a dependencias policiales donde será interrogado en el marco de la operación Lava Jato que investiga el mega fraude de la estatal Petrobras.
La mandataria brasileña llega este jueves a Santiago para, el viernes, reunirse en La Moneda con Michelle Bachelet. Sin embargo, su caudal político está afectado al acordar ahora un proyecto que permite, a la larga, la privatización de la explotación petrolera en su país.
La presidenta brasileña inicia su segundo mandato, con una popularidad en disminución, un bajo crecimiento y serios problemas de corrupción en torno a la petrolera estatal Petrobas en los que estarían implicados miembros de su propio partido.